Está relleno de jamón y queso pero no es un sándwich: esta es la receta que me encanta como almuerzo o cena

Aunque a menudo asociamos las quesadillas a ingredientes como pollo, verduras salteadas o guacamole, la combinación clásica de jamón y queso sigue siendo imbatible. Y si usas buenas tortillas, un queso que se funda bien y el toque justo de calor en la sartén, el resultado es mucho más que la suma de sus partes.

Lo mejor de esta receta es que puedes ajustarla al milímetro según lo que necesites: si quieres algo más proteico, usa jamón serrano o pavo. Si te apetece algo más vegetal, añade calabacín en rodajas, espinacas o champiñones salteados. Incluso puedes usar queso sin lactosa o tortillas integrales si estás cuidando la digestión o reduciendo calorías. Es esa clase de receta comodín que siempre funciona.

Además, es ideal para preparar con niños o cuando tienes poco tiempo: no ensucia casi nada, no requiere horno ni electrodomésticos especiales y queda lista en menos de 10 minutos. Puedes hacer varias de una vez y guardarlas ya montadas en la nevera, listas para pasar por la sartén cuando te apetezca algo rico y reconfortante.

Coloca una tortilla sobre una sartén caliente sin aceite. Añade dos lonchas de queso y dos de jamón. Tapa con otra tortilla y deja que se dore durante 2-3 minutos a fuego medio-bajo.

Da la vuelta con cuidado y repite por el otro lado hasta que el queso se haya derretido. Retira, corta en triángulos y ¡a disfrutar!

Para que la quesadilla quede crujiente por fuera y bien derretida por dentro, lo ideal es cocinarla a fuego medio y presionar ligeramente con una espátula mientras se hace. Si el queso no se funde bien, puedes tapar la sartén durante unos segundos para concentrar el calor. Otra opción es meterla en el horno o en una sandwichera si prefieres no usar sartén.

Puedes personalizar el relleno al gusto: añadir tomate seco, cebolla caramelizada, champiñones o incluso una capa fina de mostaza suave que le da un toque especial. Acompáñalas con una ensalada verde o con guacamole casero si quieres convertir esta receta sencilla en un plan completo.

Además de ser rápida y sabrosa, esta receta aporta una combinación equilibrada de hidratos y proteínas. Eso sí, recuerda moderar el consumo de quesos muy grasos o embutidos si estás cuidando tu ingesta calórica diaria. Si eliges bien los ingredientes, puede ser perfectamente parte de una dieta equilibrada.

Esta receta es una de esas que puedes incorporar a tu menú semanal sin cansarte. Tiene ese equilibrio perfecto entre sabor, facilidad y textura que hace que cada bocado sea reconfortante. Además, con un poco de imaginación, puedes convertirla en algo diferente cada vez que la prepares.