Famosos de ayer
Tita Cervera, la escalada social de una mujer hecha a sí misma
Nunca triunfó en el cine, pero el huracán Heini Thyssen la retiró pasando de artista a experta en arte
Miguel Bañón
Si la vida da muchas vueltas, la de Carmen ‘Tita’ Cervera ha dado muchas más. Mujer deseada, madre del siglo XXI y filántropa excepcional. Todo con un halo de misterio mezclado con un éxito económico único.
Tantas décadas juntos. Tantas Titas, tantos maridos, cuánta ... familia diferente, pero siempre p’alante y a mejor. Hormiguita, lo llaman algunos. Pasito a pasito en la escalera social , lo llaman otros. Así es Carmen, una mujer bellísima en sus comienzos. Listísima en sus medios tiempos y magistralmente escurridiza en una senectud de lujo en el que existen muchos menos escándalos de los que debiera, pero que no para de dar titulares. Ya sea por la familia (esas hijas/nietas), o esa nuera de telefilme (o TV movie como se llama ahora). O ya sea por la fortuna (estimada en más de 600 millones de euros además de lo que el Estado le paga por ceder las obras a su propio museo) o por un pasado misterioso que a veces cae como una bruma en spray y que en nada desaparece.
Arrojo y tesón
Carmen, es sin duda una de las féminas más importantes que ha dado España en siglos y prueba fehaciente de que la movilidad social, al menos al sur de los Pirineos, no está marcada por las reglas establecidas sino por el arrojo y tesón que tenga cada una. Nacida en lo que se llama, dificultades económicas de después de la posguerra, o sea, difíciles de narices, Cervera viene de una familia desestructurada de cuando las familias no se podían desestructurar. La niña iba para artista, o al menos campeona de algo (académicamente aplicada y según la biografía autógrafa «en los mejores colegios»). Pero la subida a su olimpo de «voy a ser la mejor» no comenzó con un ingreso en La Sorbona, sino qué comenzó como tiene que ser, mostrando palmito espectacular y convirtiéndose por derecho en mujer de bandera hecha a sí misma y sin contemplaciones. Un pibón de formas perfectas (Miss España 1961) que ni cantaba ni bailaba pero que se comía el objetivo de cualquier cámara que la retratase a la vez que levantaba los deseos de cualquier hombre que la mirase siquiera un segundo.
Y aunque a Tita lo de los hombres nunca se le dio mal (de tal palo, tal astilla, dicen las lenguas ni malas ni buenas sino las más creativas, porque su mamá pucelana fue buena maestra de nuestra Venus de Barcelona), fue la llamada de Hollywood la primera y la que caló más hondo. La prebaronesa, como consecuencia natural de su paso por los mejores y variados certámenes de belleza internacional, se metió de refilón en el mundo del cine, algo que siguió haciendo esporádicamente y nunca con éxito hasta que el huracán Heini la retiró pasando de artista a experta en arte. Cuando la vida (y el cine) eran casi en blanco y negro y los hombres eran de tomo y lomo y de dos metros de bigardo, nuestra Carmen consiguió medalla de oro al encontrarse, casarse, y enviudarse (todo en demasiados pocos años, desgraciadamente) de Lex Barker el número 2 de una lista de tarzanes que incluía en el número al mucho más famoso y olímpico Johnny Weissmuller .
El vividor
Su hombre numero dos, parece más de la segunda clase y además es parte de la historia del colorín español. Espartaco Santoni , de profesión pues como siempre en esta sección: vividor; pero además productor de películas como las de la señora Cervera, es decir, malas. Un macho man de los que ya no hay, que lo bajaba en estatura al tarzan que lo ganaba en sabor latino y sensualidad. ¡Ay Espartaco! Esos bigotes, esos oros, esas marujitas (su primera mujer fue Maruja Díaz). Tita cambió las Américas (aunque se casó en NYC) y reinó durante un breve tiempo en la Marbella de los 70, (donde tiene una gran mansión) aunque ella, y siempre lo dice, es más de Cataluña y Baleares.
Mientras tanto el tangencial siempre ha estado presente en la vida de la coleccionista de arte. Según dicen algunos, Manolo Segura fue el amor de su vida además del padre de su hijo. Aunque al que escribe estas líneas, más que el amor de su vida, lo que sí fue su mejor amigo (falleció el año pasado). Y como Tita siempre ha hecho las cosas a su manera y después se ha salido con la suya, lo de Borja fue un misterio hasta que con la verdad por delante se convirtió en lo más normal del mundo con la adopción legal (y consecuente entrega de herencia natural) poco después de que apareciera el hombre número tres.
Coleccionista de arte
Ese magnate con pinta de despistado que acabaría su vida azarosa con su mujer número cinco después de un romance en silencio que culminó con una boda por todo lo alto en el sur de Inglaterra. Es aquí, donde la luz de Carmen (Tita) Cervera se apaga y comienza otra nueva luz, que ya es historia de la cultura de España y del mundo. De repente la baronesa Thyssen se puso las gafas (una manera fina de decir que adoptó su mejor pose intelectual e internacional) y después de los focos de los concursos de belleza, de los del cine de bajo presupuesto, de las noches locas… apareció una nueva iluminación: unas colecciones de arte para su país que le llenan de orgullo a ella, a las ciudades de Málaga y Madrid y a todos los españoles. Eso sí, por mucho que la baronesa nos encante en su faceta de diva cultural , menos mal que continúa arrastrando ese misterio tan propio porque a ver, lo de las mellizas adoptadas que serán sus herederas además de su hijo y que son idénticas a su hijo. Como todo en la vida de Tita, un día lo contará todo y punto. Tiempo al tiempo.
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