Heroínas del Imperio: las guerreras olvidadas que se travistieron para defender España
Toreras, militares, 'cowgirls'... Laura Manzanera analiza en 'Insumisas' dos mil años de mujeres que abandonaron la falda y el vestido para poder acceder a un mundo masculino

Los tintes que alberga de leyenda la vida de María Pérez de Villanañe no oscurecen sus gestas ni esconden su heroicidad. Narra el nobiliario de Luis Varona (fechado en el siglo XVII) que nuestra protagonista quiso participar, armas mediante, el enfrentamiento entre ... Alfonso VII y Alfonso I el Batallador . Anhelaba combatir junto a sus hermanos, pero haber nacido mujer se lo impedía. La solución fue embutirse en la impedimenta de un caballero de la época. Vaya si le salió bien. Llegado el momento álgido de la contienda, cuando sus compañeros castellanos huían ante el empuje aragonés, asió un arma y se lanzó en solitario contra el enemigo al grito de «¡Muera el hombre y viva el nombre!» . Todos los que salían por piernas se giraron y volvieron al combate enardecidos por su valor. A continuación, venció en combate singular al monarca contrario después de quebrar la espada contra su armadura. Casi nada.
Para la periodista, escritora y divulgadora histórica Laura Manzanera, autora de la obra ‘Insumisas’ (Principal, 2021) , la de Pérez de Villanañe es una de las muchas historias de mujeres guerreras que España atesora en su pasado. Por eso, según afirma a ABC, ha dado vida a este libro; porque era necesario desempolvarlas y demostrar que, a pesar de lo que nos han contado, ‘ellas’ también lucharon en el frente, aunque fuera vestidas de hombres para no levantar sospechas. Así, por las páginas de este libro (ameno y grácil de leer) discurren personajes como Jimena Blázquez –famosa por defender Ávila de los musulmanes–, Catalina de Eraúso –más conocida como la ‘ Monja alférez ’– o Francisco Guarch . Amén de otras tantas como las conquistadoras que fueron a las Américas o, incluso, alguna noble medieval.
Pero la obra de Manzanera no se centra solo en las lindes castizas. Si bien España supone una buena parte del libro, también sale fuera de nuestras fronteras para analizar las desventuras de otras heroínas tan desconocidas como Marie-Angélique Duchemin Brûlon . Más gala que una baguette, esta combatiente recibió una de las más altas condecoraciones francesas tras haber salvado la vida a uno de sus oficiales y haber demostrado sus arrestos a las órdenes –entre otros– del mítico Napoleón Bonaparte . Como ella, casi un centenar de guerreras, marineras, piratas, ‘cowgirls’, villanas, poetisas, futbolistas y hasta toreras desfilan por ‘ Insumisas ’. Todas, como afirma la autora a este diario, obligadas a travestirse para introducirse en un mundo de hombres. «Me gusta decir que tenían falda bajo el pantalón», señala.

¿Cuál es el denominador común de todas las mujeres que recoge en su obra?
El hilo conductor, el denominador que une a todas las insumisas, es que se atrevieron a romper la norma social básica: la de vestimenta. Ninguna lo hizo por capricho o estética. Cada una tuvo sus razones. Muchas querían huir de la vida que les esperaba por tradición; no querían ser esposas, madres, criadas o prostitutas. Anhelaban tener un trabajo para ganarse un sueldo. Otras buscaban el amor o la aventura. Para algunas era una forma de sobrevivir.
Una de las primeras españolas que recoge es la dama de Arintero. ¿Qué hay de verdad y de mito en su historia?
El de la dama de Arintero es el mito de la doncella guerrera en su máximo exponente. Su historia se adentra en la etapa de los Reyes Católicos y la lucha contra los portugueses. La leyenda tiene mucho peso por el siglo en el que se sucede (el XV). Se afirma que estuvo en la batalla de Toro ; que se enfrentó a muchos caballeros; que la armadura se le desmontó y se le vio un pecho… Se dice también que el rey perdonó su atrevimiento e incluso le dio privilegios. Son todos arquetipos que se repiten en otros países al hacer referencia a historias similares.
¿En qué consiste el mito de la doncella guerrera?
Eran, tradicionalmente, las chicas que se vestían de varón para acudir a la llamada de un rey. Lo normal es que fuera en sustitución de su padre, que ya era muy mayor y no podía luchar. Quizá el caso más famoso sea el de Mulán , aunque saliendo de nuestras fronteras. El mito es transversal y sus patrones se repiten en todo el mundo.
Un caso similar es el de María Pérez de Villanañe, cuya historia parece sacada de una novela de caballerías...
Al caso de la Varona, como se la conocía, le sucede algo parecido. Las crónicas afirman que venció en un combate singular –y cuerpo a cuerpo– a Alfonso I, rey entonces de Aragón y Navarra . Su historia se hizo tan famosa que Lope de Vega la incluyó en una de sus comedias. ¿Hasta qué punto fue real? Me encantaría que fuese verdad al cien por cien, pero parece algo exagerado. En todo caso, es indudable que el suceso está basado en hechos reales.
¿Podemos asegurar que episodios como el de Jimena Blázquez se sucedieron?s
En este episodio influyó mucho la exacerbación nacionalista, algo que el romanticismo hizo con otros tantos personajes más literarios. Su historia, resumida, es que ayudó a defender la ciudad de Ávila de los musulmanes cuando los hombres se habían marchado a hacer la guerra. Las crónicas cuentan que comandó un grupo de mujeres que se vistieron como soldados para engañar al enemigo. Luego, pusieron muchas antorchas en las murallas y tocaron trompetas para dar a entender que, dentro, había un gran ejército congregado. Los árabes cayeron en la trampa y se retiraron. Lo curioso es que, una vez más, este es un suceso que guarda muchas similitudes con otros que se pueden hallar en Grecia y Roma.
Era imposible que faltara en esta curiosa ecuación Catalina de Eraúso...
En efecto. Catalina de Eraúso es, para mí, la más conocida de las insumisas que aparece en el libro. La mayoría de la información que existe sobre ella se basa en su autobiografía. Su historia es increíble, es la de una mujer que fue a hacer las Américas en una época en la que eso era extraño para una dama. Se escapó de un convento en su infancia y, casi desde ese mismo momento, se vistió de chico. Se podría decir que tenía el carácter de aquellos que daban el salto hacia el Nuevo Mundo: aguerrida, valiente, no se conformaba con nada... También bebía como el que más, era una jugadora empedernida, era una asesina confesa, no despreciaba los duelos... Estaba claro desde el principio que la suya no iba a ser una vida normal.
¿Qué es lo que más le sorprendió de su historia?
Hay un punto que me llama mucho la atención de la historia de Catalina. Cuando tenía cierta edad y era perseguida por la justicia, decidió confesar que era en realidad una mujer. Se dice que fue porque estaba arrepentida, pero yo me inclino a pensar que quería salvar el pellejo. Sorprende que, cuando se conoció la noticia, tanto Felipe IV como el Papa de Roma le permitieron seguir vistiendo de hombre y mantener el nombre de Antonio. Hasta le dieron una pensión por los servicios prestados. Algo inaudito. Ella mantuvo hasta el final el argumento de que, al haber combatido como soldado, debía vestir como tal. Una idea similar, por cierto, a la que esgrimió Juana de Arco en su juicio. Ella decía que Dios le había mandado una misión, pero que, como la tarea que le encargaba era la de un hombre, debía vestir como tal.

¿Se ha exagerado el papel de Juana de Arco como guerrera?
Juana de Arco no luchaba cuerpo a cuerpo ni portaba armas. Era una abanderada, una líder de soldados y regimientos. Animaba a sus compañeros y dirigía combatientes, pero nada más, y nada menos, vaya. Es no quita que fuera clave para que Carlos VII recuperara el trono de Francia.
Siglos después, otras como Catalina Guarch engañaron a sus superiores hasta tal punto que la ascendieron...
Sí. A ella se la conoce como la heroína del Maestrazgo. Su historia se enmarca en la tercera Guerra Carlista . Ella quería participar como lo habían hecho su padre y uno de sus hermanos. Se alistó como voluntaria travestida y demostró su valor en campaña. La historia cuenta que, en el fragor de la batalla, venció a un jinete y obligó a rendirse a otro. Fue ascendida y galardonada con la Cruz Roja del Mérito Militar . Es una de las insumisas más desconocidas que he podido hallar, aunque hay otras muchas.
También recoge una combatiente que luchó contra Napoleón...
María Martina Ibaibarriaga . Se alistó en la Guerra de la Independencia después de que los franceses mataran a varios miembros de su familia. Fue por pura venganza. Se travistió y subió poco a poco en el escalafón. En la batalla de Vitoria llegó a comandar una carga contra los galos. Destacó tanto que el duque de Wellington quiso conocerla en persona. Al parecer, cuando se supo su verdadera identidad, muchos oficiales no podían creérselo.
¿Cómo lograban esconder su verdadero sexo?
Hubo muchas que lo intentaron y las descubrieron en poco tiempo. Otras, como el caso de Catalina de Eraúso, lo lograron. En los buques era relativamente sencillo hacerse pasar por grumetes. Al fin y al cabo llevaban camisas anchas que disimulaban el pecho, pañuelos que escondían la nuez… Hasta podían dejarse el pelo largo recogido porque era una moda dentro de la juventud de la época. Otra cosa era el día a día: vivían hacinados en cubierta, tenían que subirse a los palos… Ese era un reto mayor.
También hay que tener en cuenta los prejuicios de la época. Se puede ver con un ejemplo. La primera mujer que dio la vuelta al mundo en la expedición de Bouganville logró esconder su sexo durante meses. Sin embargo, cuando desembarcaron en Haití los nativos descubrieron su secreto al instante. La única explicación posible son los prejuicios de Occidente. Aquí, si llevabas el pelo corto y una vestimenta determinada lograbas engañar a los que te rodeaban. Pero ellos no estaban ‘infectados’, si se me permite el término, con estas ideas.

Cuenta, de hecho, que usaron algún invento curioso para engañar a sus compañeros
En efecto. En los barcos la higiene brillaba por su ausencia. Los hombres orinaban hacia el mar desde el puente de popa. Hay constancia de que alguna mujer disimulaba haciendo lo mismo con un pequeño embudo de metal.
¿Tuvieron cómplices dentro de los ejércitos?
Existen muchos casos, principalmente de mujeres soldado, en los que sus compañeros se percataron de lo que sucedía y no las delataron. Pero no eran muy abundantes. La mayoría de las veces las atrapaban y las devolvían a casa. O, como mucho, eran enviadas a retaguardia a hacer labores que, por entonces, se consideraban femeninas (enfermería, cuidado de soldados…).
Aunque no fue una guerrera como tal, narra la historia de una torera cuya historia soliviantó a la sociedad
Sí. Fue un caso muy curioso. A principios del siglo XX había mujeres que se dedicaban a la lidia. María Salomé Rodríguez , conocida como ‘Reverte’, había toreado en las plazas más importantes y era muy reconocida. Pero, a principios del siglo XX, un decreto les prohibió ejercer. Ella confesó entonces que era un hombre y se llamaba Agustín. Las dudas se generalizaron, pero ella (o él) siguió en las plazas. Todavía se desconoce cuál era su sexo real porque no hay informes médicos ni autopsias. El misterio sigue vivo.
Ahora que el fútbol femenino español está de celebración, y aunque no sea una 'guerrera' como tal, tampoco podemos obviar a Anita Carmona...
En principio, muy jovencita, empezó de masajista en el Sporting de Málaga . Pero quería jugar. Al final, con la ayuda de un sacerdote y de un familiar se vistió de hombre y participó en varios partidos sin que nadie se percatase de su verdadero sexo. Así, hasta que la descubrieron. Tuvo que marcharse y terminó en Vélez-Málaga, donde 'fichó' por un equipo en el que estuvo –por descontado, travestida– entre finales de los veinte y principios de los treinta. La llamaban ‘el Veleta’. Fue uno de sus jugadores punteros y, en la práctica, la primera futbolista profesional.
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