Martin E.Dempsey, el hombre que debe decidir cómo «castigar» a Siria
Con 40 años de experiencia en el ejército estadounidense, Dempsey siempre ha sido partidario de continuar armando a los rebeldes sin intervenir militarmente en el país
Martin E.Dempsey, el hombre que debe decidir cómo «castigar» a Siria
El general Martin E.Dempsey se enfrenta a un dilema moral. A una de esas situaciones imposibles en las que cualquier elección conlleva aceptar un mal.
Con 40 años de vida en el Ejercito se enfrenta a una de las decisiones más difíciles de su ... carrera. Si finalmente hay intervención como todo parece apuntar, será el encargado de dirigir la «operación de castigo» contra el régimen de Assad.
Dempsey, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de EE.UU. fue designado por Barack Obama para retirar a las tropas de Afganistán en mayo de 2011. El día en que tomó el cargo, Obama le describió como uno de los generales «más respetados y con experiencia en combate ». Gran parte de ella en Irak, donde ha dirigido varias operaciones. Quizás la experiencia en esta guerra es la que le ha hecho prudente a la hora de intervenir en un conflicto ajeno.
La primera opción de Dempsey hasta ahora siempre ha sido continuar armando a los rebeldes. Apoyar, armar, pero no intervenir físicamente. Tomar medidas como el establecimiento de una zona de tráfico aéreo restringido para evitar que el Gobierno sirio ataque en determinadas áreas y poder suministrar desde allí provisiones. Así lo expresó en una carta enviada al senador estadounidense Carl Levin a mediados de julio.
Sin embargo, los cadáveres sin sangre de centenares de niños que conmocionaron a la comunidad internacional la semana pasada parecen pedir otro tipo de respuesta. O así lo creen varios miembros del Congreso estadounidense y gran parte de la Comunidad Internacional.
Queda sobre la mesa la segunda opción que contemplaba la misiva que recibió Levin, la que Dempsey quería evitar: un ataque rápido y limitado que castigue al Gobierno de Assad a base de destruir las principales instalaciones militares vinculadas a su régimen. Una respuesta por agua, a golpe de misiles Tomahawk y por aire, que no ponga a hombres estadounidenses sobre el terreno y que disuada a Al Assad de volver a rociar a su población con gas sarín.
El general ha expresado en varias ocasiones los riesgos que supone una intervención militar de este tipo, «más costosa y arriesgada» que la anterior. Sobre todo por el ¿Qué vendrá después?: «No existe un grupo moderado dentro de los rebeldes que esté preparado para ocupar el vacío de poder que dejaría el Gobierno de Assad», adviertía Dempsey.
La cuestión para Dempsey, es mucho más compleja de lo que parece: «El conflicto en Siria no supone que haya que elegir dos opciones, si no entre muchas y la que elijamos debe estar preparada para promover los intereses de Siria y los nuestros. Y en mi opinión, todavía no está lista.»
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