Arguiñano por fin revela cómo coger una merluza antes de cocinarla: «Hay que tener cuidado con los dientes»

Aunque no lo parezca, la merluza tiene dientes pequeños pero afilados, y cuando está muy fresca o incluso viva, tocar la zona equivocada puede acabar en un pequeño mordisco y en una herida que puede infectarse.

Lejos de complicarse, Arguiñano lo resume con su naturalidad habitual: «Lo mejor es cogerla por la zona de los ojos».

Y tiene todo el sentido. Esa parte permite agarrarla con firmeza y sin dañar la carne, evitando además el contacto directo con la boca del animal. Esta técnica es especialmente útil si vas a limpiar la merluza entera en casa, filetearla o cocinarla tal cual.

Coger bien la merluza no sólo evita sustos: también garantiza que no se estropee antes de llegar a la sartén o al horno.

Si la agarras por el cuerpo, puedes aplastar los lomos.

Si la coges por la boca, te arriesgas a pincharte con los dienteo a dañar la zona más delicada, la cococha.

Y si vas a cocinarla entera, mantener su forma es clave para que luzca bien en el plato.

Un gesto tan simple como usar la zona de los ojos como punto de sujeción marca la diferencia entre una buena preparación y una chapuza de principiante.

Además de ser fácil de manipular con este truco, la merluza es uno de los pescados más versátiles de nuestra cocina. Su carne blanca, suave y jugosa se adapta a todo tipo de elaboraciones: desde clásicos como la merluza a la koskera o merluza en salsa verde, hasta preparaciones más ligeras como al vapor, a la plancha o en papillote.

También se puede cocinar rebozada, al horno con patatas, en tacos para tacos marineros o incluso formar parte de guisos marineros o sopas.

Su sabor neutro y su textura hacen que combine bien con hierbas frescas, salsas cítricas, ajos dorados o sofritos de tomate. Por eso, es un pescado perfecto tanto para el día a día como para platos más especiales. En GURMÉ te damos algunas ideas de recetas con merluza para qu elijas las que más te gusten.

No es la primera vez que el cocinero vasco nos enseña sus trucos de cocina en los que nos demuestra que no hacen falta grandes técnicas ni herramientas complicadas: basta con conocer bien el producto y aprender a tratarlo con respeto y precisión. Así, por ejemplo, nos ha enseñado a saber si un huevo está cocido, cómo hacer que nuestros guisos queden más melosos o cómo ahorrar tiempo haciendo croquetas.