La reacción de Íñigo Onieva a la entrevista de Tamara Falcó en 'Sálvame'

Tras sus declaraciones, desde el entorno de Íñigo reconocen preocupación y desasosiego. El joven no está pasándolo bien. Se le señala públicamente como un ser despojado de sentimientos, frío y maquiavélico pero nadie parece reparar en sus miedos. Íñigo, dicen aquellos con los que whatsappea, está abochornado y realmente afectado. Teme que ese beso desafortunado y que ni recuerda sirva como excusa para endosarle otros supuestos engaños que nunca sucedieron. Reconocer públicamente un desliz en un lugar como el Burning Man y convivir con los apuñalamientos mediáticos no es una cuestión baladí.

Onieva quiere que el tiempo pase a más velocidad. Sigue teniendo la esperanza de que, más pronto que tarde, Tamara recupere la confianza perdida y le de una nueva oportunidad. Se ha dado cuenta de su error y, por supuesto, no tendrá inconveniente en ratificar las palabras que escribió y compartió en Instagram. Haría bien en mostrarse real, humano y permitiendo que aquellos que le tachan de inmisericorde, pudieran ver cómo se encuentra en realidad. No debería esconder sus emociones ni mucho menos huir como si ese beso clandestino fuera un delito penado con cárcel.

Arropado por los suyos, se siente pequeño e indefenso. Se culpa de este final amargo e indeseado, pero se está dejando aconsejar. Pronto tendrá que retomar sus rutinas, volver al trabajo, y recomponer una vida que ahora está partida en dos.