El nuevo gobierno malí sufre ya la violencia en el norte del país

Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI) reivindicó el atentado el lunes y afirmó que fie llevado a cabo por dos kamikazes a bordo de un coche cargado con una tonelada de explosivo y que lograron acabar con la vida de 16 militares.

Una segunda explosión tuvo lugar el domingo en la ciudad de Kidal, principal bastión de los independentistas tuareg del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA). Algunas fuentes informaron a France Presse que se trató de la explosión accidental del cinturón que portaba un kamikaze que resultó muerto. El coronel Adama Kamissoko señaló a esta agencia que había tenido lugar una explosión en un lugar con armas que no pertenecen al Ejército pero sin causar muertos.

Casi al mismo tiempo esa misma ciudad fue escenario de enfrentamientos entre tuaregs y militares. Los primeros denuncian abuso del fuerza del Ejército. Los segundos que respondieron a una provocación. Esos choques siguieron a lo largo de la jornada del lunes.

También el lunes el importante cuartel de Kati, junto a Bamako, acogió la protesta de decenas de soldados que dispararon al aire como protesta por las promesas imcumplidas de sus superiores para promocionarlos, informa AFP. En el incidente resultó herido un oficial próximo al capitán Amadou Sanogo, líder del golpe militar de marzo de 2012 que echó más leña al fuego del conflicto.

El MNLA, apoyado por grupos yihadistas que después se erigieron en líderes de la revuelta, está en el origen del levantamiento en enero de 2012 que rompió en dos Malí. Las autoridades de Bamako perdieron de manera absoluta el control del norte del país, en concreto las provincias de Tombuctú, Gao y Kidal.

Solo el envío de tropas francesas el 11 de enero de este año, al frente de la operación Serval, integrada por militares de varios Ejércitos africanos, frenó el avande de los terroristas, suya intencióen era imponer a sangre y fuego la «sharía» (ley islámica) en todo el país.

Las autoridades locales han logrado regresar al norte, pero la realidad demuestra que el conflicto no está cerrado y que seguirá suponiendo una seria amenaza para la estabilidad del nuevo Ejecutivo que lidera IBK.