Luis Martínez de Irujo, el discreto forjador de aristócratas
El primer marido de Cayetana murió hace 50 años y se mantuvo deliberadamente en un segundo plano para convertir a la Casa de Alba en el prototipo moderno de la nobleza española
La vida de Luis Martínez de Irujo, en imágenes
Madrid
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Iniciar sesiónUn carruaje tirado por mulas salió del Palacio de Las Dueñas el 12 de octubre de 1947. En su interior, con el uniforme de la Real Maestranza, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó acompañaba a su hija Cayetana al altar de la Catedral ... de Sevilla, donde -con un vestido de raso natural y encaje de Bruselas del siglo XVIII y portando una enorme tiara de perlas y brillantes-, la duquesa de Montoro y heredera del ducado de Alba contrajo matrimonio con Luis Martínez de Irujo.
Cuentan las crónicas de la época que a la boda de Cayetana de Alba y su primer marido asistieron entre 2.000 y 3.000 invitados y que el encargado de diseñar los cócteles fue Pedro Chicote, el mismo que animaba las noches en la Gran Vía de Madrid. De ahí que se destacara que fue una boda cara, algo que constata el Archivo de la Fundación Casa de Alba, donde el desglose de la tabla «gastos boda señora duquesa de Montoro» resume el coste en 1.229.080,08 de pesetas.
Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó era quince veces Grande de España, cinco veces duque, veintisiete veces marqués, nueve veces conde, vizconde, conde-duque, barón y señor. Si todas estas distinciones no eran suficientes para intimidar a su futuro yerno –también hijo de noble y perteneciente a las élites del país–, el día que casó a su hija ya había sido diputado y procurador en las Cortes, Ministro de Estado y de Instrucción Pública y embajador de España en Reino Unido. Todo ello lo compaginó con el estudio de la historia y obras de arte de la Casa de Alba.
«Para mi Tanuca»
Desde el punto de vista social y simbólico, la boda de Cayetana de Alba suponía una gran demostración de fuerza, que formaba parte también del recibimiento a Luis Martínez de Irujo a la Casa y la familia Alba.
Consciente de que el enlace sonaba a cierre de una etapa, el duque escribió 'Consejos para mi Tanuca' –que era la manera cariñosa con la que se refería a su hija–, unas líneas atemporales que perseguían un único objetivo: la continuidad de la Casa de Alba. «Ese texto entiendo que es su propia visión sobre qué significa la Casa de Alba más que unas instrucciones para su hija. Por otra parte –esto es muy del duque Jacobo– se mezclan consejos de calado con apuntes muy concretos, repletos de ironía. El cuidado del patrimonio cultural, las inversiones, formas de vestir o tratar a la gente que trabajaba para la familia... todos estos temas desfilan por el texto», afirma a ABC el profesor e historiador José Miguel Hernández Barral, autor de 'Luis Martínez de Irujo, duque de Alba. El peso del nombre' (La esfera de los libros), donde descubre la figura del primer marido de Cayetana de Alba, protagonista de la historia de España del siglo XX.
«Mi padre injustamente ha sido olvidado por la enorme personalidad de mi abuelo Jacobo y también por la de mi madre. Tenía una gran personalidad. Era muy culto, pero muy modesto»
Carlos Fitz-James Stuart
Duque de Alba
«Mi padre injustamente ha sido olvidado por la enorme personalidad de mi abuelo Jacobo y también por la de mi madre. Él tenía una gran personalidad. Era muy culto, pero muy modesto. Siempre dejaba pasar a mi madre delante porque comprendía que ella era la titular de la Casa», explica a este periódico su primogénito, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo.
El actual titular del ducado de Alba tenía «en mente desde hace mucho tiempo» la idea de hacer un libro sobre su figura, de ahí que en 2019 y 2020 pusiera el Archivo de la Fundación Casa de Alba a disposición de Hernández Barral para que escribiera un libro del que el duque está «muy satisfecho» y que para el historiador fue «un gran privilegio» y un «lógico desafío», ya que ha tenido que «'construir' la figura de Luis Martínez de Irujo a partir de cientos de cartas y papeles donde se percibía muy bien ese papel de intencionada discreción». Un papel secundario que él «quiso jugar conscientemente»: «la discreción no era sólo una actitud sino también un aliado en un contexto donde no todo era tan favorable para una familia como los Alba. Por otra parte, Luis vivió entre dos grandes figuras de la Casa, Jacobo y Cayetana, que tenían un encanto muy especial».
Tragedia familiar
El pasado 6 de septiembre se cumplieron 50 años desde la inesperada muerte de Luis Martínez de Irujo en Houston. Su pérdida a causa de una leucemia desubicó mucho a la familia. El dolor de la duquesa y sus seis hijos fue inmenso. «Al igual que mi madre, el mayor legado que dejó mi padre fue el sentido de la Casa de Alba y la lealtad a España y a la Corona», apunta Carlos de Alba. Hernández Barral añade que «sin él no se puede entender la Casa de Alba como la concebimos en la actualidad»: «Siendo una familia nobiliaria de gran tradición, es en el siglo XX cuando se convierte en la encarnación de la nobleza española. Esto es, en buena medida, obra de Luis. Desde su matrimonio con Cayetana en 1947, el eje de su vida fue la continuidad de la Casa. Ese empeño no se tradujo en un simple continuismo, ni en una innovación sin sentido». Aparecieron entonces cambios en la Casa de Alba «en distintos órdenes», como en la administración del patrimonio agrario, por ejemplo. «Su pauta de actuación combinó la búsqueda de consejo con una gran capacidad de trabajo. Esto hizo que, poco a poco, Luis Martínez de Irujo cada vez fuera más reconocido en la España del momento y a su muerte desempeñará cargos de gran responsabilidad», reconoce el historiador.
Una forma de ser, combinada con unas maneras de gestión, que su primogénito Carlos Fitz-James Stuart -quien estaba a punto de cumplir 24 años cuando falleció su padre- se ha preocupado por conocer «en todos los órdenes» a través del Archivo de la Fundación Casa de Alba para llevar a cabo su particular modernización. En el campo, por ejemplo, ha instalado «muchas hectáreas» de energía fotovoltaica y ha actualizado el sistema de riego. También ha abierto las casas y palacios de la Casa de Alba al público para que puedan ser visitadas por todo el mundo.
En 'Luis Martínez de Irujo, duque de Alba. El peso del nombre', Cayetana de Alba queda en un segundo plano. Pese a ello, para Hernández Barral «uno de los grandes éxitos de la pareja fue su complementariedad»: «Eran dos personas muy distintas y eso aumentaba su atractivo, también su eficacia». Por no hablar de lo enamorados que siempre estuvieron durante sus casi 25 años de matrimonio. Y es que, como la duquesa escribió en sus memorias, además de ser el mejor alumno que su padre podía tener, «Luis siempre tuvo planta de actor de cine de aquellos años».
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