Fran Rivera pierde la batalla por Tana, pero no la guerra
La jueza sentencia un cambio sustancial en el régimen de visitas a favor del diestro
ana asensio
Tachó de falsa la filtración que aseguraba que había perdido la batalla legal que mantenía con su exmujer por la custodia de su hija. «No sé de dónde se ha sacado la información ni con qué intención se ha hecho. Es una costumbre muy mala ... que tenéis muchos periodistas de soltar noticias sin contrastarlas», declaraba un indignado Francisco Rivera a principios de semana. Pero dos días después tuvo que rendirse a la evidencia cuando la jueza encargada del caso notificó a las partes la sentencia que devolvía la guardia y custodia de la niña a Eugenia Martínez de Irujo.
De esta manera, Tana, como se conoce familiarmente a la pequeña, podrá seguir viviendo con su madre, tal y como lo hacía desde que sus padres se divorciaron en 2002 y durante el conflicto que ha enfrentado a sus progenitores ante los Tribunales, y también ante la opinión pública, que se ha empapado de todos los trapos sucios de la relación.
Sin embargo, y a pesar del varapalo que supone para Francisco, la sentencia reconoce un cambio sustancial en el régimen de visitas a favor del diestro. Al parecer, tras abandonar los ruedos en octubre, Rivera Ordóñez solicitó poder ver a su hija más días y de manera más constante, alegando que ya no tendría que pasar largas temporadas fuera de casa para atender sus compromisos profesionales. Razones que ha tenido en cuenta la Justicia para determinar ahora que la pequeña pase con su padre fines de semana alternos y un día a la semana con pernocta. Un dardo envenenado, si se tiene en cuenta que anteriormente las relaciones entre padre e hija eran flexibles, sin horarios ni días, y ahora se tendrán que ajustar estrictamente a los términos establecidos.
Brecha insalvable
Al margen de la sentencia, de lo que no cabe la menor duda es de que entre los Rivera Ordóñez y la Casa de Alba se ha abierto una enorme grieta imposible de cerrar. Y es que como no podía ser de otra manera, tanto Francisco como Eugenia han contado con el apoyo incondicional de sus respectivas familias, que han estado junto a ellos tanto en la intimidad como públicamente. Flanqueado por sus hermanos, Cayetano Rivera y Julián Contreras, vimos llegar a Rivera al Juzgado de Familia donde tuvo lugar el juicio, en enero pasado. Y también a Carlos, duque de Huéscar, Fernando y Cayetano Martínez de Irujo, que no quisieron dejar sola a su hermana un día tan crucial para ella. Pero de todos ellos, la persona más indignada es sin duda la propia duquesa de Alba, que se ha sentido traicionada por quien hasta hace unos meses consideraba su eterno yerno. «Me parece indignante lo que ha hecho. Estoy muy decepcionada. Realmente no quiero volver a verle», manifestaba Cayetana en «¡Hola!».
Algo que no ha parecido importar a Francisco, que ha intentado contra viento y marea complacer los deseos de una niña de 13 años sin reparar en todo lo que esa lucha se llevaría por delante. «Si algo tengo claro en esta vida es lo que significa mi hija para mí. Y por ella estoy dispuesto a todo», reconocía en Twitter .
Otro escándalo en puerta
El diestro no ha vacilado al relatar ante la jueza oscuros episodios ocurridos durante su relación con Eugenia. Al parecer, Rivera aportó un dossier que recogía, además de los romances de su ex, sus múltiples viajes con los que pretendía demostrar que durante largos periodos de tiempo la niña quedaba al cuidado del servicio. Al tiempo que reconocía que «Eugenia tiene continuos cambios de humor», que supuestamente sufriría la pequeña por no recibir las atenciones suficientes. Un circo mediático en el que la duquesa de Montoro también ha participado. En su caso, centró su defensa en la inestabilidad sentimental de Rivera y acusó a Lourdes Montes, actual pareja de su ex, de inducir y asesorar legalmente a Francisco para conseguir la custodia de la pequeña. Además de denunciarle por incumplir el régimen de visitas, proceso que actualmente sigue su curso.
Después de todo lo acontecido, queda preguntarse ahora si habrá merecido la pena tanta sobreexposición ante una victoria que se antoja ciertamente agridulce. Porque si bien es cierto que Eugenia va a poder seguir conviviendo con su hija, dentro de pocos años será la propia niña quien decida dónde y con quién quiere vivir. Y quizá entonces pierda la guerra quien hoy ha ganado la batalla…
Fran Rivera pierde la batalla por Tana, pero no la guerra
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