Sinéad O'Connor ingresa en rehabilitación para superar sus adicciones y cancela todo menos cuatro conciertos

O'Connor, de 53 años , dice que este año lo ha pasado doblemente mal porque su hijo estuvo «enfermo» y porque perdió a alguien «amado», lo que hizo que se «volviera adicta a una droga distinta a la marihuana », que es lo que lleva consumiendo de forma habitual durante los últimos 35 años. « Crecí con mucho trauma y abuso . Luego entré directamente al negocio de la música. Y nunca aprendí realmente cómo hacer una vida normal», confiesa la cantante, que hace un mes emitió una desgarradora súplica en Twitter alegando que se estaba muriendo de hambre y que la agorafobia le impedía salir a la calle a comprar comida.

La intérprete de «Nothing Compares 2 U» ha hecho ya crudas confesiones sobre sus problemas mentales. En 2017, reveló que su madre la golpeaba a diario cuando era niña, y que llegó a intentar suicidarse ocho veces en un año. «Nunca me tomé el tiempo adecuado para sanar. Tampoco estaba lista para ello. Pero ahora empieza mi recuperación», asegura en su cuenta de la red social, donde también añade: «Si me tomo esta temporada de descanso estaré en forma para pasarme de gira el resto de mi vida . Si no lo hago, no seré capaz».

La artista irlandesa, que asegura que contará todo lo que le ha pasado en detalle «en 2022», también tiene un mensaje para su manager y compañía de discos: «Les pido que miren dentro de su alma, y me apoyen para dar este paso para tener una vida en la que sea feliz, ¡y para que todos podamos ganar algo de dinero!». Consciente de que el aplazamiento de su gira, excepto cuatro conciertos, es una varapalo para su vuelta al candelero, asegura: «Si dar este paso significa que mi carrera ha terminado, que así sea. Como dice Mary Oliver, debo salvar la única vida que puedo salvar, la mía. El negocio de la música es un lugar muy implacable para los artistas que necesitan posponer sus planes debido a problemas emocionales o de salud mental», agregó, antes de revelar que lanzará un «álbum muy bestia» antes de irse, y que sus memorias están previstas para junio de 2021.

Como ella misma recuerda en su mensaje, l a artista ha tenido una vida marcada por los traumas infantiles. Sus padres se divorciaron cuando tenía ocho años , y además convirtieron su ruptura en un esperpento mediático para la católica sociedad irlandesa, ya que el padre fue presidente de una asociación de divorciados y llegó a debatir en la radio con la madre sobre el tema. Sinéad quedó a cargo de su progenitora, que la sometió a maltrato físico, y años más tarde, tras ser sorprendida robando en una tienda, la internaron 18 meses en una institución para mujeres descarriadas donde sufrió todo tipo de vejaciones.

Cuando se hizo famosa por su música, enseguida empezó a protagonizar polémicas de lo más surrealistas. En 1989 apoyó la violencia del IRA , aunque luego se retractó. En 1990 se negó a permanecer en un escenario de Nueva Jersey cuando sonaba el himno estadounidense, y al año siguiente boicoteó la entrega de los Grammy y no quiso recoger su premio alegando que los galardones eran demasiado comerciales. En 1992 generó la mayor controversia de su carrera, al romper una foto del Papa Juan Pablo II en un programa de máxima audiencia en Estados Unidos, y tres años después se ordenó sacerdotisa por una secta escindida del catolicismo, la Iglesia Latina Tridentina.

En 2007 reveló en el show de Oprah Winfrey que le habían diagnosticado trastorno bipolar, y su declive llegó al punto álgido en las navidades de 2015, cuando fue hallada y rescatada por la Policía en un hotel de Dublín tras haber anunciado en su cuenta de Facebook que había ingerido una sobredosis. En su texto denunciaba que su familia la ignoraba y decía que llevaba semanas llorando tras haberse sometido en agosto a una histerectomía: «Podría estar muerta aquí durante semanas y nunca lo habrían sabido. Parece que soy una basura que merece ser abandonada, tomada como una mierda justo después de que me quitasen los ovarios y el útero».