Kenia elige presidente para enterrar los fantasmas de los pasados comicios
Uhuru Kenyatta, acusado por el Tribunal Penal Internacional de orquestar la ola de violencia post electoral de 2007-2008, y el primer ministro, Raila Odinga, se disputan un reñido proceso
EDUARDO S. MOLANO
Cinco años después de la ola de violencia post electoral que sacudió Kenia en el periodo 2007-2008, el país africano tiene una nueva cita con las urnas en las elecciones presidenciales de este lunes.
«Cuando comenzaron los combates tuve que huir con la ... familia de nuestra localidad natal (Nakuru). Allí ya nada nos queda. Lo perdimos todo», asegura a ABC el joven Muganda Oriendo, quien en la actualidad reside en el asentamiento chabolista de Kibera, en la capitalina Nairobi.
El origen de estos disturbios, que causaron más de 1.300 muertos y 300.000 desplazados, se encuentra en las acusaciones de fraude lanzadas por el actual primer ministro, Raila Odinga, contra el presidente, Mwai Kibaki, tras ser derrotado en unas elecciones en las que partía como favorito.
Y las heridas todavía siguen abiertas. Para estos nuevos comicios, la candidatura conjunta del actual viceprimer ministro del Kenia, Uhuru Kenyatta, y el destituido ministro de Educación Superior William Ruto (acusados ambos por el Tribunal Penal Internacional de orquestar la pasada ola de violencia post electoral) es una de las favoritas.
«Es infame que candidatos con causas pendientes con la Justicia internacional puedan asumir la Presidencia de un país», asegura a este diario el abogado Paul Muite, candidato por el partido Safina.
El pasado año, el TPI confirmaba los cargos y la apertura de un proceso contra la dupla política (donde, en caso de producirse la victoria, Kenyatta ostentaría la Presidencia), a quienes se acusa de subvencionar a las turbas que provocaron incidentes durante la campaña, así como de orquestar los ataques que tuvieron lugar en el Valle del Rift, una de las regiones más conflictivas del país.
« Algunos testigos de esta causa están desapareciendo . Tenemos registrados hasta 16 casos de jóvenes viudas cuyos maridos han desaparecido sin rastro», destaca Muite, quien representa también a miembros del grupo criminal mungiki, utilizado como «mercenarios» en las matanzas de 2007-2008.
Una lucha que, al menos, en la arena política, se presenta igual de encarnizada para este lunes (los últimos sondeos, dependiendo del color, indican leves y oscilantes diferencias en intención de voto entre los simpatizantes del primer ministro Odinga y su polémico rival Kenyatta, lo que llevaría a una segunda vuelta electoral).
«Será un gran desafío para usted dirigir el Gobierno por Skype desde La Haya», le señalaba con sorna Odinga a Kenyatta durante el pasado debate presidencial.
Carta tribal
En este sentido, Peter Kenneth ejemplifica a la perfección lo disputado de estos comicios. Mestizo de piel, este empresario es el único de los ocho candidatos que no ha utilizado la carta tribal durante la campaña (con más de 40 etnias en el país, éste es un elemento clave para entender la idiosincracia regional y sus disputas. Mientras que la mayoría de partidarios de Kenyatta son de la masiva kikuyu, los de Odinga pertenecen a los luo).
«Tenemos que poner los intereses del país por encima de los individuales. Estos crímenes (la causa de Kenyatta en el TPI) son muy serios y deben ser clarificados. No podemos utilizar el Estado como un escudo», asegura a este diario.
Sin embargo, hay motivos para la esperanza.
En agosto de 2010, la población keniana refrendaba de forma masiva su nueva Constitución (la última databa de la década de los 60). Una jornada, en la que no se registraron incidentes de gravedad, y que demuestra los anhelos de la población keniana por cerrar las heridas de la ola de violencia post electoral de hace cinco años.
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