El acompañamiento profesional, clave para un buen proceso de acogida familiar

En el acogimiento familiar , el papel que desempeñan los especialistas es clave para que todo el proceso sea un éxito, aunque no existen fórmulas mágicas, apunta el psicólogo José Ramon Ubieto. «Los equipos especializados se ofrecen como un interlocutor privilegiado para los acogedores y para los acogidos». Con los primeros, entre muchas otras cosas, deben ocuparse de «tratar la culpa y la angustia que siempre se ponen en juego» y «constatar con ellos que el acogimiento familiar no exige padres ideales ni perfectos, sino sujetos de deseo que puedan hacerse responsables de sus actos y de las consecuencias que implican».

Por su parte, Beronika Gómez, profesora colaboradora del grado de Educación Social de la UOC , y coordinadora del Centro de Atención a las Familias y psicóloga del servicio de adopciones Internacionales de Intress, apunta que en los estudios de valoración de las familias acogedoras, es clave «explorar la motivación como una señal premonitoria del éxito del acogimiento» .

Además, hay que tener en cuenta la historia que lleva consigo el niño o adolescente acogido . La separación de la familia biológica provoca «unos efectos que hay que conocer y trabajar, porque acabarán apareciendo cuando el niño sea acogido por una familia o ingrese en un centro», comenta el psicólogo profesor colaborador del grado de Educación Social de la UOC y educador social del servicio de acogida familiar de Drecera Francesc Frigola.

«Nuestra función como profesionales es ayudar a los niños y a las familias a desarrollar aquellos recursos que favorezcan el establecimiento de un vínculo seguro y protector», explica el profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Jordi Solé. «Con las familias acogedoras hay que hacer un trabajo de aceptación real del niño o niña acogidos, ofrecer un acompañamiento que habilite la transferencia para que puedan elaborar su "novela familiar", mientras se crean las condiciones que posibiliten el trabajo educativo». Y a pesar del importante papel que tienen los especialistas, «el éxito nunca está asegurado», constata Solé.

Una vez el niño es acogido, el trabajo profesional de seguimiento «tiene una doble vertiente», apunta Solé. «Por un lado, se ejerce un control comprobando que el niño se encuentra acogido con unas condiciones mínimas exigibles e informando a la entidad pública competente, que es su tutora legal. Por otro lado, se lleva a cabo una función de apoyo y asesoramiento técnico, tanto con la familia como con el niño». En cualquier caso, se trata de «ofrecer un lugar de apoyo cercano a las familias al que puedan recurrir cuando lo necesiten» , explica este profesor, que ha trabajado en un equipo de atención a la infancia y la adolescencia del sistema de protección de Cataluña.

Las familias de acogida, sean familiares o personas ajenas, son «la medida de protección prioritaria a la hora de atender a niños y adolescentes que han sido separados de sus padres o tutores legales. En consecuencia, es importante analizar los síntomas más comunes que aparecen en las familias de acogida para orientar el trabajo terapéutico y socioeducativo con ellas», concluye Solé, que también es el coordinador del grupo de investigación Laboratorio de Educación Social de la UOC.