La Primavera Árabe se marchita en Marruecos dos años después

En la tarde de este miércoles apenas 800 personas, según la agencia France Presse, se manifestaron en Rabat para conmemorar el segundo aniversario del nacimiento de ese movimiento.

La organización humanitaria Amnistía Internacional (AI) denuncia en todo caso que la represión de las protestas sigue a la orden del día en Marruecos. «decenas de activistas del Movimiento 20 de Febrero están detenidos por expresar pacíficamente su opinión», dice en un comunicado hecho público el miércoles.

Algunos han explicado a AI cómo las torturas en dependencias policiales, las detenciones arbitrarias y la obligación de firmar por la fuerza declaraciones inculpatorias siguen siendo frecuentes.

«Es incomprensible que las autoridades sigan reprimiendo con violencia a quienes les critican, ignorando abiertamente la nueva Constitución adoptada en julio de 2011, que garantiza los derechos a la libertad de expresión, manifestación pacífica y asociación», afirma Ann Harrison, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de AI.

En la práctica, poco ha cambiado en Marruecos en estos dos años. Si acaso, que las últimas elecciones -celebradas en noviembre de 2011- auparon por vez primera al poder al partido islamista moderado Justicia y Desarrollo (PJD), pero esto no ha alterado las tradicionales estructuras de poder, donde el Monarca sigue siendo el protagonista a todos los niveles.

Tampoco esa nueva Carta Magna, aprobada en julio de 2011 por referendum y que recibió grandes aplausos en el extranjero, ha supuesto revulsivo o dinamizador alguno de la vida del país a ojos de los que siguen reclamando mayor aperturismo. Los poderes fundamentales siguen controlados por el Rey y su entorno más próximo, el conocido como «Majzén».

Las protestas acabaron por apagarse en gran medida -no así el descontento de sus protagonistas- y los derroteros tomados por revoluciones como la tunecina, la egipcia o la libia sirven, en cierta medida, para que algunos se aferren al tradicional «mejor malo conocido que bueno por conocer». Quizás por eso, dos años después, en Marruecos pasan los días bajo cierta calma, casi como si la Primavera Árabe no hubiera existido.