Sarah Ferguson trata de esquivar el fisco en Suiza

Pero la prensa inglesa, que no le pasa una a la apodada «Fergie», da por sentado que su nueva querencia helvética guarda relación con los bajos impuestos suizos . El tipo federal máximo es del 13,2, al margen de los impuestos locales, y existe un régimen especial para los residentes foráneos que generan sus ingresos fuera.

Sarah, a quien el año pasado se relacionó con el atractivo empresario de origen español Manuel Fernández , vivía hasta hace unos meses en la residencia de Andrés en Windsor . El año pasado el Duque de York, sexto en la línea sucesoria, compró por 17 millones de euros un impresionante chalet en la zona de esquí de lujo de Verbier, en el catón de Valais, donde Sarah acude a esquiar desde los 16 años. El chalet Helora, de fachada panelada en madera, tiene siete dormitorios, piscina interior con vistas preciosas a los Alpes y sauna. Según el convenio legal, Andrés utilizará el ático y la primera planta y ella, la planta baja y el sótano. Fergie lo ha definido como «un nido» para las hijas de ambos, las princesas Beatriz y Eugenia.

Antes de comprar Helora, la habían alquilado para una fiesta de cumpleaños del Príncipe por 28.000 euros a la semana. L lama la atención que dispongan de recursos para pagar 17 millones por el chalet. Sarah acaba de salir de una quiebra de seis millones de euros, la segunda de su vida, en la que protagonizó varios episodios bochornosos, como intentar vender el acceso a su marido o aceptar una ayuda del magnate Jeffrey Epstein, acusado de pedófilo. La amistad con Epstein le trajo también a Andrés un enorme quebradero de cabeza el año pasado, cuando fue acusado de haber mantenido relaciones con una menor que formaba parte del equipo de prostitutas de lujo del magnate neoyorquino.

En teoría, Andrés vive de la asignación de 320.000 euros anuales que le otorga la Reina . Además en 2007 vendió por 19 millones de euros Sunninghill, la casa que les regaló Isabel II con motivo de su boda. Pero sus gastos son enormes. Sarah perdió una larga batalla legal para seguir conservando escoltas sufragados por el erario público y ahora se los costea su ex marido, al que le cuestan medio millón de libras al año, mucho más que el dinero que le da la Reina.

Lo que no pierde nunca la pecosa y pelirroja Fergie es su desparpajo y buen humor. En declaraciones al diario suizo «Le Nouvelliste», ha explicado que se siente «libre, feliz y en mi hogar» en Verbier , que la goza con sus vinos -el afamado La Dóle-, sus carnes, quesos y sus foundues, «por eso estoy siempre a dieta».

La Duquesa de York ha pedido el estatus de residencia de Clase B, que se otorga a foráneos que no hablan ninguno de los idiomas oficiales en Suiza. Si se lo conceden, podrá vivir en el país durante cinco años. En la zona que ha elegido tienen también casa otros británicos populares, como el millonario Richard Branson, fundador de Virgin, y el cantante almibarado James Blunt.

Ferguson intentó en su día ser empresaria con una firma de «bienestar y estilo de vida», llamada Hartmoor, que acabó en la quiebra. Ha sido embajadora de relojes y también ha protagonizado anuncios de métodos adelgazantes, aludiendo a su propensión al sobrepeso. El suyo con Andrés es uno de los divorcios más amistosos que se conocen . En realidad están más unidos que muchos matrimonios.