Las vacaciones de Mariano Rajoy revolucionan la aldea de Ribadumia
El presidente del Gobierno y su familia pasarán unos días de descanso en este tranquilo pueblo de Pontevedra
abraham coco
Celia Bemposta se acaba de enterar de que en los próximos días será la vecina del presidente del Gobierno. Ella vive en el 12, a escasos metros de A Casa de Alicia , el alojamiento rural que Mariano Rajoy ha escogido este año para ... disfrutar de las vacaciones en Ribadumia, pueblo pontevedrés de la ría de Arosa donde nació su buen amigo Rafael Louzán, presidente del PP en esa provincia. Un lugar tranquilo , apartado, rodeado de maíz y de cultivos de vid. Y con patos en el jardín.
-¿Está contenta por la noticia?
-¿Y por qué no?
-¿Qué le dirá si le ve?
-Que mire por el país y por el trabajo de los jóvenes, aunque ya sé que él se encontró la cosa mal. No creo que nos salude porque no somos altos cargos -y ríe mientras abre la puerta de su vivienda con plantas en las manos después de un paseo-. ¡Bienvenido!
Y entonces «Lupa» se escapa de la casa de enfrente y comienza a ladrar y gritan desde la ventana para que vuelva. Todos los perros de la zona se unen en un concierto canino. Desde el balcón cuentan que la zona -la organización territorial gallega es compleja- es conocida como Besomaño. «Beso» de ver, y «maño» por los habitantes de Cambados, que se otea en el horizonte y de los que la leyenda dice que «había un hombre muy malo al que mataron y todos le encubrieron para que no pudieran juzgarlo».
Ya jubilada, Celia desconoce cómo se está en La Moncloa: « Pero aquí se vive muy a gusto . Nos llevamos muy bien entre los vecinos», cuenta. De un poste de madera desgastado pende todavía la esquela de una de ellas, María, que murió el pasado 18 de junio.
Rajoy ha optado en esta ocasión por no alojarse en Sanxenxo, como suele ser habitual. Pasará primero por el Parque Nacional de Doñana. Después, en Ribadumia, le recibirá uno de los característicos cruceros de piedra que pueblan Galicia. Entrará entonces en la vivienda, de dos pisos y tres habitaciones, solo protegida por varios setos y una valla de poca altura desde la que se ve, incluso sin querer, a la familia que la ha reservado antes que los Rajoy Fernández. «Pero esto es fácil de vigilar», explican en el entorno. Apenas pasan coches y tan tranquila es esta aldea, que hasta la sacristía de una iglesia cercana tiene la ventana abierta aunque no hay nadie en su interior.
270 euros por noche
Alicia responde al otro lado del teléfono con voz joven e inmensa timidez. Ni confirma ni desmiente que Rajoy haya escogido su establecimiento, que regenta desde hace tres veranos: «Me debo a los clientes». Del negocio se encarga con sus padres y sus dos hermanas: Patricia y Bea. Cada una de ellas da nombre a una habitación. Alicia -el suyo se escogió también para la casa «porque era el que mejor sonaba »- a la de la planta de arriba, con cama de matrimonio, un amplio vestidor con espejo y baño completo con ducha. «Patricia», al cuarto doble del piso inferior, que tiene bañera de hidromasaje. «Bea», a la tercera, también con dos camas separadas y solo un armario.
A Casa Alicia cuenta con cocina, salón con chimenea y juegos de mesa, porche, patio interior, jardín -único lugar en el que se puede fumar- y una pequeña casita independiente con horno de leña para las barbacoas. En temporada alta, la tarifa es de 270 euros por noche; 210 en media y 195 en baja.
Partida en La Rotonda
La entrada a Besomaño está flanqueada por el bar La Rotonda y la vivienda de Amelia Santos. Tras la barra, desde hace año y medio, está Mario Pesqueira, que anima a Rajoy a pasarse una tarde «a echar la partida». Y si pierde, las penas se llevan mejor con «unos berberechos o mejillones de la zona o con unos chorizos caseros. Lo de la tierra siempre gusta», comenta. En la televisión de la cafetería se habla de Griñán y los ERE de Andalucía.
-¿Usted cómo ve lo de Bárcenas?
-Apuntar, yo puedo apuntar un montón de cosas en una libreta. Que lo explique y se termine rápido esto. Pero veo algo de venganza y chantaje -afirma mientras sirve un par de cafés.
Amelia, mandil y zapatillas, acoge sorprendida la visita presidencial. «Esto es muy tranquilo. Aquí no le vamos a molestar. Y si hay que vigilar, se hará », declara la lugareña de esta comarca de las Rías Baixas con varias rutas de senderismo y un asentamiento celta del siglo cuarto antes de Cristo.
Muy cerca, en el restaurante O Tío Benito, de Barrantes, Saladiña e Irene -madre e hija- ya esperan a Rajoy con sus guisos de callos y chocos en su tinta, sus favoritos desde hace una década: «Y si no puede venir, que no se preocupe, que la comida la tendrá ».
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