Lapo Elkann: «No soy un niño terrible ni un playboy»
Hace siete años el nieto de Gianni Agnelli abandonó la Fiat para levantar su propia marca, el grupo de diseño Italia Independent. Ahora, Gucci y Karl Lagerfeld se rifan trabajar con él
martín bianchi
Algunos persiguen las tendencias. Otros, las dictan. Lapo Elkann, nieto del mítico industrial italiano Gianni Agnelli , es de los segundos. A los 35 años, el empresario, uno de los herederos del gigante automotriz Chrysler-Fiat, es un icono de estilo. Pero él no ... se contenta con figurar en las listas de los mejor vestidos . En 2007 fundó junto a dos socios el grupo de diseño Italia Independent . Siete años después, su marca de gafas y ropa cotiza en la Bolsa de Milán, colabora con pesos pesados de la moda como Borsalino, Gucci o Karl Lagerfeld, y genera ganancias anuales por más de 16 millones de euros.
«No trabajo en la moda, trabajo en el negocio del estilo», matiza el propio Elkann, que recibe a ABC en sus oficinas de Navigli, uno de los barrios más bohemios de Milán. «Solo creo en el estilo, que es un concepto más amplio y profundo», añade mientras enciende un Marlboro con un mechero Bic que tiene grabado su nombre. Y, ¿qué es el estilo para el hombre con más estilo del mundo? «Ser fiel a ti mismo, enseñarte tal como eres» , responde. Cualquiera pensaría que se pasa la vida estudiando las revistas y desfiles de moda. «¡En absoluto! Admiro la belleza, pero eso es mucho más que la última colección de la pasarela de Milán. La moda es un mundo pequeño y no me gustan las cosas pequeñas».
Para no gustarle el mundillo fashion, lo disimula bastante bien. Elkann es amigo de Franca Sozzani, editora de «Vogue Italia»; de Frida Giannini, directora creativa de Gucci; y de Diane von Furstenberg , una de las diseñadoras fetiche de la high class. Incluso ha estado vinculado sentimentalmente a la modelo y aristócrata Bianca Brandolini d’Adda, famosa por sus campañas para Dolce&Gabbana. Por esa y otras relaciones, rabiosamente mediáticas, se ha ganado su fama de playboy. « No soy un enfant terrible, ni un dandi, ni un playboy . Soy Lapo, L-a-p-o, y solo quiero hacer mi vida», dice en tono de exigencia.
Pero cuando eres un Agnelli y tienes participación en uno de los holdings más grandes de Europa (Fiat, Ferrari, la Juventus, Cushman and Wakefield y el periódico «La Stampa»), vivir «tu vida» es una misión casi suicida. En 2005, Lapo protagonizó un sonado escándalo de drogas que ya ha quedado atrás. En medio de la tormenta mediática, se fue a vivir a Estados Unidos. « He tenido momentos buenos y otros malos . Lo importante es cómo afrontamos las situaciones difíciles. A la gente le encanta poner etiquetas y yo me resisto a eso», explica. «Siempre veo el lado positivo de las cosas, incluso de lo peor. Con esa filosofía, vivo mejor... No soy Supermán ni quiero serlo. Si volviera atrás, no cambiaría nada. Todo es experiencia».
Un año y medio después de aquel incidente, regresó a Italia y ayudó a relanzar con gran éxito el clásico Fiat 500 . Después, abandonó la empresa familiar para dedicarse tiempo completo a Italia Independent. «En realidad, nunca me fui de la Fiat . Mis dos hermanos y yo seguimos siendo los accionistas mayoritarios del grupo», aclara. Su hermano mayor, John, es el CEO del holding , mientras que la menor, Ginevra, dirige la Pinacoteca Giovanni e Marella Agnelli.
La moda, a sus pies
Lapo dice que los automóviles son su «primer amor». Siguiendo esa lógica, la moda es la amante prohibida. De la mano de Gucci, acaba de lanzar «Lapo’s Wardrobe» (El armario de Lapo), una colección cápsula de trajes a medida, maletas, abrigos, pañuelos y zapatos . «Un día, almorzando con Frida (Giannini, directora de la firma italiana), me ofrecí a colaborar con ella. La colección respeta el ADN de Gucci, pero también tiene mi personalidad», dice. «Recuerdo perfectamente mis primeros mocasines de Gucci, con la tira roja y verde. Era solo un niño, pero me encantaban esos zapatos. Eso es lo que me gusta de esta colección, que tiene sustancia».
Otro de los popes de la moda que han caído rendidos a sus pies es el mismísimo Karl Lagerfeld. Esta semana, el empresario y el diseñador han presentado juntos en París una colección de gafas. « Karl es un icono de la moda, uno de los pocos que están en la cima desde hace mucho tiempo . Trabajar con él es difícil, es muy exigente. Pero no es un divo, solo busca la excelencia. Quiere más y mejor y eso es garantía de calidad», reconoce.
Elkann también quiere «más y mejor», pero no sueña con transformar Italia Independent en un conglomerado del lujo. «No quiero que mi empresa termine siendo como Louis Vuitton, ese no es mi estilo. Quiero fortalecer la industria italiana, no la francesa. Quiero que mi empresa crezca saludablemente, no como esas marcas que manipulan todo con grandes campañas de publicidad. A largo plazo, esos grupos pierden creatividad e innovación», confiesa. En cambio, él apuesta por el «masstige» (prestigio massivo) o lujo accesible : objetos personales, exclusivos y a un precio lógico. «Desde la asistenta del hogar hasta el Rey de España, todos quieren sentirse únicos. Y yo ofrezco esa oportunidad», lanza a modo de eslogan. La división de óptica de Italia Independent es la única en el mundo que ofrece tres millones de opciones diferentes para personalizar la montura de las gafas.
A veces, su discurso suena demasiado político, aunque aclara que no le gusta la política. «Es que amo mucho mi país. Y amar Italia no es tarea fácil para un emprendedor como yo. Aquí los gobiernos cambian todo el tiempo y con ellos, las reglas del juego . Digamos que el italiano es perfecto para conquistar a una chica, pero no para hacer negocios», dice entre risas.
Los italianos tampoco son buenos con el éxito ajeno. Y menos cuando el triunfador lleva el apellido Agnelli. Según el escritor Giancarlo Galli, en Italia solo hay dos cosas importantes: «el Vaticano y los Agnelli. Y de la misma manera que los italianos aman y odian el Vaticano, también aman y odian a los Agnelli». «Yo soy Lapo. Soy parte de mi familia, pero soy un individuo aparte. Hay gente que me quiere y gente que me odia. No soy un político , mi trabajo no consiste en agradar a los demás». Lo que verdaderamente le molesta es la envidia. «No puedo con ella, es lo peor». La odia tanto, que está a punto de vender su lujosa colección de coches. «Son tiempos difíciles para mucha gente, no es momento de ostentar».
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