El vestido de novia de la Reina Letizia 20 años después

Tal y como adelantaba ABC a tan solo unas semanas del enlace y haciéndose eco de una publicación de la revista Hola: «El vestido, de tono marfilino, tendrá un escote modesto, de forma chimenea, es decir levantado por detrás y por los lados, similar al que lució la Princesa Máxima de Holanda el día de su boda. Las mangas, acampanadas, llegarán hasta el codo, y la falda, que tendrá mucho volumen y terminará en una gran cola«, explicaba el artículo.

Y efectivamente, se trató de «un traje con manga larga, una cola de cuatro metros y medio, y de color blanco perlado mate». Un diseño «con el rigor y empaque que exige el acto del enlace real», tal y como afirmaba el propio Pertegaz. La parte superior, ceñida al cuerpo, se desliza suavemente a partir del talle, prolongándose y formando la larga cola -en cuyo reverso iba cosido un lazo azul- desde la cadera. Mucho se había especulado con el escote que Pertegaz pondría a la que, sin duda, fue una de las grandes creaciones de su trayectoria. Finalmente, el escote fue en forma de pico y con un ampuloso cuello chimenea o, como describió el genio aragonés, «corola», muy del gusto de la entonces Princesa de Asturias. La «corola» va bordada en hilo de plata y oro hilado ex profeso por ambos lados y las manoplas de las mangas por las dos caras, y adorna también el delantero en forma piramidal y bordeando la orilla de la falda. «La pirámide que adorna el delantero del vestido se repite en el centro de la cola, mucho más alta y ancha que en la falda, con el bordado alegórico de motivos heráldicos: la flor de lis floral y la heráldica, espigas de trigo, tréboles y madroños [...] El tejido del traje de novia, una faya de seda natural tramada con hilos de plata fina volteada a tres cabos, del que se han utilizado de quince a dieciocho metros, es una creación de la firma valenciana Rafael Catalá«, contaba la crónica de ABC.

El manto nupcial fue un regalo personal del entonces Príncipe de Asturias, una pieza de forma triangular de tres metros de largo por dos de ancho realizado en tul de seda natural, color blanco roto y sobre el que se bordaron a la aguja, siguiendo técnicas del siglo XIX, roleos y guirnaldas que mezclan la flor de lis y la espiga. Doña Letizia llevaba sujeto el manto con una diadema prusiana de estilo imperio, de platino y brillantes, perteneciente a la Reina Sofía, que la lució el día de su boda con Don Juan Carlos en Atenas y en varias celebraciones familiares -como su puesta de largo- y ceremonias oficiales. La tiara, fue un regalo de la Reina Federica de Grecia, -madre de la Reina Sofía-, definida como de línea helénica, por las columnas que recuerdan al Partenón y por los remates en hojas de laurel. La diadema lleva en el centro un diamante que cuelga en forma de lágrima.

La Reina Letizia lució además unos pendientes, regalo de los Reyes, de platino con seis diamantes talla pera de 2,44 quilates, junto con otros cuatro talla brillante de 1,22 y 4,54 quilates. Mientras que en su calzado, uno de los detalles más comentados en los looks más actuales de la Reina, en aquel momento se decantó por unos zapatos de Pura López con tacones de diez centímetros.

El ramo de la novia estaba compuesto por un conjunto de flores con mensaje y significado implícito. Según contaba la propia crónica de ABC, el ramo contenía «lirios, como emblema de los Borbones; rosas, la flor de mayo; azahar, en honor de la Condesa de Barcelona y de Doña María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII; flor de manzano, en homenaje al Principado de Asturias y que es también el atributo de Nuestra Señora de Atocha, y espigas de trigo, símbolo de la fecundidad, esperanza y alegría, y que también son atributo de Nuestra Señora de la Almudena, San Isidro Labrador y la castiza diosa Cibeles».

Actualmente, el vestido de novia de la Reina Letizia se puede contemplar en el Palacio Real de Aranjuez, en la sala del Museo de la Vida en Palacio.