Ana Obregón y Aless Lequio: del intento de suicidio a la promesa de traer descendencia, así es el esperado libro
El libro de la actriz; ni testamento ológrafo, ni datos sobre el proceso de gestación de Ana Sandra
Todos los secretos ocultos en el libro escrito por Aless Lequio y Ana Obregón, a la luz
Ana Obregón y Alessandro Lequio: los motivos de su tensa relación que dura desde hace años

Un desgarrador relato de una madre que durante dos años no se separó de su hijo ni un momento para conseguir vencer al cáncer. No la frenaron las distancias ni la ciencia. «En esta obra explico todo el huracán de sentimientos de una madre ante la pérdida de un hijo y el largo camino para llegar a esta bendición y milagro de bebé, Anita, que es tu hija», comenta la autora al respecto del libro.
Aunque lo único que desvela en el libro es la escena en la que el hijo se lo pidió. Según relata la autora fue una luminosa mañana de finales de abril cuando mientras ella miraba por la ventana de la habitación del hospital, su hijo abrió los ojos y dijo: «Mamá, papá…Si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratorio de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo… Prometedme que lo vais hacer… Por favor…», suplicó emocionado.
Según relata Ana Obregón, tanto Alessandro Lequio padre como ella se lo juraron allí mismo en la habitación. Una respuesta que difiere mucho de la actitud que Alessandro tiene ahora cuando a ese milagro como lo denomina Ana se ha obrado.
Y es que hace unas semanas conocimos que la actriz había sido abuela de una niña, Ana Sandra, nacida por gestación subrogada en Miami. Así pensaba anunciarlo Obregón antes de ser descubierta por los paparazis y de que la revista ¡Hola! le reventase la exclusiva del anuncio que ella había guardado como final de su libro. «Durante tres años he guardado en secreto tu testamento, ese pacto que hicimos en el hospital que solamente sabíamos tus padres, tus tías y yo. He luchado sola en silencio para conseguir lo imposible. Te prometí que te salvaría y no pude cumplirlo. Te juré en el hospital que cumpliría tu última voluntad, y ese milagro se ha hecho realidad. Pronto tendré en mis brazos a tu hija, mi nieta. Se llamará Ana Sandra. Mi corazón estallará de amor y emoción al abrazarla. Será el milagro único jamás contado, fruto del amor infinito de una madre a un hijo, de un amor que traspasa todos los límites, uniendo el cielo y la tierra. Gritaré con inmenso orgullo al universo que es tu hija, sin esconder la verdad», escribe Obregón en las últimas líneas de 'El chico de las musarañas'.
Un final que este miércoles ha perdido el efecto sorpresa que a buen seguro hubiese causado en todos al leerlo. De ahí el embargo del libro y las medidas excepcionales que se han tomado a nivel editorial con este relato.
Intento de suicidio
Aunque ahora para Ana la vida se ha teñido de rosa y ha cambiado las lágrimas por los pañales. Horas después de aquel fatídico 13 de mayo, en el que perdió a su hijo, intentó quitarse la vida en el apartamento de Barcelona que había alquilado en la última fase del tratamiento de su hijo. «Saltar al abismo era mi única opción para seguir viviendo», confiesa Obregón. En ese momento dice lo veía como una salvación, aunque deja claro que el suicidio no es una opción, ni en la peor de las tragedias que se puedan vivir. «Tu última voluntad me salvó la vida», recuerda, haciendo referencia a los encargos que Aless les dejó antes de marcharse y en el que se incluye traer al mundo descendencia suya.
El resto del libro está lleno de idas y venidas a hospitales, de días que parecían no acabar nunca y de una madre y un hijo que no se rindieron hasta el último momento y que se despidieron abrazados en la cama del hospital: «Fuiste el gladiador que venció al cáncer y a la muerte con una sonrisa. Se marchó un 13 de mayo y dos días después nos enterraron a los dos».
O la nota que le dejó por el último día de la madre que celebraron juntos «Mamá, no sé qué sería de mí sin ti. Eres mi persona favorita desde siempre y para siempre». Y un encuentro diario que propuso Aless a sus padres antes de morir para seguir en contacto desde el más allá: «Mirad al cielo cada noche a las nueve en punto y decid: 'God bless you, Aless' yo os estaré escuchando y volveremos a estar juntos».
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