Spectator in Barcino
Junts, el partido de las sorpresas
Mientras Sánchez monta un plebiscito sobre la opa del BBVA, Puigdemont tendrá que demostrar si sirve a su votante
Camps le crea otro problema a Feijóo al presentarse como alternativa a Mazón

Pere Soler, actual consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) colocado por Junts, tuiteó en tiempos del 'procés' unos cuantos caracteres supremacistas: «Espero que nos vayamos ya porque me dais pena todos los españoles». Y el 17 de julio ... de 2017 Soler fue llamado para sustituir a Albert Batlle en la dirección de los Mossos d'Esquadra. Batlle se había negado a colaborar en la instrumentalización ideológica de la policía autonómica ante el referéndum ilegal del 1-O.
Ahí radica la diferencia entre un servidor del Estado y un 'hooligan' volcado en la desmembración del Estado. El dimitido Batlle alertaba de «cómo podían evolucionar las cosas» y las cosas, como se vio, evolucionaron mal. A raíz del golpe de septiembre y octubre, Soler acabó en el sumario del juez Lamela, imputado y condenado por sedición. Pero ahí estaba Sánchez con su eliminación de la sedición, sus indultos y su amnistía. A estas horas, Soler ya no se irá de ese penoso Estado español que premia con 125.000 euros anuales a sus enemigos.
Cuando le regalaron el nombramiento debió aplicar el método de los enchufados por vía política. Si la Oficina de Artes Escénicas se dedica a las Artes Escénicas (David Sánchez) y la Red Eléctrica Española a la electricidad en España (Beatriz Corredor), la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia al mercado y la competencia. ¡Bravo, Pere!
Este señor de Tarrasa, al igual que los risueños Josep Rull (presidente del Parlament, 143.000 euros) o Miquel Calçada, 'Mikimoto' (consejero de RTVE, 105.000 euros), cuando tuvo que votar sí o no en la CNMC a la opa hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell, dijo sí a la absorción. Justo todo lo contrario a lo que predica su partido: «Cataluña no puede perder ningún banco más. Nos oponemos sin matices a que se produzca esta OPA, que es perjudicial para Cataluña», había advertido el triste Turull, secretario general de Junts.
A Soler le pasó lo que al diputado de Junts Eduard Pujol, aquel que aseguraba ser perseguido por un señor en patinete (seguramente del CNI): votó sí a la investidura de Núñez Feijóo. Como reza el epitafio satírico, «aquí yace un diputado que de emoción se murió al sentirse precisado a votar sí o no».
¿A qué se debió el estrambótico voto de Soler? ¿A la rivalidad industrial entre Tarrasa 'mala raça' y Sabadell 'mala pell'? ¿Es un provocador? ¿Sesteaba? Aunque el 'Bifugado' Puigdemont le echó un capote diciendo que las críticas a su colocado eran, como siempre, una «crítica sistemática a todo lo que venga de Junts» y que con su voto «ni se frenaba la opa, ni se daban más argumentos de los que el Gobierno tiene para frenarla», el asentimiento de Soler ilustra, una vez más, que la tropa del Bifugado no es fiable. Eso explica el pertinaz blanqueamiento de un Jordi Pujol que marca distancias con la «gente de Junts» y aboga por la refundación de Convergència. La patronal catalana opina lo mismo.
Mientras Sánchez monta un plebiscito caudillista para que el pueblo diga qué hacer con la opa del BBVA, cuando llegue la hora de votar la reducción de jornada que Yolanda Díaz impone haciendo oídos sordos a las objeciones empresariales, Junts tendrá que demostrar si sirve a sus votantes: comerciantes, autónomos, pequeña y mediana empresa. Será el momento de verificar si los siete diputados están en el Congreso para lanzar mítines separatistas o lo suyo es amenazar con irse del «Estado español» y seguir viviendo de los desaires posturales al Gobierno Frankenstein. ¿Cabe esperar coherencia o nos sorprenderán como el consejero Soler en la CNMC?
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