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Doña Elena, castiza y sentimental

Una Infanta apartada, hace ya tiempo, del núcleo puro y duro de la familia real, pero ella sigue fija en sus apegos de mujer sentimental, y se va a ver al padre cuando nadie va a ver al padre

Doña Elena junto al Rey Juan Carlos
Ángel Antonio Herrera

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Yo diría que hay una Infanta Elena antes de Jaime de Marichalar, y otra después. Entre una y otra, queda la Infanta de elegancia , o distinción, que no se logra con tres harapos de oro, sino que proviene de una actitud, ... o afinamiento, que los estetas, llaman figura, o clase. Don Jaime y Doña Elena promovieron el ejemplo de una pareja elegante , con la distinción medida en la adversidad y, naturalmente, en la buena ropa. Arriesgaríamos que Don Jaime «amarichaló» a Doña Elena, que es como decir que la afrancesó. Hasta entonces, o sea, mucho tiempo atrás, la Infanta Elena era una chica a la que la calle no adornaba de criatura muy despierta, precisamente, mientras su estampa cargaba una sastrería tirando a equivocada, con todo el escalofriante barroquismo de las bodas latinoamericanas, entre los volantes locos y las sobrefaldas feroces.

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