Los Thatcher, tras la coraza de la Dama de Hierro

Durante las últimas décadas tanto Mark como su gemela, Carol, habían huido de la rutina británica estableciendo sus vidas en el extranjero. Esta semana, los dos hermanos acompañados de sus parejas volvían a reunirse en Londres para asistir al funeral de su madre, fallecida el pasado 8 de abril.

Aunque el hijo de la baronesa vive en Marbella, Mark procuró viajar a Londres cada cuatro o seis semanas para estar cerca de su madre, ante el visible deterioro en su salud. La noticia del fallecimiento le sorprendió mientras pasaba unos días de descanso en Barbados. Dos días más tarde, aterrizaba en Londres agradeciendo a todos los numerosos gestos de afecto y cariño. «Estamos abrumados con la cantidad de mensajes de apoyo a la familia, que serán una fuente de aliento y fuerza», declaró en las escalinatas de la residencia habitual de su madre en el barrio de Belgravia.

Sir Mark, quien heredó el título en 2003 a la muerte de su padre, Denis, asistió al funeral junto a su esposa, Sarah Russell, hermana de una vizcondesa británica, con la que se casó en secreto en Gibraltar en 2008. Previamente había mantenido un matrimonio de 18 años con la rica heredera Diane Bergdof, con la que tuvo dos hijos, Michael y Amanda.

Mark nunca brilló por su excelencia académica y muy pronto se adentró en el mundo de los negocios, donde se dejó enredar en oscuras tramas relacionados con el tráfico de armas, obligando a su madre y al buen hacer de sus abogados a enmendar sus errores. El episodio más estrepitoso de su carrera, le implicó en una conspiración golpista contra el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.

Carol, la gemela de Mark, siempre procuró un estilo de vida más discreto y recatado, pero nunca logró la afinidad y el entendimiento con su madre. A pesar de las desventuras y las poco loables intenciones de su hermano fue ella la que cargó con el título de «oveja negra» de la familia. Licenciada en Derecho, se dedicó al periodismo y publicó un libro sobre la vida de su padre, con el que siempre estuvo más unida. En 2005, su figura se situaba en el ojo del huracán informativo al proclamarse como ganadora de un reality británico al estilo de «La isla de los famosos».

La hija de Thatcher conoció la noticia del deceso de su madre en la estación suiza de esquí Klosters, donde reside desde hace más de quince años junto a su novio, Marco Grass, un entrenador de esquí. «Es un momento de llanto muy duro en la vida, que obliga a reflexionar. Mi madre me dijo una vez, ‘Carol, creo que mi lugar en la historia está asegurado’. Los magníficos homenajes de esta semana, como las maravillosas palabras del presidente Obama han demostrado que tenía razón», aseguro Carol, quien pasa largas temporadas en un apartamento de Madrid, donde recibe lecciones de español.

A diferencia de Mark, la hija de Thatcher siempre se mostró reacia a pasar por el altar y formar una familia. A pesar del esfuerzo que realizó su madre para conciliar su fulgurante carrera política con el cuidado de sus hijos, Carol aseguró años atrás en una entrevista que el no poder ver a su madre se convirtió en una pesadilla y, por ello, ahora prefería no tener hijos.

Los dos únicos nietos de la baronesa, Michael (24 años) y Amanda (19), son los últimos eslabones de una familia controvertida, a la que los avatares de la vida les ha situado en caminos muy diferentes, aunque todos han portado con honra y orgullo el apellido Thatcher.