Karlos Arguiñano por fin cuenta cómo hacer huevos fritos: «Hay que aproximarse lo más posible al aceite»

Si pensabas que ya lo sabías todo sobre cómo freír un huevo, espera a ver esto.

Estamos tan acostumbrados a freír los huevos en la sartén que pocas personas se atreven a probar otras formas. Sin embargo, Arguiñano rompe con lo clásico y opta por un cazo pequeño para esta elaboración.

La razón es simple: al usar un recipiente más profundo, se puede cubrir el huevo completamente con aceite sin necesidad de gastar mucho. Esto ayuda a conseguir una fritura más homogénea y rápida.

Además, el tamaño del cazo hace que el aceite alcance antes la temperatura ideal, que debe ser alta para conseguir un huevo frito perfecto. Esto es clave para que el huevo se fría como es debido: rápido, sin absorber grasa de más y con un acabado perfecto.

Uno de los grandes miedos a la hora de freír huevos es que el aceite salpique. Aquí viene el consejo estrella de Arguiñano: no hay que echar el huevo desde lejos. Al contrario, hay que acercarse al máximo al aceite caliente, sin llegar a tocarlo, claro está. De esta forma evitamos que el aceite salte y nos queme.

Eso sí, el huevo debe estar fresco y sin restos de cáscara. Para conseguirlo, puedes romperlo previamente en un plato o un bol pequeño y, desde ahí, verterlo suavemente en el cazo.

Con el aceite muy caliente y el huevo dentro del cazo, sólo necesitas esperar unos 40 segundos para que el huevo esté completamente frito. En ese poco tiempo, verás cómo la clara se infla ligeramente y se forma una especie de bola. Ése es el momento exacto para sacarlo del cazo.

Si te pasas de tiempo, la yema se cuajará demasiado. Pero, si lo haces bien, conseguirás una textura crujiente por fuera y una yema cremosa en el interior.

Sácalo con una espumadera para escurrir el exceso de aceite y colócalo directamente sobre papel absorbente o sobre el plato en el que lo vayas a servir.

Además del aspecto redondeado que lo hace muy llamativo, este tipo de fritura da un toque distinto en sabor y textura. La clara queda más aireada y crujiente. La yema mantiene su cremosidad sin que se mezcle con el resto. Perfecto para servir con un pisto, con el clásico arroz a la cubana, sobre una crema de verduras o como acompañamiento de unas patatas fritas con jamón.

Arguiñano lo resume muy bien: «queda una maravilla de huevo». Y tiene razón, es una forma sencilla de darle una vuelta a un clásico de todos los días.

Así que, la próxima vez que vayas a freír un huevo, ya sabes cómo hacerlo diferente y mejor. Como diría el propio Arguiñano: rico, rico y con fundamento.