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Fuastino Chacón

Los trucos secretos del «hechicero incombustible» español que engañó a Europa y a Houdini

Los superpoderes de Faustino Chacón fueron reconocidos en la Francia del siglo XIX. Sus mentiras están íntimamente ligadas a la del ilusionista cuya historia se narra (a día de hoy) en la exposición «Houdini. Las leyes del asombro»

VIDEO: Carolina Mínguez ABC
Carolina Mínguez Cerro

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El « Señor Lionetto ». Con este pintoresco nombre era conocido en tierras francesas Faustino Chacón (más de Toledo que una vizcaína de los Tercios de Flandes ) allá por los comienzos del Siglo XIX. Sin embargo, este hombre tan castizo no se hizo famoso por clavarse (como el susodicho puñal) en el costado de un francés como si de mantequilla se tratase. Se hizo con un hueco en las portadas de los medios porque - mediante sus malas artes y sus mentiras - logró que todo París creyese que era un mago (o un superhombre) con la capacidad de tirarse ácido por el cuerpo o meterse en un horno encendido sin que su piel se quemase.

La realidad era totalmente diferente. Y es que (como desveló Houdini en una de sus más famosas obras) este « hombre incombustible » era un farsante que iba sobrado de ingenio. Con todo, en su momento el « Señor Lionetto » llegó a engañar a un comité de sabios galos que le sometieron a varias pruebas para determinar su incombustibilidad. Así fue como un español analfabeto humilló a los «cazabrujas» (o a los cazadores de farsantes) más destacados de Europa.

La historia de Chacón quedó, de esta guisa, ligada eternamente a la de Houdini . Algo que se explica en la exposición organizada en Madrid por la Fundación Telefónica (calle Fuencarral 3). La exhibición, llamada « Houdini. Las leyes del asombro », hace un repaso general de la vida del que -a día de hoy- es considerado uno de los ilusionistas más reconocidos de la Historia. Además, se esfuerza en mostrar todas las facetas de este personaje: desde su odio hacia los farsantes y hacia los espiritistas , hasta las horas que dedicaba a fortalecer su cuerpo en el gimnasio para poder resistir los trucos que, habitualmente, llevaba a cabo.

Por ello, hoy hemos querido recordar brevemente el por qué Houdini se esforzó en desenmascarar a personajes como el « Señor Lionetto » y, a su vez, la historia del « Hombre incombustible ».

El comienzo

El escapista más afamado de toda la historia nació en Budapest allá por 1874 con el nombre de Ehrich Weiss . Pronto descubrió que su pasión era atrapar la mirada del público mediante ilusiones y juegos de manos. A los 10 añitos, y ya en Estados Unidos, comenzó su carrera en el mundo de la magia. Por entonces disfrutaba poniendo a prueba la vista de sus pocos espectadores mediante trucos de cartas . Algo que, según explica la comisaria de la exposición María Santoyo a este diario, nunca se le dio demasiado bien. « No fue un cartomago demasiado bueno ».

Houdini, joven ABC

Pero Weiss sabía que la magia y el ilusionismo corrían por sus venas, así que no se rindió y comenzó su carrera en el mundillo como tantos otros: desde abajo .

«Era de una familia de origen húngaro que llegó a Nueva York como otros inmigrantes. Por eso no tuvo más remedio que iniciarse en pequeñas funciones de circo y en espectáculos callejeros . Empezó en la magia en “ freak shows ”, en barracas de feria, en los “museos de 10 centavos” (en los que se ofrecían curiosidades humanas, magia etc)...», añade la responsable de la exposición sobre Houdini. Aquel era el eslabón más bajo de la cadena, pero le sirvió para curtirse en los trucos.

PUEDES LEER LA HISTORIA DEL OTRO ESPAÑOL QUE INTENTÓ ENGAÑAR A HOUDINI SIGUIENDO ESTE ENLACE: El español con «visión rayos X» que retó a Houdini en 1924

De barracas a grandes escenarios

Para entonces, Weiss ya había puesto en práctica el que sería su gran truco de magia: cambiarse su nombre (nada americano) por el de Harry Houdini . Un título con mucho más gancho. «Se basó en Robert Houdin , un mago del SXIX que consiguió sacar la magia de la calle y llevarla a los teatros más elegantes. Logró hacer que empezara a pasar de las barracas a un público más culto, que empezase a interesar a una clase social más alta y elegante. También popularizó el atuendo clásico de mago (el de frac y chistera ) y fue un pionero a la hora de utilizar artilugios mágicos muy complejos. Houdini tomó su nombre añadiéndole una “i”. Curiosamente, hoy hemos olvidado a la figura que le dio su nombre y él es el que es famoso», añade Santoyo.

Houdini, siguiendo su legado, llevó ese ilusionismo de baja estofa hasta las clases populares. Mediante sus trucos (tanto de manos como de marketing , pues supo popularizar su imagen como un auténtico vendedor de coches) logró convertirse en un icono nacional. Y lo hizo mediante la mezcla perfecta entre magia y escapismo ( el arte de escapar de lugares aparentemente imposibles como una camisa de fuerza ). «Su virtud fue llevar la magia de ese ámbito denostado y pobre, hasta lo más alto. De su mano, la magia empezó a ser todo un espectáculo de masas», determina la experta.

Harry, en definitiva, pasó de ser un pequeño inmigrante que adoraba entretener al público, a una auténtica estrella de la magia que fue ganando fama hasta lograr llenar teatros y estadios . Todo ello, innovando constantemente para aseguararse de sorprender a aquellos que pagaban la entrada.

«De manos de Houdini, la magia salió de ese ámbito de barraca y pasó a los principales teatros occidentales. Houdini consiguió que el ilusionismo y el escapismo empezarán a ser masivos . Se convirtieron en grandes exhibiciones públicas que conectaban con la sociedad del espectáculo y el consumo de masas. Era como lo que hace, a día de hoy, Copperfield cuando llena estadios», añade Santoyo a este diario.

«De manos de Houdini, la magia salió de ese ámbito de barraca y pasó a los principales teatros occidentales»

Pero... ¿Cómo logró un mago de tres al cuarto y que no destacaba en ningún ámbito hacerse tan famoso? Esta cuestión es la que aborda la exposición que, en los próximos meses, se podrá visitar en la Fundación Telefónica.

Aunque es difícil responder, todo se resume a una mezcla de riesgo (en sus trucos parecía ponerse al límite de la vida y la muerte), una brutal preparación física (Houdini entrenaba a diario para que su cuerpo resistiese cualquier inconveniente) e inventiva (innovaba constantemente para que nadie le copiase). Con todo, siempre contó con una serie de trucos de «cabecera» que le granjearon ser conocido a los dos lados del Atlántico.

«Cazabrujas», del amor al odio

Durante sus comienzos como mago, Houdini también tuvo relación con el espiritismo de primera mano. Como bien se narra en la exposición de Fundación Telefónica, este ilusionista llegó a incluir en sus funciones un número en el que decía contactar con el más allá. Algo habitual en la época ya que, tras la Primera Guerra Mundial , eran miles y miles las personas que buscaban consuelo hablando con sus parientes fallecidos en la contienda.

Nuestro protagonista, junto a su mujer ( Bess ), ganó mucho dinero durante meses estafando a la sociedad. Haciéndoles creer, en definitiva, que las almas de sus familiares muertos podían comunicarse con él.

Sin embargo, este número fue uno de los más cortos de toda su carrera. «Houdini y Bess dejaron de practicarlo cuando vieron el efecto que causaba en la audiencia. Tenían reparos éticos, no querían jugar con ese tipo de sensibililidades », añade Santoyo.

Harry Houdini ABC

Aquel fue el comienzo del odio de Houdini por los espiritistas. Una aversión que aumentó drásticamente cuando el mago intentó contactar con su madre fallecida (a la que realmente amaba) a través de decenas de espiritistas y médiums. Todos ellos, estafadores que solo buscaban sacarle el dinero y la ilusión . Entre los mismos se incluyó, curiosamente la esposa de su gran amigo Conan Doyle , ya no tan amigo a partir de entonces.

Enfadado por la pérdida de su madre en 1913, y sabiendo que era blanco de mentirosos, Houdini comenzó a partir de entonces una cruzada contra los falsos espiritistas , médiums y cualquier sujeto que dijera que tenía poderes paranormales . Personas que, según decía, se aprovechaban de la desgracia ajena para llenarse su bolsa de oro.

«Houdini observaba que quienes se atribuían poderes, lo que realmente hacían era usar trucos de magia para engañar al público»

«Más que no creer en la posibilidad de contactar con el más allá, Houdini observaba que quienes se atribuían esos poderes lo que realmente estaban haciendo era usar trucos de magia para engañar al público. Trucos que él conocía a la perfección. A lo que él se dedicó fue a desenmascarar los fraudes espiritistas . Tenía varios recursos. El primero era ir personalmente a las casas en los que esos supuestos médiums celebraban sus sesiones. Allí los desenmascaraba durante su espectáculo. Pero cuando le prohibieron la entrada en ese tipo de espectáculos, porque sabían que iba a destruirlos, contrató a una espía que se disfrazaba y entraba en los espectáculos para desacreditarlos », añade Santoyo a ABC.

Durante sus últimos años de vida, incluso, llevó a cabo una gira llamada « Tres en uno » en la que, además de mostrar sus trucos habituales, también dedicaba un buen espacio de tiempo a mostrar a los presentes cómo trataban de engañarles los médiums y los falsos espiritistas . Normalmente, mediante pequeñas trampas lumínicas o manifestaciones fantasmales más falsas que un dólar de madera.

Contra el «hombre incombustible» español

Además de cargar de frente contra los estafadores, Houdini escribió -allá por 1924- un libro en el que rendía tributo a los que habían sido sus compañeros de profesión. Es decir, a todos los barraqueros y a los magos de baja estofa que le habían acompañado cuando daba sus primeros pasos haciendo juegos de manos.

No obstante, lo hizo de una forma algo curiosa: desvelando sus trucos y demostrando que, aunque eran muy buenos en el arte de la ilusión, no eran más que unos timadores que (en más de un caso) solo buscaban el dinero fácil. «En 1924, Houdini escribió un libro que se llamaba “ Traficantes de milagros ”. Es uno de los pocos que, a día de hoy, está traducido al castellano. En él nos habla de sus métodos. Pero también nos explica figuras que tienen un origen casi medieval: tragafuegos , escupidores de fuego , tragasables , faquires ... Ese tipo de figuras de una magia más radicada en la feria», señala Santoyo.

Tragafuegos Goya

En ese extenso listado, Houdini únicamente hace referencia a un español . Su caso lo explica en el capítulo tercero de «Traficantes de milagros» bajo el título « Un fenómeno asombroso. El señor Lionetto, el español incombustible ».

El mago le dedica varias páginas a explicar las capacidades de este hombre (que viajó de España a Francia, donde continuó actuando durante años) y era capaz de proezas tales como -en palabras de nuestro protagonista- estar «cinco minutos con las piernas sumergidas en aceite a 97 grados Reáumur ( 121 grados celsius ) sin que aquello afectase a sus sentidos ni le causase daño alguno en la superficie de la piel». Pero no solo eso, sino que también podía «l avarse la cara y las extremidades superiores » con ese aceite sin sufrir dolor, o sujetar una barra incandescente entre sus dedos.

«Houdini menciona un caso que fue especialmente famoso del siglo XIX, que es el del "Señor Lionetto"»

El caso del «Señor Lionetto» causó gran asombro en Houdini, quien habló de él como un distinguido artista. Con todo, también dedicó varias páginas en su «Traficantes de milagros» a elucubrar sobre los diferentes métodos que podría haber utilizado este español para engañar al mundo .

«Houdini menciona un caso que fue especialmente famoso del siglo XIX, que es el del "Señor Lionetto". Era un español que se llamaba el “Hombre incombustible”. En la exposición tenemos un libro de la biblioteca nacional que habla sobre él. Parece que era uno de los mejores tragafuegos de la época . Además, lograba meterse en un horno.... Era un tipo especialmente dotado, con una fama extendida en Europa. Houdini desveló sus trucos . Era lo que quería para quedarse como el único estandarte de la magia», explica la comisaria de la exposición.

La fantástica historia de Chacón

¿Qué se decía del « Hombre incombustible »? ¿Cuáles eran sus bondades y poderes? Estas preguntas quedaron respondidas en el siglo XIX mediante un tratado publicado en 1806 y llamado « Breve discurso sobre las operaciones que el “Hombre incombustible” ha manifestado al público ». Esta obra afirma que el «Señor Lionetto» nació realmente como Fuastino Chacón , y se deshace en elogios hacia él: «El presente caso, que tanto ha ocupado la imaginación de los sabios mas celebres de Francia, debe formar época entre todas las maravillas dadas á conocer ; y no hay duda merecerá conseguir esta gloria».

A su vez, esta pequeña obra pretendía, según señalaba en las primeras páginas, desvelar la verdadera historia del hispano, para huir de todas las falacias que se estaban contando sobre él a lo largo y ancho de Europa.

Según explica esta obra, Faustino Chacón había nacido en Toledo allá por 1780 (o 1779 , pues la fecha no está clara) de la unión entre Antonio Chacón y María Avellaneda . Como católico, fue bautizado en la Parroquia de San Isidro y, con el paso de los años, viajó hasta Talavera de la Reina , donde se crió. Hasta los diez años, el futuro «Hombre incombustible» vivió junto a su familia de aquello que ganaban vendiendo quincalla . Posteriormente se trasladó hasta Oropesa, donde nuevamente empezó a sentir el sufrimiento del hambre debido a la falta de trabajo.

Fue entonces cuando Faustino recordó algo que, de pequeño, se le había quedado grabado en la memoria. «Sintiendo su necesidad extrema, y discurriendo otros medios por donde se le proporcionasen mayores arbitrios, se acordó que su madre le había dicho varias veces que siendo niño de pocos meses había caído en un fogón sin hacerse daño ». Según el texto, pasó varios días pensando si había sido casualidad, hasta que « tentó la lumbre » y se dio cuenta de que no sufría quemadura alguna. Desde entonces fue atreviéndose a mayores pruebas, hasta « aventurarse a entrar en un horno de pan ».

Con todo, y siempre en palabras de la obra (y de la leyenda que él mismo se creó) su verdadera prueba la pasó en Cádiz. Al parecer, Faustino dio con sus huesos incombustibles (allá por 1797) en la ciudad cuando estaba siendo bombardeada por una armada inglesa (cosa no demasiado rara en el siglo XVIII, por cierto).

Allí, mientras paseaba, se percató de que « una confitería en el barrio de la viña» estaba ardiendo por culpa de un disparo. ¿Qué decidió? Aprovechar sus poderes y rescatar a las personas que se habían quedado encerradas en el edificio. El éxito fue total, y su fama también. Y es que, a partir de ese momento inició una serie de actuaciones « solo cuando se veía escaso » de liquidez en el banco.

Tal y como recoge la crónica, Faustino recibió entonces la invitación de un tal Robinson («hábil literato, y profesor de lenguas Inglesa y Española en París») de acompañarle hasta Francia. En la capital gala Chacón pudo demostrar nuevamente sus presuntos poderes, y lo hizo frente a algunos de los mejores científicos. Las pruebas que pasó según esta obra laudatoria fueron las siguientes:

La terrible verdad

Después de demostrar que era todo un superhombre frente a los médicos de París, Faustino se convirtió en toda una estrella en Francia. Por ello, decidió no regresar a España (donde era considerado un curandero ) y empezó a llevar a cabo un show a lo largo del país.

Los galos jamás dudaron de su palabras. Al menos, así fue hasta que un experto llamado Sementini se dio cuenta de cómo llevaba a cabo sus mentiras. Tras percatarse de la estafa, replicó los trucos usando su propio cuerpo para ensayar y... por suerte salió bien. El «Hombre incombustible» fue cazado y desenmascarado.

Concretamente (y a pesar de que posteriormente explicaremos, en palabras de Houdini, los trucos de forma más extendida), Sementeni estableció que todo radicaba en una especie de «jabón duro». Una sustancia que Chacón se frotaba varias veces sobre todas las partes de su cuerpo (especialmente la lengua) y que, acompañada de una posterior capa de azúcar granulada, le hacía inmune al fuego durante un tiempo.

Sus trucos

Houdini, por su parte, dedica varios epígrafes de su libro de 1924 a explicar sus trucos, o algunos similares.

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