Las escuelas cristianas de Pakistán cierran en protesta por los ataques en Lahore

Una denuncia de “blasfemia contra Mahoma” lanzada contra un comerciante cristiano de Lahore precipitó los hechos. Dos días después del ataque, la Policía de Lahore ha atado cabos para demostrar que todo fue un montaje con fines espurios. El cristiano detenido tras la denuncia era, en realidad, socio comercial del musulmán que le denunció. Ambos, dueños de una tienda de licores, habían tenido una disputa “en estado ebrio” por motivos económicos. El islam prohíbe tanto el consumo como el negocio con el alcohol.

Según declaró el primer día el jefe policial del barrio siniestrado de Lahore, la Policía “optó por aceptar la denuncia para evitar males mayores”. La noticia corrió como la pólvora y unos 3.000 musulmanes enfervorizados decidieron quemar la zona cristiana del barrio. Ayer, la Policía culpó de los hechos a comerciantes musulmanes deseosos de recuperar tierras habitadas por los cristianos. Hay más de un centenar de detenidos, y el Gobierno de Islamabad ha prometido que se hará justicia.

Llueve sobre mojado para la minoría cristiana de Pakistán, una de las más atacadas y discriminadas del mundo. Las escuelas de Lahore y Karachi -las dos principales urbes paquistaníes, y donde se concentran la mayoría de los cristianos- echaron el cierre para denunciar la “situación de desprotección” permanente que sufren.