Las ONG en Malí, una labor de alto riesgo
Las organizaciones humanitarias luchan por seguir atendiendo a una población pobre que es más víctima todavía por el recrudecimiento del conflicto armado
luis de vega
«No queremos ser héroes, pero Malí es un lugar en el que hay que seguir trabajando», reconoce Félix Hoyos, vocal de Acción Humanitaria de Médicos del Mundo, refiriéndose a las condiciones en ese país africano a raíz del recrudecimiento del conflicto armado.
El respeto ... al Derecho Internacional Humanitario suele esfumarse en medio de las guerras. Y lo que le faltaba a la castigada población civil de Malí ahora eran los bombardeos y la presencia de una misión militar internacional, aunque sea para hacer frente a los grupos armados que imponen su ley en más de la mitad del territorio. Apenas hay datos acerca de la situación de los habitantes que se encuentran o tratan de huir de las localidades en las que combaten las tropas francesas y malíes contra los yihadistas.
Los secuestros de extranjeros y la extensión de la amenaza terrorista ya habían hecho especialmente del norte del país un lugar tremendamente complicado para las organizaciones humanitarias. Desde hace muchos meses es casi imposible desplazar sobre el terreno a trabajadores extranjeros, a no ser que se trate de africanos. El riesgo para alguien de raza blanca es altísimo.
Es casi imposible desplazar a extranjeros; el riesgo para alguien de raza blanca es altísimo
«El norte del país podría quedarse muy pronto desabastecido de alimentos y dinero», alerta de Acción Contra el Hambre (ACH) España, que trabaja en Malí desde 1996. La principal ciudad de esa zona, desde hace meses fuera del control del gobierno, es Gao, a más de mil kilómetros de Bamako, la capital. «A día de hoy no hay crisis humanitaria, pero sí puede haberla a medio plazo», señala Llanos Ortiz, responsable adjunta de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF).
«Desde que las fuerzas malienses y francesas iniciaron su ofensiva, no hemos podido cruzar las líneas del frente de batalla pese a nuestra neutralidad. Regiones enteras se están quedando ahora sin ayuda exterior», lamenta Malik Allaouna, coordinador de MSF en Malí, en un comunicado.
En esa región se ha reducido al máximo la circulación de mercancías, los bancos están cerrados, el dinero llega por carretera desde Bamako y los comercios se han visto obligados a abrir con las existencias que les quedan, explica ACH en un comunicado.
Amputaciones
El hospital de Gao lleva varios meses en manos de los grupos radicales islámicos. Allí no solo atienden a sus heridos sino que los propios yihadistas han filmado a las víctimas de las amputaciones que han llevado a cabo bajo la «sharía» (ley islámica) que quieren imponer. Este jueves un empleado local de Acción Contra el Hambre (ACH) España pudo atender a tres menores tras comprobar que la zona de Pediatría había sido liberada. No están seguros de si los rebeldes han escapado o simplemente le han permitido trabajar.
Todas las organizaciones consultadas han insistido en que, a pesar de la guerra, su objetivo es tratar de seguir atendiendo a los ciudadanos, especialmente a la población más sensible. «Que asistamos a menores no suele ser tan amenazante para los grupos en conflicto como el reparto de alimentos, que puede molestar a alguna de las partes», afirma Helena Valenciano, responsables de Emergencias de ACH España.
«Pese a nuestras continuas peticiones, las autoridades continúan negándose a permitirnos entrar en la zona de Kona», en la provincia de Mopti, lamenta el coordinador de las operaciones de MSF, según un comunicado de esta organización.
Los ataques fueron especialmente intensos en Kona (Mopti) el fin de semana pasado, pero las autoridades malíes y francesas mantienen todavía las carreteras cortadas en la tarde del viernes. Si las abrieran, señala esta ONG, podrían poner en marcha un sistema de clínicas móviles. «Es importante que la ayuda humanitaria imparcial y neutral sea tolerada en las áreas afectadas por los combates. Llamamos a las partes en conflicto a que respeten tanto a las poblaciones civiles como el trabajo de las organizaciones humanitarias», añade el testo de MSF.
«Cultura de la seguridad»
Los trabajadores de ACH que se mantienen sobre el terreno han de ponerse en contacto con la base cada dos o tres horas a través del teléfono satélite y extreman al máximo las conversaciones para no referirse a temas que puedan ser sensibles o pongan en peligro su seguridad si son escuchados. «Más que unas normas de seguridad, es necesaria una cultura de la seguridad, un comportamiento que debemos llevar en el ADN», explica Félix Hoyos, de Médicos del Mundo.
Varios trabajadores de Médicos Sin Fronteras (MSF) tuvieron que refugiarse el fin de semana pasado, durante los bombardeos del Ejército francés, en un centro de salud de la localidad de Duentza (provincia de Mopti). Mopti se halla más al sur y fue el avance en esa zona hacia Bamako el que llevó a París a tomar la decisión de actuar con sus aviones y helicópteros antes de llevar a sus tropas por tierra.
En todo caso, esta ONG mantiene la asistencia, además de en Mopti, en Gao y Tombuctú, en el bastión norteño de los radicales islámicos. Los heridos llegan con cuentagotas, a pesar de que hace varios días que las tropas internacionales combaten cuerpo a cuerpo con los grupos armados. «Es muy pronto» para saber realmente qué pasa sobre el terreno, señala un portavoz de la organización.
Malí es un país paupérrimo que desde hace un año sufre un conflicto armado
«Llevamos varios meses trabajando en las áreas controladas por el Ejército y por grupos armados en el norte del país», recuerda Allaouna.
Malí es un país paupérrimo que, además de ocupar el puesto 175 de 182 en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, vive bajo un conflicto armado desde hace un año. Entonces los rebeldes independentistas tuareg se levantaron contra el poder de Bamako y fueron seguidos por bandas de yihadistas y terroristas que, a la postre, se han adueñado del norte del estado, donde quieren imponer a cualquier precio la «sharía» (ley islámica). Su intención de llegar a Bamako fue el detonante del despliegue de tropas internacionales desde el 11 de enero.
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