Mr. Cunningham, el primer cazatendencias
Pionero de la «moda callejera», durante treinta años ha retratado al Rey y a estrellas como Greta Garbo y Woody Allen
Mr. Cunningham, el primer cazatendencias
Conoce a todos los que son «alguien» y ellos lo conocen a él. Tras más de treinta años de trabajo como fotógrafo de moda y famosos para « The New York Times », podría decirse que el nombre de Bill Cunningham es el único que ... no caduca en las páginas de estilo del periódico más influyente del mundo. Sombrerero de las damas del Upper East Side durante la década de 1950 ( Jackie Kennedy fue su clienta más ilustre), periodista de moda de « Women's Wear Daily » bajo las órdenes del gran John Fairchild en los años 60, y crítico fugaz de la revista « Details », Cunningham comenzó a retratar la «moda callejera» casi por accidente.
«No veo a las personas a las que les hago fotos. Sólo veo su ropa»
Cuentan que en 1978, el novel fotógrafo quedó fascinado por el abrigo de nutria que llevaba una mujer que paseaba por las calles de Nueva York. Él, que por aquel entonces ya tenía 49 años, sacó su pequeña cámara para realizar tomas de los hombros del abrigo, de los detalles del corte, sin reparar en que el resto de las personas que pasaban por allí solo fijaban su mirada en la mujer oculta tras unas gafas XL. Era la mismísima Greta Garbo . Pero a él no le interesaban las celebrities, y aún sigue siendo así. «No veo a las personas a las que les hago fotos. Sólo veo su ropa», confesó en un artículo autobiográfico publicado en 2002.
Sin embargo, su obsesión por encontrar los mejores looks de la calle lo ha llevado a toparse una y otra vez con las personalidades más rutilantes de la jet-set. Uno de sus sitios preferidos para cazar tendencias (lo que los americanos llaman coolhunting) es la esquina de la Quinta Avenida y la calle 57 . Allí, frente a los escaparates de los almacenes Bergdorf Goodman , hace 34 años «capturó» a lo más granado de la ciudad: Gloria Vanderbilt , Paloma Picasso junto a su esposo, el director de teatro Rafael López-Cambil, y Marella Agnelli , entre otros.
Fotografiando al Rey
Durante esa provechosa tarde de diciembre también fotografió a un joven Don Juan Carlos con Doña Sofía, en una pose informal , de compras por la isla de Manhattan. Cunningham presentó esas fotos al editor del «Times», que le dijo: «Espera y ve a quién consigues la próxima semana». «Por Dios, no estoy esperando cruzarme con Jesucristo», respondió él. Ese día nació un clásico.
El octogenario Cunningham es un mito viviente de la moda, hasta tal punto que Anna Wintour, la todopoderosa editora de «Vogue», reconoció que «todas nos vestimos para Bill» . Pero a él los elogios no le quitan el sueño. De hecho, prefiere mantenerse lejos de los flashes. No cena en restaurantes, no es un habitué de los eventos sociales —salvo por trabajo—, no utiliza teléfonos móviles ni ordenadores, y ha vivido los últimos 50 años en el mismo apartamento, un pequeño estudio para artistas en la azotea del elegante Carnegie Hall (eso sí, sin baño privado ni cocina). Su excéntrico estilo de vida llevó a que «The New Yorker» lo bautizara «el monje de la moda», «un laico consagrado a la tribu sin formar parte de ella».
Ante todo, discreción
Él dice que intenta ser «lo más discreto posible» porque para conseguir las fotos más naturales hay que ser «invisible». Quizá por eso el director de cine Richard Press tardó tanto en convencerlo de posar frente a una cámara. «Cuando alguien me pregunta cuánto tiempo me llevó hacer el documental sobre Bill Cunningham, digo que diez años: ocho para convencer a Bill de que participe y dos para filmar y editar la película», explica Press. Finalmente, el mes pasado se estrenó « Bill Cunningham New York » en Estados Unidos, un documental sobre la vida de este singular personaje con testimonios de sus amistades: el escritor Tom Wolfe , el millonario David Rockefeller , la socialité Annette de la Renta y el diseñador Michael Kors .
Las dos páginas semanales de Cunningham en el «Times» son de las más esperadas por los neoyorquinos fashionistas . Él mismo ha explicado el porqué. «Tienes que contarle una historia al lector. Y yo escribo con fotografías». Aunque para algunos, su obra se parece más a poesía.
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