Esto es lo que sucede cuando le dices: «¡hijo, no se te ocurra estudiar eso!»
Fernando Botella, CEO de Think&Action, explica en este artículo cómo ayudar a nuestros hijos encaminar su futuro
ABC Familia
¿Cómo será el futuro de nuestros hijos y qué podemos hacer para ayudarles a llegar hasta él? A todos los que somos padres nos habría gustado que, a la salida del hospital, junto con nuestro precioso bebé, nos hubieran entregado un libro de instrucciones ... con las respuestas a estas dos preguntas. Pero como, por desgracia, nadie te da ese manual, la incertidumbre acerca de cómo les irá a nuestros hijos en la vida , de si podrán conseguir que su talento brille y desarrollarlo para dedicarse a algo que les guste y les haga felices, es una constante durante todo nuestro periplo como padres, que no desaparece hasta que la edad de nuestros hijos ronda la tercera década.
¿Es posible reducir esa incertidumbre? En realidad, no. Lo primero que debemos aceptar cómo padres es que la vida es incierta, que lo será también para nuestros hijos, y que eso es, precisamente, lo que la hace tan interesante. Por otra parte, lo que sí podemos y debemos hacer es sacudirnos ese nudo en el estómago que nos acompaña desde el mismo momento en que el niño comienza a respirar y ayudarle a encontrar ese camino del talento. Porque, sí, resulta que sí hay un libro de instrucciones.
Una cuestión fundamental está en la identificación de potencial en nuestros hijos. ¿Cómo podemos encontrar esos hilos de los que tirar para encontrar aquello que les permita realizarse en la vida? La observación y la escucha por parte de los padres son herramientas esenciales en esta labor casi detectivesca. Y para potenciarlas, disponemos de una herramienta de incalculable valor: la pregunta.
Desde la pregunta es mucho más fácil descubrir potencial, intereses, inquietudes, aspiraciones, inclinaciones, temores o dudas que desde la afirmación. Con la afirmación no hay lugar para el descubrimiento porque ya le estamos indicando a nuestros hijos la vía a seguir . En cambio, desde la pregunta, las posibilidades se multiplican exponencialmente. Eso sí, no vale cualquier pregunta. Mucho mejor preguntas tipo “¿qué asignatura te gusta más?” “Qué hace que te sientas bien en esta materia?”, que este otro tipo, “¿qué nota has sacado en el examen?”.
La actitud de los padres es otro vector de desarrollo del talento infantil y juvenil. Cuando la palabra más repetida en el lenguaje de los progenitores es el “no” (“no se te ocurra estudiar esto porque te morirás de hambre”), el talento de sus hijos se retrae, se esconde. En cambio, si se transforma ese “no” por un “sí’ , en el sentido de respetar sus legítimas aspiraciones y tratar de ayudarles a indagar en ellas, aunque a nosotros no nos entusiasmen, se produce un cambio radical, el talento emerge.
Si a tu hijo le gusta la música, toca de maravilla el piano, le aplauden cuando le escuchan, y sin embargo, en mates saca un cinco peladillo, ¿por qué le pones un profe particular de mates para que saque mejor nota en lugar de ponerle uno de piano para que entren mejor su talento, lo desarrolle? ¿Dónde ponemos foco cuando hablamos de talento, en lo que mejor se les da o en lo que se les da un poco peor?
Por otra parte, tenemos dos variables importantes a tener en cuenta: tiempo y esfuerzo. Dos elementos innegociables en toda búsqueda de talento. Innegociables para los hijos, que deberán ser educados en esa cultura, aprender a aplazar la recompensa y aparcar las prisas y la facilidad de la inmediatez en el resultado si quieren llegar alcanzar metas que realmente valgan la pena. E innegociable para los padres, que tendrán que dedicar, a su vez, ese tiempo y esfuerzo a acompañar a sus hijos en ese largo viaje si de verdad quieren ayudarles. Hablamos de voluntad, que consiste en ayudarles a que comprendan que casi todo se alcanza a través del esfuerzo repetido en el tiempo.
El último apartado de este pequeño manual de instrucciones para padres es simplificar la infancia. A menudo olvidamos que los niños sólo son niños. Demasiada velocidad, demasiados estímulos y demasiada presión no ayudan a un cerebro en fase de desarrollo . Ni estimula su creatividad. Por suerte para ellos, en esos momentos, tienen aún todo el tiempo del mundo. Ayudémosles a aprovecharlo para explorar sus sueños y hacerlos realidad, comprendiendo que no siempre sucederá lo que esperamos, pero a buen seguro, encontrarán su camino.
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