La cantante canadiense lleva meses apartada de los focos mientras lucha contra el síndrome de la persona rígida, una grave dolencia que le impide cantar, y que le bloquea incluso los movimientos más simples como caminar o, en sus estadíos más graves, incluso respirar. Es por ello que la imagen entrando en el escenario del Crypto.com Arena fue de los más emocionantes de la gala.
La escena no deja lugar a dudas: Celine Dion está peleando contra una enfermedad que ha dejado atrás la energía que tenía antaño. La histórica cantante de 'My heart will go on' entró del brazo de su hijo mayor, René-Charles Angelil, que le ayudó a caminar y colocarse frente al micrófono. Una muleta perfecta antes de dejar un elocuente discurso que deja entrever la alegría que supuso para ella poder acudir a la gala.
«Gracias a todos. Yo también os amo. Cuando digo que estoy feliz de estar aquí, lo digo de corazón», dijo muy emocionada una Dion que dio paso al premio en un escueto discurso.
«Aquellos que han tenido la suerte de estar aquí en los premios Grammy nunca deben dar por sentado el tremendo amor y la alegría que la música trae a nuestras vidas y a todas las personas del mundo. Para mí es una alegría inmensa presentar esta noche el mismo premio que dos leyendas como Diana Ross y Sting me entregaron hace 27 años. Estos son los nominados a mejor álbum del año», dijo, antes de dar paso a los nominados y leer, después, el nombre de Taylor Swift.
Muchos fans han elogiado la valentía de Dion por acudir a la gala, cuyos organizadores hasta el último momento mantuvieron el secretismo para conseguir mayor expectación, pero también han confirmado que el estado de salud de la cantante es, como se temía, peor de lo esperado.
El síndrome de la persona rígida es una enfermedad neurológica que no tiene cura como tal, sino que se palía con medicamentos sintomáticos para intentar frenar el deterioro de quien lo padece.
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