Antonio David Flores se queda sin tiempo en su batalla judicial contra Rocío Carrasco

Según adelantó «Vanitatis» hace unos meses, la magistrada titular del juzgado número 2 de Alcobendas le dio en octubre del año pasado a Antonio David Flores 24 horas para pagar 80.000 euros en concepto de fianza . La hija de Pedro Carrasco acusa al que fuera su esposo por presuntos delitos de « insolvencia punible y estafa procesal ». La fianza que se le solicita a Antonio David Flores respondería a una deuda acumulada con la madre de sus hijos por el impago de la pensión durante años, que ascendería a 60.000 euros. El motivo por el que no la había pagado hasta ahora fue por declararse insolvente y, de ahí que ahora se le acuse de «insolvencia punible».

Su letrada quiso matizar entonces que, pese a la decisión de la magistrada, su cliente Antonio David Flores no ha sido condenado: «La sentencia no es una condena, sino una provisión de fondos de la responsabilidad civil si, después del juicio penal, Antonio David es condenado». Anunció también que recurrirían la sentencia, a pesar de que en los documentos quedaba claro que no había opción a recurso.

Este mes, cuando se cumple un año de la fijación de la fianza y tres desde que se interpusiera la primera demanda, la magistrada ha vuelto a dictar auto, tal y como recoge «Look», en el que insta al demandado a depositar la fianza en un plazo de cinco días que, al igual que el pasado año, se han ido dilatando gracias a las estrategias del colaborador . Advierte ahora, sin embargo, que de no hacerlo, deberán embargar los bienes necesarios para asegurar la cantidad que se le solicita. Pero Antonio David Flores insiste en su insolvencia a pesar de las numerosas exclusivas y trabajos que ha facturado en los últimos meses.

El padre de Rocío Flores consiguió salirse con la suya el pasado año, cuando se esperaba su salida forzosa de la casa de Guadalix de la Sierra para depositar la fianza en cuestión. Por el momento, el exmatrimonio sigue jugando al «tira y alfloja» en una guerra judicial en la que ninguno está dispuesto a dar su brazo a torcer.