Celebrar la Navidad es recomendable para todos los estados de ánimo

Quien firma este alegato es Jorge Martín Díaz , enfermero del Hospital de Ávila y estudiante de Medicina en la Universidad de Oviedo. Este sanitario no dudó por un momento en compartir, a través de sus redes sociales, este mensaje a todo el mundo para que nadie se confíe de cara a Navidad , como pasó en verano y cuyas consecuencias estamos pagando.

«A principios de año tuvimos la primera ola del coronavirus. Hubo mucho miedo. Llegó el verano, las cosas mejoraron y la gente se confió -recuerda-. Ahora pasa algo similar: una segunda ola , con una gran sobrecarga asistencial y con los profesionales sanitarios muy sobrecargados, y la gente, aunque con cierto miedo, pensando en 'a ver si podemos salir un poco, hacer algún pequeño plan, juntarnos en Navidad' ».

Para el sanitario, la «predisposición» que tiene la sociedad en su conjunto para «juntarse» en Navidad no es la idea más adecuada , incluso aunque el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas permitan las reuniones familiares. « Lo ideal sería que actuásemos con responsabilidad propia , como ciudadanos que somos y estamos sufriendo esta pandemia en conjunto, con independencia de los acuerdos», opina Martín Díaz, que aclara que « se trata de celebrar la Navidad de una manera diferente, no de no celebrarla ».

«Yo soy una persona muy familiar -continua-. Soy el primero al que le gusta celebrar estas fiestas pero por una vez que lo hagamos de manera diferente, no nos va a pasar nada. Por una vez que nos privemos de reuniones fuera de casa, comidas fuera de casa, reuniones numerosas… No pasa nada». Lo ideal, insiste, es que estas fiestas se vivan de una manera «más minimalista, en la que sólo se junte el grupo conviviente para evitar riesgos y hacer uso de las videollamadas», como ya sucedió durante el confinamiento.

Y es que, en realidad, «las navidades y todas esas fiestas que se celebran en esta época del año, van a seguir llegando», recuerda el sanitario. Y actuar con responsabilidad y cabeza , siguiendo las directrices que ya son de sobra conocidas por todos (distancia social, lavado de manos y mascarilla) solo «nos va a beneficiar» para que « llegue cuanto antes la tan ansiada normalidad ». «Es un pequeño esfuerzo más -insiste- visualizando las próximas fiestas porque, si va todo bien, las vamos a disfrutar mucho más, con toda la familia…».

De hecho, la familia Crespo González así actuará. « Este año no nos juntaremos todos », explica Vanessa. «Mi padre es bastante mayor y es el primero que tiene miedo. De hecho, cuando yo o mis hermanas necesitamos que mi madre recoja a nuestros hijos del colegio, al llegar a casa, ellos saludan desde lejos a su abuelo, que siempre está en otra habitación y con la mascarilla puesta».

Normalmente, esta familia suele juntarse a cenar o comer en los días más señalados de estas fiestas. «En total, en la mesa, somos 12», cuenta. «Demasiados para juntarnos», reconoce Vanessa. «Además, tanto mis hermanas como cuñados y sobrinos, vamos a trabajar, nos relacionamos con gente, aunque sea poca, los niños van al colegio... Y mis sobrinos adolescentes salen con sus amigos, aunque poco, como es lógico. Juntarnos todos es un riesgo innecesario que no tenemos por qué correr . Aunque el primero que no quiere que nos juntemos es mi padre», reconoce.

La familia tiene muy asumido que este año va a ser así. « Cada uno en su casa. Y la Navidad que viene ya nos juntaremos. No pasa nada. Es lo que hay y tenemos que asumirlo», concluye.

Mientras tanto, otras familias no se reunirán por otros motivos. La pérdida de seres queridos, otros hospitalizados o la crisis económica están provocando que muchos no puedan ni tengan ánimos para panderetas o villancicos.

«Sobre si hay o no motivos para celebrar la Navidad este año es la pregunta del millón», asegura Jose Antonio Luengo , psicólogo educativo y de la salud y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. «Hay dos fuerzas que colisionan -explica-. Por un lado, la de aquellos que entienden que después de todo lo pasado, tienen derecho a vivir una época tan importante y arraigada en la sociedad. Pero por otro, están los que entienden que, aunque es razonable que individualmente se opte por la celebración como elemento de compensación a todo lo sufrido, interpretan que como colectivo deberíamos ser muy respetuosos con el dolor ajeno. En definitiva, se haga lo que se haga, va a haber realidades dolidas ».

Celebrar o no la Navidad no es, para el experto, el mejor planteamiento. « Es un error mirarlo desde un punto de vista binario , desde el «sí» o el «no», «lo hacemos» o «no lo hacemos». Nadie quedará satisfecho», advierte. Por ello, aconseja que la mejor vía sea la intermedia: optar por el equilibrio y hacer celebraciones discretas.

«Creo que como colectivo tenemos que intentar entender que hay estímulos de aproximación a una cierta recuperación que tenemos que aprovechar porque arrastramos ya mucha fatiga mental y un dolor crónico en la sociedad , derivado de las muertes, incertidumbre, crisis económica, etc. Y más en un momento, como es la Navidad, que culturalmente es una celebración muy arraigada y aprobada por la sociedad», explica Luengo.

Con respuestas discretas, «quienes no hayan tenido pérdidas familiares, ni estén afectados económicamente ni nada, recuperan el espíritu navideño. A su vez, quienes estén sumidos en el dolor, venga de donde venga, se verán menos afectados«, aclara Luengo.

Sin embargo, no hay que olvidar una cosa: «En las navidades pasadas y en las anteriores, muchos colectivos, por razones económicas y personales, llegan a la Navidad con gran disgusto, recordando a las personas que se han ido, los que se han quedado en paro…», recuerda Luengo. Y esto seguirá pasando. De hecho, en 2017 murieron 424.523 personas, según el INE, y en 2018, 427.721.

Para afrontar la Navidad en medio de tanto dolor , Luengo explica que hay tres cosas a incorporar en los pensamientos. «Lo primero es adoptar una posición empática , aunque dolorosa y difícil, pero necesaria si quieres pasar estas fechas de la mejor manera: es entender que vives en un entorno donde culturalmente esta fiesta está muy arraigada. Y hay gente que no esta en la misma situación, tienen otro sentimiento y tienen derecho a festejarlo. Aceptar esto da paz y te aleja del odio».

El segundo aspecto tiene que ver con el exceso de información de la pandemia . «Si estás harto de escuchar que hoy han muertos tantas personas, que si la curva del coronavirus... Dedica tu tiempo a hacer otras cosas porque si estás permanentemente en ese bucle y no sales, entras en una espiral de pensamiento negativo. Busca la fórmula de alejarte de aquello que no te hace sentir bien«, aconseja el psicólogo.

Por último, «y con independencia de lo que te lleva a esa desazón, hay que aprovechar el momento para sacar los sentimientos. No pasa nada porque en Navidad llores más. Esa tendencia que hay del pensamiento en positivo es un error», asegura el experto, porque « los seres humanos tenemos que sufrir para poder crecer ».

Así, quienes hayan perdido a alguien, es un buen momento para recordarle, llorar o gestionar el duelo, aconseja Luengo. «Si la desazón viene por razones económicas, hay que asumir la situación y recrearse en las vías que podemos desarrollar, aprovechando al máximo el tiempo».

Porque al fin y al cabo, la Navidad empieza... y acaba.