Un «Método» de éxito
«El método Grönholm», que ha triunfado en teatro, ha sido llevado al cine por Marcelo Piñeyro, quien ha contado con Carmelo Gómez, Natalia Verbeke y Eduardo Noriega como actores fetiche
TEXTO: ISABEL REPISO
MADRID. Tras el éxito de la obra de Jordi Galcerán en el teatro, con las aplaudidas interpretaciones de Carlos Hipólito, Cristina Marcos, Jorge Roelas y Jorge Bosch, la fórmula pasa ahora a la gran pantalla, pero con otros rostros. Esta vez, serán ... Carmelo Gómez, Eduardo Noriega y Natalia Verbeke los encargados de plasmar la lucha encarnizada de los candidatos que aspiran a un puesto de trabajo.
En su adaptación al celuloide, «El método Grönholm» cuenta además con las interpretaciones de Eduard Fernández, Najwa Nimri, Ernesto Alterio, Adriana Ozores y Pablo Echarri. Este elenco de actores fue elogiado por Piñeyro, quien se mostró muy satisfecho por sus aportaciones y algo nostálgico respecto a los inicios del rodaje: «Estos ocho actores soñados son hoy parte de la realidad de «El método», una realidad que comenzó con los primeros ensayos».
Piñeyro adelantó que su película se llamaría simplemente «El método» y no dudó en referirse al proyecto como una meta, al parecer, alcanzada: «El resultado final de todo este proceso -comentó- nos confirma que cada uno de ellos está perfecto en su rol y que aquel sueño no estaba equivocado».
Tras una trayectoria regular, el ganador del Goya a la mejor película extranjera de habla hispana por «Cenizas del Paraíso», decidió colaborar con el guionista Mateo Gil («Tesis», «Abre los ojos», «Mar adentro») para llevar al cine la obra de Galcerán. La cinta, que se estrenará el próximo 23 de septiembre, sucede a títulos como «Tango feroz», «Caballos salvajes», «Plata quemada» o «Kamchatka», y es el séptimo largo del cineasta.
La película arranca con la prueba de selección organizada por una multinacional en uno de los rascacielos del complejo Azca. A ésta acuden diversos candidatos que, a medida que transcurre el filme, dejan al descubierto sus fortalezas y debilidades.
Después de completar una serie de formularios y demás trámites burocráticos, una secretaria conduce a los candidatos a una sala de espera. En dicho escenario, la conversación aparece como único remedio para superar la presión de las pruebas, pero ésta desembocará poco a poco en un clima de desconfianza, dudas e hipótesis sobre el método de selección.
Tras romper el hielo y presentarse los unos a los otros, los aspirantes desarrollarán diversas tesis paranoicas como, por ejemplo, que están siendo grabados por cámaras o que entre ellos hay un infiltrado que trabaja para el departamento de Recursos Humanos de la empresa. La revelación de uno de ellos sobre las técnicas de selección en Estados Unidos desata un clima desconcertante en el que se sucederán agitadas situaciones que pondrán a prueba la personalidad de cada uno y evidenciarán su perfil laboral.
Metáfora social
El archiconocido argumento de «El método Grönholm» funciona como una metáfora de la competitividad y la lucha por el poder en la sociedad globalizada. En este sentido, la entrevista de trabajo ilustra a la perfección la lucha por la supervivencia y los mecanismos de autodefensa del hombre en un contexto de alta competitividad. La falta de escrúpulos, la desconfianza, la revelación de ciertos secretos y las disputas protagonizan una obra que se estrenó primero en Barcelona y después en Madrid, y que en su versión teatral cosechó buenas críticas y una excelente acogida del público.
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