La ex de Álvarez-Cascos, salpicada por un alquiler bajo sospecha

En 2006 le daba el «sí, quiero» a Francisco Álvarez-Cascos (72 años), tras dos años de noviazgo que le costaron su anonimato. De forma repentina su nombre comenzaba a sonar con fuerza en las tertulias del corazón. El divorcio del exvicepresidente del Gobierno y Gema Ruiz aún resultaba demasiado reciente. Porto aprendió a vivir con el ruido de los flashes y muy pronto, con los rumores constantes de crisis matrimonial. El tiempo logró acallarlos de forma intermitente y se acostumbraron a vivir bajo la sospecha eterna de la ruptura.

El punto final definitivo llegó el pasado octubre, tras cuatro años sin convivir juntos . «Llevamos un tiempo separados, pero en buena armonía», comentó ella a su entorno. En 2017 vendieron el piso de 350 metros cuadrados de la madrileña calle de Zurbano y varias fuentes aseguraban entonces que Álvarez-Cascos casi siempre estaba en otro piso de un barrio nuevo de Madrid. Aún así era frecuente verles juntos en actos públicos, como bodas de amigos o los premios Princesa de Asturias, confiando sus estilismos a su amigo Ulises Mérida.

Siete meses después de la separación, su matrimonio con Álvarez-Cascos le sigue dando muchos quebraderos de cabeza. Esta semana el nombre de María Porto ha vuelto a saltar a la palestra después de que ABC destapase que Cinqualium S.L., sociedad de Francisco Álvarez-Cascos y su entonces esposa, cobró a Foro Asturias un total de 174.000 euros entre los años 2012 y 2014 por alquilarle un «despacho doble» que sirviera de sede del partido en Madrid. Alquilaban la misma oficina de Cinqualium, en el paseo de la Castellana, dependencias que «nadie usó, porque trabajábamos en Asturias, no se necesitaba ninguna sede en Madrid», según denuncian fuentes del partido fundado por Álvarez-Cascos, expresidente del Principado de Asturias. Una vez más, María Porto guarda silencio, se mantiene al margen y continúa con su día a día.

En 2004 creó la sociedad Aqualium, dedicada a la producción y desarrollo de proyectos artísticos y culturales y a la compra venta de obras de arte contemporáneo. Un proyecto al que dio forma tras una larga experiencia en la galería Marlborough, a la que accedió como recepcionista tras repartir curriculums en la feria Arco. Ocupó diversos cargos hasta que ascendió a su dirección diez años más tarde. Porto es una buena ojeadora, capaz de detectar dónde hay que invertir. De pequeña frecuentaba con sus padres y sus tres hermanos la Cuesta Moyano y el Museo del Prado. Acabó estudiando Derecho, aunque siempre quiso ser galerista.

Se siente orgullosa de haber contribuido a «democratizar» el arte con proyectos más terrenales, como el que desarrolló junto a El Corte Inglés al abrir una galería en los grandes almacenes. Una manera de vencer el miedo a lo desconocido y acercar las obras a todos los públicos. Recuerda con especial cariño la compra que hizo un guardia jurado de una pieza de Luis Gordillo con unos ahorros. Sacar el arte a la calle, romper barreras e indecisiones.