¡Qué hagas los deberes! «No hay manera... ¿qué hago?»»

Consejos para padres desesperados ante hijos que no se sientan a hacer sus deberes escolares de verano

Ya se pasó el mes de julio y estamos a mediados de agosto. Al comienzo de las vacaciones escolares parecía que teníamos todo el tiempo del mundo para que los niños hicieran los deberes que los profesores han mandado este verano a sus alumnos. Los ... más aplicados ya los terminaron en las primeras semanas de julio, pero para los que no lo han hecho aún es habitual que los padres comiencen a ponerse nerviosos a estas alturas del verano e intenten, un día sí y otro también, convencer a sus hijos de que el tiempo está pasando y deben sentarse a avanzar en sus sus tareas.

«Debes empezar ya porque se van a acabar las vacaciones y no te va a dar tiempo a terminarlos», «No se te ocurra esperar a la última semana», «Mañana ya te pones, que te lo llevo diciendo desde la semana pasada y nunca encuentras el momento», «¡Que te sientes ya de una vez!»... Al final, la paciencia de muchos padres se acaba y terminan con órdenes imperativas fuera de tono cuando los niños no muestran interés por hacer volver a retomar sus libros.

Es cierto que esta cuestión puede generar conflictos familiares, por eso hay tantos detractores como defensores de hacer tareas durante las vacaciones. Al margen de esta polémica, Aitor Álvarez , director de máster en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y miembro del grupo de investigación Neurociencia aplicada al contexto educativo (NEUROEDU) de UNIR, confiesa que es una cuestión difícil y que depende de la edad de los hijos y de las circunstancias familiares que se consiga de mejor o peor manera.

Lo que sí tiene claro este experto es que los padres que estén ahora en esta lucha no deben pretender establecer rutinas como en el resto del año. Es decir, no deben levantar pronto a sus hijos para que a las nueve de la mañana realicen sus tareas ni pretender que las hagan a las cinco de la tarde, como cuando salían del colegio. «La idea es que sean flexibles y que entiendan que están en otro contexto diferente al del año escolar . No debe haber rigideces horarias del tipo "estás dos horas por la mañana y dos por la tarde", es más aconsejable que hagan poco tiempo, pero de mayor calidad».

Lejos de obligarles y gritarles finalmente el manido «¡Que te sientes a hacer los deberes!», recomienda negociar con ellos para que tras levantarse cada mañana dediquen un rato , por ejemplo tras el desayuno, para que luego tengan todo el día libre para otras actividades. «Unos días desayunarán a una hora y otros más tarde, no pasa nada, hay que ser flexibles. Lo importante es que los padres sepan transmitir con calma la necesidad de que cumplan con sus tareas, pero sin amenazas y sin miedo a que si no las hacen perderán el curso siguiente, porque no es cierto. A los niños no se les olvida tan rápidamente lo aprendido».

Aitor Álvarez también insiste en que los escolares han llegado al verano muy cansados , «bajo la presión de la pandemia en sus aulas, con sistemas de aprendizaje mixtos, confinamientos... No es fácil y, por ello, hay que ser comprensivos».

Para los niños más pequeños, hasta los 10 años, aconseja utilizar el sistema de puntos . «Motivarles a hacer tareas y, según van avanzando premiarles con puntos que van sumando para conseguir algo que desean. Es un sistema que suele funcionar muy bien a ciertas edades porque les motiva mucho. Para los más mayores, no queda otra que negociar y hacerles ver la utilidad de los deberes que están haciendo. Cuanto antes empiecen a hacerlos, menos tiempo tendrán que dedicarles cada día».

También insiste este experto en que es mejor que hagan las tareas cuando están los padres y no cuando se van los niños con los abuelos porque supone una gran carga para ellos en todos los sentidos y es mejor liberarles de esta obligación.

Por último, recomienda aprovechar el verano para un aprendizaje continuo, de manera que si están haciendo cuentas matemáticas, las familias involucren a los niños a que les acompañen a hacer la compra y resiven precios, la cuenta final... También la posibilidad de estudiar la zona a la que han ido de vacaciones conociendo que ríos o montañas hay cerca, cómo es el clima, sus tradiciones... Este tipo de aprendizaje resulta muy enriquedor. «Hay que invitarles igualmente a que lean, intentando que no sea de manera obligada para que no les suponga un castigo. Puede ser un comic o la prensa deportiva, pero lo importante es que no dejen de leer».

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