La cruel mentira histórica de Putin con la que justifica su guerra contra Occidente
Aunque el lobo se quiera disfrazar de víctima del colonialismo, Rusia es el último imperio europeo que ha resistido a todos los intentos de descolonización
La Duma rusa ratifica las anexiones ilegales de Putin por 413 votos a favor y 0 en contra
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Iniciar sesiónLos últimos reveses militares en Ucrania no han frenado a Vladimir Putin en sus planes imperiales, sino todo lo contrario. Tras la celebración de una serie de consultas sin la menor garantía democrática, el presidente impulsó la semana pasada la anexión de parte del ... sur y el este de Ucrania y realizó un aparatoso acto propagandístico para celebrarlo. En su discurso plagado de referencias históricas, Putin cargó contra el neocolonialismo de Occidente: «Quisiera recordar a Occidente que su política colonial comenzó en la Edad Media y desembocó en el genocidio de los pueblos de América Latina, la destrucción de África y de China, donde promovían la adicción a las drogas y cazaban a las personas como si fueran animales».
El mandatario enarboló la bandera anticolonial, con guiños incluidos a China, India y al continente África, retrotrayéndose a las Guerras del Opio y a la Segunda Guerra Mundial, para terminar colocando a Rusia al mismo nivel que estos países que han sufrido el yugo de una metrópoli. «Occidente quiere vernos como a una colonia, un grupo de esclavos sin alma». Finalmente, se ofreció a liderar un «movimiento anticolonial» para liberar el mundo. Lo cual no deja de ser una gran ficción, pues Rusia fue, como Putin mismo suele presumir al invocar el legado de la Gran Rusia, una potencia imperial con afán expansionista e intereses coloniales por todo el mundo. De hecho, el conquistar Ucrania y el mantener un control férreo sobre las antiguas repúblicas soviéticas son los últimos actos de un imperialismo aún vivo.
Prisión de pueblos
La Gran Rusia fue alumbrado por Pedro I en 1721 y protagonizó en los dos siguientes siglos un avance conquistador sin igual. En sus años de máxima expansión, ocupó casi 23 millones de kilómetros cuadrados y se extendió desde el mar Negro hasta Vladivostok, en las costas del mar de Japón. Países que hoy son totalmente independientes, como Finlandia, los Países bálticos, Ucrania, Bielorrusia, Polonia, Moldavia, parte de Rumanía, Armenia, Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán o Uzbekistán, formaban parte de este enorme imperio que tenía pocas diferencias en su forma de actuar con otras entes coloniales como Francia o Inglaterra.
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El Imperio ruso, llamado 'prisión de pueblos' , fue construido sobre los cadáveres de los pueblos indígenas no rusos que perecieron durante la constante ampliación de sus fronteras. «El Imperio ruso era un gran sistema colonial tanto en sus fronteras lejanas como en sus oscuras profundidades, (…) un imperio colonial como el de Gran Bretaña o Austria, y un territorio colonizado como el Congo o las Indias Occidentales», explica el historiador Alexander Etkind en su obra 'Internal Colonization: Russian Imperial Experience' (Polity Press, 2011).
Para llevar a cabo esta colonización dentro y fuera de sus fronteras, los rusos emplearon el esclavismo y la colonización forzosa para convertir en rusos tanto a los campesinos como para aquellos habitantes de la Pequeña Rusia (ucranianos) o los bielorrusos que los zaristas consideraban de su propiedad. Etkind defiende que en la Gran Rusia las sublevaciones campesinas tenían, por tanto, un carácter anticolonial: «Al expandirse a espacios enormes, Rusia colonizó a su propio pueblo. Fue un proceso de colonización interna».
La Gran Rusia, en el mundo
Los zares no se conformaron con su territorio continental. La expansión rusa desplegó, como otras potencias europeas, colonias por todo el globo. En América, se asentaron en Alaska, que en 1867 fue vendida a los Estados Unidos, y en un pequeño territorio de California, cuyo dominio sirvió para la caza de focas y otros animales. En África, hubo presencia rusa en Somalia a finales del siglo XIX, aunque los franceses los desplazaron rápidamente, y en la Isla-Colonia, conocida como la Madagascar Rusa, que fue adquirida por Rusia al fin de la Segunda Guerra Mundial.
Imperio ruso
en su máximo apogeo
Imperio ruso
Duración: 1721-1917
Superficie: 22.800.000 km²
Población: 89,9 mill. (1914)
Fuente: Elaboración propia / ABC
Imperio ruso en
su máximo apogeo
Imperio ruso
Superficie: 22.800.000 km²
Duración: 1721-1917
Población: 89,9 mill. (1914)
Fuente: Elaboración propia / ABC
En el Pacífico controlaron Kauai (Hawái), y en la costa, los rusos mantuvieron bajo su control la ciudad china de Lüshunkou hasta su derrota en la guerra ruso-japonesa (1904-1905). Esta guerra, que Rusia perdió de manera estrepitosa, no fue muy diferente a la Guerra del Opio, que Putin mencionó en su discurso, o a otros conflictos del periodo donde una potencia de estilo occidental trató de intimidar a un país que consideraba inferior con el único objetivo de quedarse con sus materias primas y ganancias territoriales.
Esta forma de actuar era puro colonialismo europeo, como criticaron los propios bolcheviques. «En Rusia el monopolio del poder militar, un territorio inmenso o las especiales facilidades para saquear a los pueblos indígenas no rusos, China, etc., en parte complementa y en parte sustituye al monopolio del capital financiero moderno de nuestra época», aseguró Lenin sobre esa Gran Rusia. Mientras que León Trotski afirmó que «el imperialismo bífido de la burguesía rusa tenía en el fondo el carácter de una agencia de otras potencias mundiales más poderosas».
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Tras el colapso de la URSS, que era también una prisión de naciones a su manera, los nostálgicos de la Gran Rusia, como Putin, se han valido de la fuerza militar para imponer su voluntad en el Cáucaso, Georgia, Chechenia, Osetia del Sur, Abjasia y Crimea ante el temor de que permitir la libre organización de estos pueblos desencadene la implosión de la Federación Rusa. Putin está convencido de que las tierras próximas a Rusia no son auténticas naciones o que, en todo caso, como publicó en un ensayo de 2012, son territorios menores que necesitan a Rusia como «Estado civilización» para la «misión histórica» de «civilizarlos». Todo ello convierte a Rusia, aunque el lobo se quiera disfrazar de víctima del colonialismo, en el único imperio europeo que ha resistido a todos los intentos de descolonización.
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