Una psicóloga apunta los 5 propósitos para 2025 que todas las familias deberían poner en marcha

Existen tantos objetivos como personas, pero los propósitos más comunes suelen estar relacionados con mejorar nuestros hábitos diarios. Ir al gimnasio, adoptar una alimentación más saludable, dejar de fumar o aprender un nuevo idioma encabezan la lista de resoluciones de muchos. Iniciar el año con energía y determinación aumenta las posibilidades de cumplirlos, al menos durante los primeros meses.

Sin embargo, al elaborar nuestra lista de propósitos, puntualiza la psicóloga Mariana Capurro, directora del Centro Integral de Salud y Educación (CISE), rara vez consideramos cómo podemos involucrar a nuestra familia en estos cambios. «Los objetivos individuales son valiosos y necesarios, pero también es importante reflexionar sobre la posibilidad de establecer propósitos familiares. Crear metas conjuntas no solo puede conducir a mejoras significativas en el hogar, sino que también fortalece los vínculos y fomenta un ambiente de colaboración y apoyo mutuo. Nos ayuda a romper con dinámicas que no favorecen la convivencia, refuerzan la comunicación y los vínculos, y permite que todos los miembros del hogar se sientan parte de un mismo equipo. Además, enseña a los más pequeños valores como la responsabilidad, el compromiso y la empatía, y ayudan a crear momentos de calidad», asegura esta experta.

Cumplir metas a nivel individual, remarca Capurro, «requiere principalmente de nuestro esfuerzo personal, pero para que los propósitos familiares se puedan cumplir, es importante que todos los miembros participen en su creación». En este sentido ella asegura que es «una buena idea« reunir a la familia, y definir unidos qué objetivos desean alcanzar asegurándose de que cada uno se sienta incluido, y tener la posibilidad de ir revisando esas metas en el transcurso del año, por si es necesario realizar algún ajuste.

Algunas buenas ideas de propósitos familiares para este año pueden ser:

La comida es algo que todas las familias comparten, y muchas veces hay desacuerdos en torno a ella. Intentar alimentarse de manera más sana, involucrando a todos los miembros de la familia en ello, es un propósito muy importante que podríamos proponer. Por una parte obtendremos el beneficio de la opinión de todos los miembros, y la participación no solo en ideas, sino también en la ejecución de la misma, ya sea repartiendo tareas como pensar el menú, realizar la compra de los ingredientes, y cocinarlos. Esto hace que cada una de las personas que forma parte de la familia, sea importante y necesaria para ejecutar el plan. Y por otra parte obtenemos el beneficio en la salud de los integrantes de la familia.

De la misma manera que pensamos en la alimentación, podemos pensar en las tareas del hogar. A menudo las tareas domésticas sobrecargan a los progenitores, en especial, a las madres. Asumiendo el nuevo propósito de compartir y dividir las tareas del hogar, además de estar ayudando a fomentar el sentimiento de pertenencia de cada uno de los miembros de la familia, y de contribuir a un reparto más equitativo de las tareas domésticas, estamos reforzando lazos en el sistema familiar.

Otro de los buenos propósitos a proponer podría ser pasar más tiempo de calidad juntos. Y esto lo podríamos llegar a conseguir buscando una actividad en común, ya sea un deporte, o un hobby, y establecer algún momento de la semana para compartirlo. Esto va a contribuir a generar buenos momentos en familia porque va asociado al ocio, a momentos recreativos y divertidos, que les ayudará a crear espacios de tiempo agradables que terminarán siendo parte de recuerdos muy bonitos. Si la dinámica de la familia es muy complicada, para establecer un espacio de tiempo en común, es buena idea entonces proponer algún plan en concreto, como podría ser planificar un viaje juntos. De esta manera se garantiza el tiempo de calidad compartido, y nos aleja de la dificultad de encontrar semanalmente un espacio en común de tiempo libre, para dedicar a la actividad.

Un propósito en el que Capurro hace especial hincapié es el reto de fomentar una comunicación asertiva en el hogar. Dedicar tiempo a hablar abierta y respetuosamente sobre sentimientos y necesidades es clave para una convivencia saludable, y es algo que no siempre ejercemos. Las prisas del día a día, las expectativas y exigencias, muchas veces hacen que olvidemos la parte más amable que podemos ofrecer a las personas que más nos quieren y más tiempo junto a nosotros pasan cada día. Es bueno acordar normas en relación a este punto, y trabajarlo cada día, porque ayudará a que la convivencia sea mucho más respetuosa y amorosa, y va a contribuir a que esto forme parte de nuestra manera de relacionarnos con los demás, extrapolando este tipo de comunicación a todas las relaciones que podamos llegar a tener con diferentes personas fuera del ámbito familiar. Sin olvidar, que esas nuevas palabras amables y respetuosas que comenzarán a resonar en el hogar, serán las palabras que los niños normalizarán en su día a día, y por lo tanto utilizarán también como parte de su lenguaje interno, (para hablarse a sí mismos), repercutiendo esto de manera directa en su desarrollo emocional.

Por último, pero no menos importante, a esta psicóloga le gustaría recomendar un propósito más, que es el de establecer espacios físicos y de tiempo, dentro del hogar, libres de tecnología. «Exigimos a los niños y adolescentes que no estén todo el tiempo pendientes de las pantallas, pero esto no tendría la necesidad de ser una exigencia si nosotros modelamos con el ejemplo y trabajamos en las normas para fomentar un uso responsable de las mismas. Cada vez se ven más imágenes de familias reunidas en un espacio, pero distanciadas porque cada miembro está dentro de su mundo virtual, y no podemos darnos el lujo de ser padres distraídos entre teléfonos y ordenadores, perdiendo así oportunidades de comunicación y momentos de calidad en familia».

Por eso, señala Capurro, «pactar entre todos, lugares donde no hagamos uso de los dispositivos electrónicos, como por ejemplo; dentro de las habitaciones, o espacios de tiempo sin utilizarlos, como por ejemplo mientras comemos, es una muy buena idea para aprender a hacer un uso responsable de los dispositivos, y sobre todo para no perder momentos compartidos y oportunidades de comunicación.

El establecimiento de propósitos familiares no es solo una estrategia para mejorar la convivencia, asegura la directora del CISE, «es una inversión en el desarrollo psicoemocional de cada miembro del hogar. Las dinámicas familiares influyen directamente en la construcción de la identidad, el autoconcepto y las habilidades interpersonales de los niños y adolescentes». «Desde una perspectiva sistémica, fortalecer los lazos y consolidar hábitos saludables genera un efecto de resonancia que trasciende el ámbito doméstico, impactando en la forma en que nos relacionamos con el entorno y con nosotros mismos. Es importante pensar que los propósitos que definimos juntos son una herramienta para construir una narrativa familiar sólida, donde cada logro es compartido y cada dificultad se enfrenta en unidad», concluye.