Unidad, fraternidad, centralidad
Acotaciones de un oyente
El l congreso del PP está resultando un pasteleo hiperglucémico, una nana hipnótica, el césped de una piscina veraniega al que solo le falta una chicharra y que, desde luego, tiene más que ver con un campamento de 'boy scouts' que con una reunión de políticos profesionales
Feijóo se compromete a reconstruir el país y rescatarlo de «la pesadilla que estamos viviendo»

El que aún se siga creyendo el tópico de que el 21 Congreso del PP está siendo una balsa de aceite ha de saber que acierta. No es un lugar común sino la más estricta realidad. Digo más, el congreso está resultando un pasteleo hiperglucémico, ... una nana hipnótica, el césped de una piscina veraniega al que solo le falta una chicharra y que, desde luego, tiene más que ver con un campamento de 'boy scouts' que con una reunión de políticos profesionales. Es a esto a lo que llaman 'congreso de unidad'. Y es sabido que cuando a un congreso lo llaman 'de unidad' quieren decir 'sin disidencia'. Por supuesto, un partido siempre tiene disidentes. Lo que sucede es que, como dijo John Wayne a Henry Fonda, «si puede verlos, no son apaches». Cuando pasa eso puede ser por dos motivos. A saber: que los disidentes hayan sido llevados previamente a un hipódromo para someterlos a un ejercicio de doma clásica -estilo sanchista- o porque todos ven ya cerca la línea de meta. Si esta es la idea -la cercanía del poder, estilo pepero- se equivocan. España está en un momento crítico y antes de irse de fiesta, cantar juntos la Rianxeira como hizo la delegación gallega y abrazarse en fraternidad, es necesario haber ganado. Y para ganar hace falta llegar a una campaña electoral que se percibe como de extrema dureza. Y para que llegue esa campaña queda un tiempo indefinido en el que el partido ha de saber situarse en una tensión permanente y difícilmente soportable si el camino que inician es el que los lleva a la sala de espera.
Pero es un hecho que Feijóo ha logrado esa unidad y es justo valorárselo. Escuchando su discurso, cobra todo el sentido. Por primera vez, el presidente del PP ha sido capaz de explicar a los suyos cuál es su proyecto, de modo nítido y sin ambivalencias. No ha mandado a los conservadores y a los liberales a fundar su propio partido -al estilo rajoyesco- porque no ha hecho falta. No ha citado expresamente al PSOE ni a Vox, pero el proyecto es nítida y expresamente opuesto al de ambos y está recogido en una buena ponencia política que, en la sesión de la mañana presentaron Ezcurra, Mañueco, Moreno y Chueca. Y que, según ha avisado el propio Feijóo, marca el espacio para los programas electorales que vengan. «No me atrevo a exigiros a todos que la leáis, pero voy a examinaros de ella cada vez que tenga ocasión». Estaría bien que, el que tenga dudas, la eche un vistazo. Porque ya no es la hoja de ruta de Feijóo sino la del partido. Y está aprobada.
¿Y por qué es tan importante esa ponencia? Porque cierra un debate. El PP es un partido de centro reformista desde su refundación y lo va a seguir siendo. «Así se lo escuché yo a Aznar en 1999», dijo Feijóo. En un mensaje para esos disidentes que no existen, recordó que su partido es el de Aznar, «la casa común de conservadores, democristianos y liberales». Y aunque su tono sea otro, sus ideas -recordó- son las mismas «y pasan por la centralidad, que no significa prescindir de ideología o de principios sino ambición de llegar a más; no es renuncia sino compromiso». Se agradece que el debate esté zanjado: dureza en la forma, centralidad en el fondo. Esa es la idea. Y da la sensación de que todos descansan aliviados saliendo de esos nichos perdedores y estrechos en los que algunos querían sepultarlos.
Tras la aprobación de la ponencia, de la junta directiva y del comité ejecutivo nacional, de nuevo la calma chicha, la noche madrileña para disfrute de los compromisarios de provincias y todos unidos a mirar de reojo lo que pasa en Ferraz, que es donde está el verdadero espectáculo. Bueno, y en esa presentación al ritmo de los Ramones que nos subtitularon como: «Fei-jóo…Let's go'». Eso también fue un verdadero espectáculo.
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