Adiós a las bolsas de plástico para guardar el pan: esta es la forma perfecta para que esté suave durante días
Es una manera ecológica de conservar el pan para comerlo como recién hecho todos los días
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Iniciar sesiónEl pan recién hecho es uno de esos pequeños placeres diarios que cuesta mantener. En cuanto pasan unas horas, el olor se disipa, la corteza se endurece y la miga pierde ese punto elástico que lo hace irresistible. Muchas personas optan por guardarlo en ... bolsas de plástico, pensando que así se conservará mejor. Pero eso, más que ayudar, acorta su vida.
La buena noticia es que hay una alternativa sencilla, económica y ecológica para mantener el pan fresco durante días. Aquí te contamos cómo hacerlo.
El error más común: el plástico
Guardar el pan en una bolsa de plástico parece lógico, pero lo que realmente ocurre es que se crea un ambiente húmedo en el que el pan «suda». Esa condensación ablanda la corteza y convierte la miga en algo gomoso. En poco tiempo puede aparecer moho, el aroma desaparece y el sabor se apaga.
Por otra parte, dejarlo al aire libre tampoco es buena idea, porque el pan se seca, el interior se endurece y la corteza se vuelve correosa.
La clave está en el equilibrio. Hay que mantener un flujo de aire controlado sin perder del todo la humedad. Para conseguirlo, hay que cambiar la manera de envolver y guardar el pan.
El truco: dejarlo respirar
Los buenos panaderos no guardan el pan en plástico, y tienen una buena razón para ello. Usan bolsas de papel o paños de algodón, que permiten que el aire circule y el vapor se escape sin condensarse. De esta forma, la corteza se mantiene firme y la miga conserva su suavidad.
Si compras el pan en una panadería, guarda las bolsas de papel que te suelen dar y reutilízalas. También puedes usar bolsas de tela lavables, que duran años y ocupan poco sitio en cualquier cajón.
Envolver el pan de forma ajustada, pero sin apretarlo demasiado, y doblar la abertura hacia abajo ayuda a reducir las corrientes de aire, evitando que se reseque.
El resultado es un pan que conserva mejor su textura, su olor y su sabor durante más tiempo, sin necesidad de plástico ni conservantes.
Dónde guardar el pan
No todos los lugares de la cocina son adecuados para conservar el pan. Guardarlo cerca del horno, la vitrocerámica o una ventana acelera su deterioro. Los cambios de temperatura hacen que la humedad entre y salga del pan, provocando condensación o sequedad.
El mejor sitio es un lugar fresco, con temperatura estable y protegido de las corrientes de aire. Una panera de toda la vida es perfecta. En su defecto, puedes hacerte con una caja de madera o de cerámica. Estos materiales mantienen una ligera humedad en el interior del pan sin atrapar vapor.
Si no tienes nada parecido en casa, puedes usar una olla con tapa, una cocotte o un armario tipo despensa. Lo importante es combinar el envoltorio transpirable con un espacio estable.
Y si has comprado más pan del que vas a consumir en un par de días, la solución más práctica es congelarlo. Cuando quieras, sólo tienes que descongelar el pan que necesites y lo tendrás listo, como recién hecho, cada día.
Si el pan ya se ha puesto duro, no lo tires, puedes recuperarlo. Envuelve la pieza en un paño húmedo y caliéntala unos minutos en el horno a temperatura baja. El vapor rehidratará la miga y la devolverá a la vida (aunque también puedes hacer deliciosas recetas con pan duro).
Así que, ya sabes, con unos pocos trucos puedes conservar el pan tierno y apetecible durante días, como si acabara de salir del horno.
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