Así sedujeron dos españolas a sus maridos millonarios
La doctora Ochoa y Olatz López consiguieron casarse con sendos ricos. Esta es la guía indispensable para lograrlo
ana ureña
¿Quién iba a pensar que una chica de Pensilvania iba a terminar convirtiéndose en Princesa de Mónaco? Por mucho que parezca un cuento de Disney, es el resumen de la biografía de Grace Kelly . Todavía estamos a tiempo de vivir nuestra historia de ... amor con un príncipe —o mejor— un hombre con apellido. Aquellas que tengan claro que lo que quieren es llevar el nombre Rothschild o Agnelli en su DNI, solo tienen que aprender de las demás mujeres con aspiraciones a lo Becky Sharp (el personaje con ambiciones sociales en la novela «La feria de las vanidades»).
Lo más importante es tener un fácil acceso a estos hombres. No teman, no hace falta embargar el coche y comprar un billete en primera clase para compartir cabina a 12.000 metros de altura (así no hay escapatoria). Lo mejor es llamarles directamente y… pedirles una entrevista. Sí, la carrera de periodismo al final dará sus frutos. Y si declinan la propuesta, siempre quedará colarse en los eventos. Lauren Davis (37 años), pasó de «Davis» a «Santo Domingo», trabajando de ayudante de moda para la revista «Vogue» y se casó enfundada en un vestido de su amigo Olivier Theyskens para Nina Ricci.
Otro lugar es la universidad. Y que las mayores no pierdan la esperanza. Elena Ochoa (55) no era estudiante, era profesora emérita en el King’s College de Londres, donde coincidió con el arquitecto Sir Norman Foster (78) con el que más tarde se casaría y acabaría con el título de «Lady» .
Eso sí, no pierdan el tiempo de compras por las calles del lujo. Nunca les verán, porque suelen mandar a sus personal shoppers. Pero si existe una profesión que ayuda más que otras, es la de modelo. La que tengan la materia prima necesaria, pueden llamar a la agencia de Natalia Vodianova (32), por ejemplo, una de las tops que más veces se ha «posicionado bien». Esta rusa de orígenes humildes empezó casándose con el aristócrata inglés Justin Portman (44), cuya fortuna familiar ronda los 471 millones de dólares. Dos hijos después se divorció, y ahora tiene dos más del magnate francés Antoine Arnault (36), cuyo padre es el dueño del conglomerado de lujo LVMH. Pero la palma se la lleva la top norteamericana Kendra Spears, de 25 años, que se casó el pasado agosto con el Príncipe Rahim Aga Kan (42) hijo mayor del Aga Khan.
Eso sí, una vez puesto el anillo en el dedo, la mayoría de estos hombres requieren mucha atención. Tanta, que algunas mujeres tienen que dejarlo todo para ocuparse de ellos, sus carreras, sus egos y sus caprichos. Es un efecto secundario que posiblemente haya sufrido la modelo vasca Olatz López Garmendia (39) cuando se casó con el artista Julian Schnabel (61), en la actualidad exmarido. Puso de lado su carrera de modelo internacional, desatendió sus propiedades en París, San Sebastián, Bali e Ibiza, y se dedicó al arte de ser «mujer de» y musa durante los 17 años que estuvieron juntos.
Ligues de discoteca
La pregunta es: ¿las que no hayan nacido con las medidas 90-60-90 también tienen una oportunidad? Lo mejor en este caso es pillarlos desprevenidos, o ebrios. ¿El lugar? La discoteca pija del momento. Resulta que de «la noche» salen relaciones estables. La discoteca Raffles, situada en la calle King’s Road, fue el lugar donde la ex modelo canadiense Lohralee Stutz (30) «se dejó cazar» por su todavía marido William Astor (34), de la dinastía anglo-americana de los Astor.
Mientras Lohralee está apunto de heredar el título de vizcondesa, las cosas no le fueron igual de bien a la joven Sheherazade Bentley (40), que tuvo que dejar el apellido de su ahora ex marido Zac Goldsmith (39). Su amor surgió en la discoteca londinense L’Equipe Anglaise a finales de los 90, aunque el cuento de hadas de la chica con nombre de princesa de las mil y una noches no duró más que ocho años. Los motivos de la separación parecen haber sido una tercera persona, Alice Rothschild (28).
Esta historia tiene una triste moraleja. Al final, lo que más atrae a un nombre con apellido, es otro a apellido, no importa cómo o dónde se conozcan.
Así sedujeron dos españolas a sus maridos millonarios
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete