debate sobre la ue
Churchill en Zurich, Thatcher en Brujas, Blair en Varsovia y ¿Cameron en Londres?
El primer ministro británico pronunciará finalmente este miércoles en la capital británica su esperado discurso sobre la UE, en el que ofrecerá un referéndum después de 2015
borja bergareche
Hubo un tiempo en que el partido más dividido por la pertenencia a Europa eran los laboristas. Era un tiempo en que el euroescepticismo en Reino Unido tenía sobre todo carné socialdemócrata. Y en el que un primer ministro laborista, Harold Wilson, ganó unas elecciones – ... era 1974– prometiendo repatriar poderes de las viejas Comunidades Europeas, en las que habían ingresado en 1973, y someter los nuevos términos del arreglo a un referéndum. La misma promesa que el actual «premier» conservador, David Cameron, esbozará finalmente este miércoles en un discurso «maldito», anunciado después del verano pasado, que iba a pronunciar el viernes en Amsterdam, tras numerosos retrasos, y que tuvo que posponer hasta este miércoles por la crisis en Argelia.
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El 5 de junio de 1975, el 67% de los británicos votó a favor de permanecer dentro (con un 65% de participación). La postura oficial del gobierno fue el «Sí» a Europa, aunque varios ministros del ala izquierda hicieron campaña por la salida de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).
El apoyo de Thatcher a no abandonar la CEE fue clave en la consulta de 1975
La semana pasada, Cameron –que dará su discurso en Londres– no quiso desmentir una información según la cual habría autorizado a sus ministros euroescépticos a hacer campaña por la salida de la UE en un hipotético referéndum. En la victoria del «Sí» jugó un papel fundamental el apoyo la nueva líder conservadora, Margaret Thatcher, que defendió las ventajas de permanecer en la CEE. Cuántos paralelismos, y cómo cambian las tornas.
Curiosa tradición británica
En estos meses de preparación de su esperado discurso , en el que se espera que aclare su titubeante posición ante la UE, David Cameron habrá leído varias veces el discurso que pronunció la Dama de Hierro en el Colegio de Brujas, uno de los bastiones intelectuales del europeísmo, en 1988. Un texto considerado –erróneamente– en la actualidad como el punto de salida del euroescepticismo «tory» en sus distintas acepciones , que sintetizaba en realidad el profundo compromiso de Thatcher con una Europa en la que actuó como fuerza motora de la implantación del Mercado Único.
Aquel texto [que extractamos en este artículo, y que puedes consultar aquí en inglés] incluye también sus implacables exigencias de reformar y aligerar la Unión –una constante británica, un país que ve la UE desde el prisma del interés nacional y la eficiencia más que desde el europeísmo ideológico de alemanes y franceses– y su furibunda oposición a unos Estados Unidos de Europa, una postura que, un cuarto de siglo después, forma parte del consenso europeo. Eran los tiempos del fervor federalista y comunitario de la Comisión Europea presidida por Jacques Delors.
Desde entonces, y en esto tienen razón los euroescépticos, Londres ha sido el encargado de lanzar los jarros de agua fría a los más integracionistas en el continente. La propia Thatcher era consciente del alto voltaje político de sus opiniones sobre Europa, y arrancó así su discurso de Brujas: «Si se han creído algunas de las cosas que se han dicho y escrito sobre mis opiniones sobre Europa, deben sentirse como si hubieran invitado a Genghis Khan a hablar sobre las virtudes de la coexistencia pacífica». Pero su vocación europea quedaba clara: «Gran Bretaña no sueña con una cómoda y aislada existencia en los aledaños de la Comunidad Europea, nuestro destino está en Europa, como parte de la Comunidad».
Con su afán (frustrado) de hablar en Amsterdam, Cameron quería sumarse a esta curiosa tradición de los líderes británicos de dar sus discursos sobre Europa en suelo continental. Así, el laborista Tony Blair, quien criticaba este otoño duramente los planes de Cameron, aprovechó una intervención en Varsovia en 2003 para expresar su «creencia apasionada en Europa», basada también en el «interés nacional británico» [puedes consultar el original aquí ]. Polonia estaba a punto de incorporarse a la UE en la gran ola de ampliación al Este de 2004, y era además un aliado clave de EE.UU. y Reino Unido en la guerra de Irak.
Aunque quien inició esta saga de discursos continentales fue Winston Churchill con su conocido discurso sobre «la tragedia europea» en Zurich el 19 de septiembre de 1946 [puedes leerlo aquí en inglés, y extractos en español más abajo]. Churchill expuso entonces, con su entusiasmo y contundencia habitual, la necesidad de crear tras la destrucción del continente en la Segunda Guerra Mundial unos «Estados Unidos de Europa» –la de vueltas que da la vida–, embrión intelectual de las Comunidades Europeas, y un Consejo de Europa, que sería establecido en Estrasburgo en 1947 y del que forman parte en la actualidad 47 países.
Textos todos ellos que muestran el valioso caudal de participación y compromiso europeo de las islas británicas, un acervo al que apelará Cameron el miércoles asegurando ser un primer ministro «con una visión positiva de Europa». Pero, según los contenidos adelantados, el «premier» advertirá explícitamente, para contentar la pulsión antieuropea que atraviesa las Islas, del riesgo «de que Europa fracase y los británicos se dirijan hacia la salida» si no se resuelve el «déficit democrático». Por su interés, y para ampliar el contexto histórico en el que analizar el discurso pronunciado por David Cameron, extractamos en orden cronológico los anteriores discursos mencionados.
1. Tony Blair, Varsovia (Polonia), 30-05-2003
Los beneficios de Europa. «Lo preguntan los euroescépticos británicos, ¿qué es lo que ha tenido de bueno Europa en los últimos 50 años? La pregunta es rara y la respuesta es abrumadora: paz y prosperidad. Después de siglos de guerras en las que murieron millones de personas, Europa está en paz. Y dentro de la Unión Europea existe el mercado único más grande del mundo, en el que el nivel de vida de los europeos ha mejorado dramáticamente».
El interés estratégico de Europa en un mundo globalizado. «La preocupación de Europa ya no puede limitarse a Europa pero debe ser sobre el papel de Europa en el mundo. Y los motivos para la UE ya no se limitan a llevar paz allí donde había guerra, sino que tienen que ver con los vitales intereses nacionales y estratégicos de los países que forman Europa a la hora de hacer frente a los nuevos retos, económicos o políticos, que plantea el mundo exterior .
«Mi pasión por Europa no nace de una menor creencia en Gran Bretaña»
Ataque al euroescepticismo británico: «Mi creencia apasionada en Europa no nace de una disminución de mi creencia en Gran Bretaña. Al contrario, creo en Europa porque creo que la alianza estratégica europea es una parte crucial del interés nacional británico. El anti-europeísmo no es patriotismo británico. Es un espejismo pasado de moda».
Por una unión de naciones-estado: «¿Y qué tipo de Europa queremos? ¿Qué tipo de Europa puede hacer frente a este reto del mundo moderno? Queremos una unión de naciones, y no un superestado federal. Esta es una visión compartida por una mayoría de países y de ciudadanos en Europa. Un superestado europeo no tendría ni la eficacia ni la legitimidad de hacer frente al reto de la globalización».
2. Margaret Thatcher, Brujas (Bélgica), 20-09-1988
No a la Europa federal: «Europa será más fuerte porque tiene a Francia como Francia, a España como España, a Gran Bretaña como Gran Bretaña, cada uno con sus propias costumbres, tradiciones e identidades. Sería una locura intentar meterlas todas dentro de una especie de molde de personalidad europea. Algunos de los padres fundadores de la Comunidad pensaron que los Estados Unidos de América serían su modelo. Pero la historia de América es diferente a la europea».
Juntos, pero no revueltos: «Soy la primera en decir que en muchas cuestiones importantes los países de Europa deberían intentar hablar con una sola voz. Quiero vernos trabajar más conjuntamente en las cosas que podemos hacer mejor juntos que por separado. Europa es más fuerte cuando lo hacemos, ya sea en comercio, defensa o nuestras relaciones con el resto del mundo. Pero trabajar más de forma conjunta no requiere que el poder se centralice en Bruselas o que las decisiones las tome una burocracia. No hemos logrado en Gran Bretaña disminuir el alcance del Estado para verlo restablecido a nivel europeo, con un superestado europeo ejerciendo un nuevo dominio desde Bruselas».
«Debemos trabajar más juntos en las cosas que podemos hacer mejor juntos»
Más reformas, menos Política Agrícola y más empresa: «Debemos seguir políticas que relacionen mejor la oferta con las necesidades del mercado y que reduzcan el exceso de producción y limiten los costes. Claro que debemos proteger los pueblos y zonas rurales que son una parte tan importante de nuestra vida nacional, pero no mediante el instrumento de precios agrícolas (...). La lección de la historia económica de Europa en los 70 y los 80 es que la planificación central y el control detallado no funcionan y que el esfuerzo personal y la iniciativa sí funcionan. Que una economía estatal es el mejor ingrediente para el bajo crecimiento y que la libre empresa en un marco de leyes ofrece mejores resultados. El objetivo de una Europa abierta a la empresa es la fuerza motriz detrás de la creación de un Mercado Único Europeo en 1992. Eliminando las barreras, permitiendo a las empresas operar a escala europea, podremos competir mejor con EE.UU., Japón y los nuevos poderes económicos que emergen en Asia y otros lugares.
Una Europa de naciones y atlantista: «Hagamos que Europa sea una familia de naciones que se entienden las unas a las otras, que se aprecian las unas a las otras, que hacen más cosas juntas pero que cultivan su identidad nacional tanto como nuestra aventura europea común. Tengamos una Europa que juega un papel importante en el mundo, que mira hacia afuera y no hacia dentro, y que preserva la Comunidad Atlántica, que es nuestra herencia más noble y nuestra gran fuerza».
3. Winston Churchill, Zurich (Suiza), 19-09-1946
La tragedia de Europa: «Este noble continente, que incluye las regiones más justas y cultas de la Tierra, que disfruta de un clima templado y uniforme, es el origen de las grandes razas del mundo occidental. Es el manantial de la fe cristiana y de la ética cristiana. Es el origen de la mayoría de la cultural, las artes, la filosofía y la ciencia del mundo antiguo y moderno. Si Europa hubiera estado unida en compartir esta herencia común, no habría límites a la felicidad, la prosperidad y la gloria de las que disfrutarían sus habitantes. Pero ha sido en esta misma Europa en la que han surgido esas aterradoras disputas nacionalistas, originadas por el ascenso en el poder de las naciones teutonas...».
Por unos Estados Unidos de Europa: «¿Y cuál es el remedio soberano? Recrear la Familia Europea, en la medida que podamos, y dotarla de una estructura que le permita vivir en paz, seguridad y libertad. Debemos construir una especia de Estados Unidos de Europa. Solo así cientos de mi millones de trabajadores podrán recuperar las alegrías simples y las esperanzas que hacen que merezca la pena vivir».
Alianza franco-alemana: «Voy a decir algo que les sorprenderá. El primer paso en la reconstrucción de una Familia Europea debe ser una alianza entre Francia y Alemania. En este sentido, solo Francia puede recuperar el liderazgo moral y cultural de Europa. No habrá revival europeo sin una Francia grande espiritualmente grande y una Alemania grande espiritualmente. La estructura de unos Estados Unidos de Europa, si se construyen bien, deberá ser tal que disminuya la importancia del poderío material de cada Estado. Las pequeñas naciones contarán lo mismo que las grandes, y obtendrán su honor por su contribución a la causa común.
«El primer paso en la reconstrucción europea es una alianza franco-alemana»
Formación de un Consejo de Europa: «Nuestro objetivo constante debe ser construir y reforzar el poder de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Bajo ese concepto del mundo debemos recrear la Familia Europea en una estructura regional llamada, por ejemplo, Estados Unidos de Europa. Y el primer paso práctico sería la formación de un Consejo de Europa. Si al principio no quieren o no pueden adherirse todos los Estados europeos, debemos seguir adelante para unir y combinar a aquellos que sí quieren y pueden».
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