George Soros lee su muerte gracias al obituario de Reuters

El magnate de 82 años, que tiene la trigésima fortuna mundial, según «Forbes» , está acostumbrado a recibir numerosas críticas, como cuando le denominaron «el hombre que quebró el Banco de Inglaterra». El periodista Todd Eastman no dejó de recordar este dato y las acciones de Soros en el miércoles negro de la devaluación de la libra, el 16 de septiembre de 1992.

Al más puro estilo de «Un cuento de Navidad», de Charles Dickens , el multimillonario pudo observar a sus propios fantasmas del futuro. Fue testigo de cómo lo valoraría la prensa una vez muerto. «George Soros, quien murió el XXX a la edad de XXX, era un financiero e inversor depredador de gran éxito, que durante años paradójicamente argumentaba contra el mismo tipo de capitalismo de libre circulación que le proporcionó miles de millones» , empezaba la necrológica escrita por la afilada pluma de Eastman. Las redes sociales se hicieron eco a gran velocidad y el error ya no tuvo remedio. A pesar de eso, la agencia de noticias reaccionó intentando enmendar su descuido y lamentó su equivocación, al tiempo que explicó que Soros se encontraba en buen estado, según informó un portavoz del magnate.

Turbulenta vida amorosa

Lo único que le ha quedado por saber a George Soros, porque la necrológica no lo decía, es lo que se podría haber expresado de sus variados lances amorosos, siempre con mujeres mucho más jóvenes que él. El multimillonario se ha casado dos veces y se plantea, desde el pasado agosto, tener una tercera boda con su actual pareja, Tamiko Bolton , directora de una escuela de yoga. Su anterior conquista fue la despechada actriz de telenovelas brasileña Adriana Ferreyr , con quien ha vivido un auténtico culebrón. Ella nunca obtuvo lo que realmente quiso de él: un lujoso apartamento en Manhattan de 1,9 millones de dólares.

La relación se acabó en 2011, después de cinco años, cuando el millonario le explicó que su tan ansiado bien había terminado en manos de Tamiko Bolton. El agravio le valió una demanda. No todas sus relaciones acabaron igual. Su primer matrimonio con Annaliese Witschak (1960-1983) terminó en un divorcio sin pleitos, al igual que el segundo, con Susan Weber (1983-2005), a quien conoció jugando al tenis en 1978 y que acabó sin mayores complicaciones.