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«Muchos casos que tratamos los psicólogos tiene detrás un duelo no resuelto en la adolescencia»

Los jóvenes no logran refugio en sus padres, con los que mantienen una menor comunicación y mayor distancia, ni en los amigos que, por edad, no saben qué es perder a alguien y no identifican su dolor

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Para los psicólogos irse de fiesta en Halloween es no mirar cara a cara a la muerte, sino darle la espalda
Laura Peraita

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En una fecha tan señalada como el 'Día de todos los Santos' es habitual recordar a los seres que ya no están, pero también es un buen momento para reflexionar sobre el sentimiento que provoca en cada uno de nosotros el hecho de la muerte.

Por lo general, a los niños se les sobreprotege ante este suceso, se les oculta o se les lanzan respuestas evasivas cuando se interesan por el tema. Perciben rápidamente de sus progenitores que hay cosas que es mejor no preguntar, tal y como suele ocurrir con la sexualidad.

La cuestión es cómo asumen y les afecta este asunto años después, en la adolescencia. Son pocos los padres que caen en la cuenta de la gran importancia de estar más cerca que nunca de ellos cuando tienen que afrontar una pérdida. Según la psicóloga y coach Laura García, a estas edades «aunque entienden el concepto de la muerte de la misma manera que un adulto, sus emociones y su actitud son diferentes precisamente por el momento vital que están atravesando«.

Asegura que viven una etapa de crisis existencial, de muchos cambios físicos, emocionales, hormonales... y una de las «maneras de aliviar sus emociones es hablar de ellas, expresarlas, y es exactamente lo que no hacen».

En casa porque por edad se produce un alejamiento comunicativo hacia la familia. Además,deciden no llorar delante de sus padres para no hacerles sentir más tristes en su pena. Por su parte, los padres tienden a infantilizarles porque, aunque tengan 15 años no se les pregunta si van a ir al tanatorio o al cementerio y se les lleva a casa de un vecino, en la misa nunca leen una carta al difunto, sino que lo hace el hermano mayor... No se les puede aislar de un asunto tan importante, según aseguran los expertos.

A ello se añade, matiza José González, psicólogo especialista en procesos de duelo, que, por lo general, a los jóvenes les toca la muerte de lejos; es decir, no es muy habitual que muera alguien de su entorno, «pero cuando, por ejemplo, muere su abuelo, se sienten muy solos, sin apoyo al recurrir a su grupo de amigos porque están muy lejos de este tipo de sentimientos puesto que no lo han vivido. Se encuentran presos de su dolor porque no lo verbalizan y nadie les explica cómo aliviar lo que sienten. Los adultos, sin embargo, como sí sabemos lo que es nos apoyamos en amigos, compañeros de trabajo, vecinos... y nos comprendemos por haber vivido la muerte de un padre, un tío... Hablarlo nos genera gran desahogo. Pero ellos no lo tienen ni en casa, cuando no hay una verdadera comunicación entre padres e hijos, ni en sus relaciones sociales, lo que aumentará su tristeza y dolor, y les lleva a generar un duelo crónico que arrastrará en su edad adulta. La mayoría de las depresiones, cuadros de ansiedad, adicciones, suicidios o brotes sicóticos que tratamos los psicólogos tienen detrás un duelo no resuelto en la infancia o adolescencia».

El uso de internet y las redes sociales por parte de los adolescentes es, de alguna manera, un punto de apoyo «puesto que se habla cada vez más abiertamente de la muerte, de las pérdidas y de los duelos –apunta Laura García–. Les ayuda a validar y normalizar esas emociones que seguro ellos también perciben. Sin embargo –matiza– en ningún caso, la información, validación o acompañamiento que se logra en las redes puede sustituir al que podemos y debemos darles los padres».

Para Laura García es importante que los progenitores estén atentos, no obstante, a señales que indican que posiblemente un hijo está sufriendo en silencio por este asunto: irritabilidad excesiva, indiferencia ante la muerte de un ser querido, exceso de culpa, apatía ante actividades con las que disfrutaba, alteraciones del sueño, obsesión sobre la muerte, consumo de sustancias, conductas de riesgo...

Explica, José González que puede que sufran, además, un duelo secundario que afecte a otras facetas de su vida. «La muerte de un ser querido que no es capaz de superar puede influirle hasta en tener pareja porque no querrá arriesgarse a quererla porque sabe la dureza que supone perder a una persona».

El problema añadido en estos días, según este experto, es que la fiesta de Halloween «muestra una idea equivocada a los adolescentes». En su opinión, irse de fiesta es una forma de errónea de afrontar la muerte, es darle la espalda, evitarla, no aprender a sentir el dolor. «Se montan eventos evasivos, de diversión, como mecanismo de defensa para no mirar a la muerte cara».

—No esperar a que él saque el tema o tenga problemas. Si en casa se habla de la muerte de forma natural es mas fácil, pero si no es así, este es el momento.

—Hacerles ver que es normal que se sientan tristes o enfadados. Decirles cómo nos sentimos ayudará a normalizar sus sentimientos y expresarlos.

—Dejar que verbalicen lo que sienten, aunque sea duro. Escucharles sin recriminar nada.

—Ser pacientes, cercanos y sobre todo, respetar sus tiempos. Si en un momento dado no pueden hablar, hacerles ver que vamos a estar ahí y, si lo desean, animarles a que hablen con otras personas de su confianza.

—No decirles 'no estés triste', 'ahora te toca ser valiente'. En un proceso de duelo es necesario pasar por la tristeza y, desde luego, no tiene nada que ver con ser o no valiente.

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