La explosión maldita: descubren un siglo después el «error colosal» que condenó a los ingleses en la batalla del Somme
El 1 de julio de 1916, los británicos hicieron estallar una mina llena de explosivos bajo las posiciones germanas para ablandar las defensas
Un equipo multidisciplinar ha descubierto que el gigantesco cráter que se formó en el terreno benefició a los defensores alemanes
Así era la horrible vida de un soldado en una trinchera de la Primera Guerra Mundial
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Iniciar sesión'Tic, tac; tic, tac'. Aquel primero de julio de 1916, cuando los relojes de los oficiales británicos marcaban las 7.20 de la mañana, un colosal estallido copó los campos de batalla del Somme, al noroeste de Francia. Más de 18 toneladas de ... amonal, ocultos en la recién excavada mina de Hawthorn Ridge, acababan de hacer saltar por los aires uno de los nudos de trincheras mejor defendido del frente alemán. Era el arma secreta de los ingleses para ablandar la línea enemiga y avanzar en masa sin sufrir bajas diez minutos después. La primera de otras 19 cargas explosivas preparadas a lo largo de la primera línea en la IGM.
¿Fue aquella explosión beneficiosa para el ejército británico? Un nuevo estudio realizado por representantes de la Universidad de Keele en colaboración con otras tantas instituciones ha demostrado que no. Y lo ha hecho a golpe de investigaciones sobre el terreno y restos arqueológicos. En un artículo publicado en el 'Journal of Conflict Archaeology', los expertos han concluido que el estallido de Hawthorn Ridge fue un «error colosal» que condenó el avance aliado en el primer día del Somme. Porque sirvió de aviso a los germanos; porque les movilizó ante el avance y porque, aunque parezca de película, formó un gigantesco cráter les sirvió de fortificación para resistir la embestida enemiga. Aquello de que no hay mal que por bien no venga.
Guerra de trincheras... y minas
Además de por la irrupción de nuevas armas y de agentes químicos, hablar de Primera Guerra Mundial es hacerlo de un conflicto estancado en el que las trincheras de uno y otro bando impedían que el frente se moviera. Las condiciones de vida en aquellas hileras de madera eran horribles: frío, humedad, miedo... Millones de hombres permanecían parados, en espera de ofensivas masivas que terminaban en desastre, sin apenas desplazar sus líneas un palmo. En ese contexto, los alemanes iniciaron un ataque en 1916 sobre el fuerte galo de Verdún que pretendía poner fin a este tedioso bloqueo. Y no sirvió de nada; tan solo llevó a miles de hombres a la tumba y reafirmó la idea de que la contienda estaba empantanada.
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En los meses posteriores al ataque germano, los británicos se propusieron acabar con el estancamiento del frente y orquestaron una ofensiva que, además, aligerara la presión sobre el machacadísimo ejército galo de Verdún. El teatro de operaciones que eligieron fue el Somme, en la costa noroeste de Francia. «El plan comenzaría a principio de julio de ese mismo año para aprovechar las buenas condiciones del verano y sería protagonizado por 13 divisiones inglesas y 11 del ejército francés», explica a ABC el escritor e investigador José Luis Hernández Garvi, autor de 'Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial' (Almuzara).
Los británicos tenían a su favor la sorpresa y, en palabras de Garvi, una idea que los generales franceses habían intentado implementar desde el estancamiento del frente en diciembre de 1914: la creación de extensísimas galerías subterráneas bajo las posiciones enemigas. «Era algo similar a lo que había sucedido en la Guerra de Flandes cuatro siglos antes. Excavaban minas que, a continuación, llenaban con toneladas de explosivos. En este caso, amonal. Estaban convencidos de que el estallido acabaría con las defensas y extenderían el pánico entre los germanos», añade el experto. Ese sería el momento idóneo para iniciar el asalto y reducir al mínimo el número de bajas.
Garvi insiste en que el trabajo no era sencillo. Para empezar, porque «los británicos estaban empezando a coquetear con estas ideas y no contaban con una gran experiencia», pero también porque el enemigo conocía sus intenciones y creaba «contraminas para interceptarles bajo tierra». Una verdadera guerra de minas destinada a terminar en desastre. «Ambos bandos intentaban cazar al contrario con unidades especializadas. En el caso inglés fueron mineros galeses adscritos al ejército. El peligro fundamental al que se enfrentaban era el de quedar sepultados por acción del enemigo o por un derrumbe. Era una verdadera locura», completa.
Estalla el Somme
En su informe, el equipo de la Universidad de Keele añade que los británicos enviaron al Somme siete compañías especializadas en la excavación de túneles. Todas ellas «recibieron órdenes de colaborar en la acción ofensiva excavando nueve grandes grandes minas, así como otras tantas más pequeñas, para destruir los puntos fuertes alemanes en Beaumont Hamel (Hawthorn Ridge), La Boisselle, Fricourt, Mametz y Carnoy». La que nos atañe, la primera, «tenía como objetivo destruir un fuerte conjunto de trincheras conocidas como Hawthorn Redoubt que los alemanes habían construido frente a la aldea de Beaumont Hamel», un enclave difícil de tomar al asalto por estar construido sobre una posición elevada. No parecía mala la idea.
La 'hora H' para comenzar la ofensiva del Somme se fijó a las 7.30 de la mañana del 1 de julio de 1916. En ese momento estallarían las minas de amonal, la artillería haría llover fuego sobre las trincheras enemigas y la infantería se arrojaría al asalto. Sin embargo, como se temía que los corrimientos de tierra provocados por el estallido en Beaumont Hamel pudieran afectar a la infantería, se decidió detonar esa mina diez minutos antes. La idea era, como señalan los expertos en su informe, que el terreno se asentase; normal. «Era la primera vez que se detonaba una mina tan grande y había una sensación de peligro ante lo desconocido», desvela el documento.
Y así se obró la magia. El 1 de julio, a las 7.20, la mina estalló y, en efecto, provocó un caos inicial entre los alemanes que recogió el periodista gráfico Geoffrey Herbert Malins: «El suelo donde me apoyaba sufrió una fuerte convulsión y se balanceó. Entonces la tierra se elevó en el aire hasta una altura de cientos de pies, cada vez más alto. Con un rugido horrible, cayó después sobre sí misma, dejando en su lugar una montaña de humo». La explosión destruyó el Hawthorn Redoubt, guarnecido por soldados de infantería del 119 Regimiento de Infantería de Reserva. Más de tres secciones fueron volatilizadas y, bajo ellas, se formó un cráter de «cincuenta metros de diámetro».
Un desastre
Diez minutos después, los ingleses iniciaron al asalto. Pero, según han descubierto los investigadores, esperar les llevó al desastre. «Los alemanes utilizaron el cráter resultante en su beneficio. Aunque perdieron muchos hombres en la explosión inicial, lo capturaron y lo convirtieron en una parte de su línea del frente», explica el profesor Peter Doyle, historiador militar de la Universidad de Londres y uno de los miembros del equipo. Según sus declaraciones, «el estudio ha proporcionado nuevas evidencias de que los germanos construyeron en su interior defensas que condenó el ataque inglés al fracaso». Las mismas fuentes de la época describieron aquello como un «error colosal».
Para ser más concretos, los investigadores han descubierto que los alemanes excavaron en el cráter dos secciones de trincheras valiéndose de los bordes del agujero. Además, han establecido que «usaron alambre de púas» para afianzar la ubicación y resistir, durante semana y media, las embestidas enemigas. Todo ello, cimentado en restos arqueológicos. «Por primera vez hemos encontrado evidencias físicas de cómo los soldados germanos consolidaron la posición y el cráter que quedó tras el estallido. También hemos confirmado que lo usaron como una nueva posición defensiva en su favor», explica Jamie Pringle, geocientífico forense de la Universidad de Keele. Para colmo, pudieron hacer blanco sobre objetivos que avanzaban sin zonas en las que cubrirse.
También han estudiado una segunda mina que fue volada por las fuerzas británicas el 13 de noviembre y que, tal y como recogen en el informe, sí ayudó a la 51a División (Highland) a capturar el cercano pueblo de Beaumont Hamel. De hecho, los investigadores han localizado los dos epicentros de las detonaciones y han identificado 27 proyectiles disparados por los británicos mientras intentaban expulsar de allí a los alemanes. Amén de una bomba sin detonar y con la mecha todavía intacta y una caja de munición vacía para una ametralladora Vickers. Esta última, reflejo de la ocupación inglesa de la zona a lo largo del verano, cuando cayeron las líneas teutonas.
La investigación
La investigación, en palabras de los expertos, ha sido un éxito rotundo. En primer lugar, el objetivo era proporcionar antecedentes y recabar información ya existente sobre la importancia histórica del cráter, y se ha cumplido de sobra. Otro tanto ha pasado con los análisis arqueológicos sobre el terreno, realizados a través de imágenes multiespectrales, estudios geofísicos y hasta una comparativa actual con imágenes, mapas y testimonios de la época. Un curioso cóctel que ha demostrado, tal y como se narra en el informe, que hacer saltar por los aires el terreno «fue una mala idea» por parte de los aliados, pues permitió a los alemanes afianzarse en la zona y rechazar los ataques durante una decena de jornadas más.
El estudio supone un hito por lo difícil que le ha resultado al equipo acceder al terreno. «La zona había sido propiedad privada durante casi un siglo, por lo que este estudio científico, el primero que se ha llevado a cabo sobre este cráter, tiene una gran importancia histórica y ha sido, a la vez, emocionante y significativo», ha afirmado el doctor Kris Wisniewski, profesor de Ciencias Forenses de la Universidad de Keele, en un comunicado de prensa. Aunque el experto enfatiza también que fue la Asociación del Cráter de Hawton Ridge la que les abrió el camino tras lograr el arrendamiento de la región en 2018 por un total de 99 años. El grupo, que anhelaba preservar el lugar para las generaciones futuras, llevó a cabo las pesquisas y excavaciones iniciales.
Según Wisniewski, se han valido de «una variedad de métodos científicos» para «mapear los epicentros de ambas explosiones y los límites de los cráteres posteriores causados» por las que arribaron posteriormente. Y otro tanto han hecho con las posiciones defensivas que se generaron a la postre. Gracias a ello, han demostrado que los germanos se afianzaron en la zona tras el golpe de mano inicial de los aliados. «Usando drones con cámaras hemos tomado instantáneas de forma remota de un probable túnel poco profundo al noroeste del cráter, lo que demuestra que los alemanes se afianzaron en el cráter tras la detonación inicial», añade el experto.
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