El empresariado catalán pide gestos a Feijóo

Feijóo presumió el domingo de la semana pasada en Sevilla de que «yo no he ido a Waterloo» y nadie en el empresariado catalán se lo pide, pero sí «una mayor sensibilidad en temas que además son gratis. Por ejemplo, el uso del catalán en el Parlamento Europeo. ¿De qué le sirve al PP oponerse? De nada, como no sea para ganar votos en el anticatalanismo barato. Y en cambio, dificulta futuros acuerdos políticos, más deseados en este momento por Feijóo que por Junts o el PNV». Los empresarios catalanes no ven un adelanto electoral, pero tampoco dudan de la victoria del PP en las próximas elecciones generales. «Y los escaños de VOX para la mayoría los tendrá siempre, otra cosa es si Feijóo preferirá otras sumas si la aritmética las permite».

El candidato del PP ha visitado en dos ocasiones a los empresarios catalanes en Foment y «las dos veces ha ido bien. Es una persona correcta, educada». Pero su relación con el poder real en Cataluña es menos fluida.

No tiene interlocución estable con los líderes políticos, no con el Grupo Godó, cuyas invitaciones a actos o conferencias declina por considerar que La Vanguardia es un periódico demasiado «sanchista». La relación con el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, se tensó tras el nombramiento de Marc Murtra como presidente ejecutivo de Telefónica. En una tensa conversación entre ambos, Feijóo reprochó a Fainé demasiada cercanía gubernamental. Al cabo de pocos días almorzaron para reconducir la relación y la reciente entrada de Francisco Reynés (Naturgy) en el patronato de la Fundación La Caixa se ha entendido como un gesto de complicidad con el líder del PP, aunque podría no ser así y responder a otras batallas internas de carácter sucesorio en las que Fainé necesita tener a sus aliados más indiscutibles muy cerca.Los caminos por los que VOX avanza, tanto en la política doméstica como en la internacional, y el tono de creciente desprecio institucional y hasta personal con que sus dirigentes se refieren a los del Partido Popular, no hacen sino reforzar la idea previa de Feijóo que con ellos va a ser imposible gobernar cómo él desea. El contexto europeo, sobre todo tras la caída de Marine Le Pen, tampoco parece favorable a la incidencia de los partidos anticontinentales en los distintos gobiernos estatales. En caso de no tener alternativa, con un escenario en el que los populares obtengan alrededor de 140 diputados y Vox alrededor de los 50, no tendrá más remedio que conformarse con pactar con Abascal por lo menos la investidura, si es que el candidato populista sobrevive al escándalo de su relación con la familia Ariza, que Pedro Sánchez detonará cuando mejor le convenga. Pero en el caso de situarse sobre los 160 escaños podría explorar otras alianzas. «Cada vez que el Partido Popular se opone tan exageradamente a cosas simbólicas como el uso del catalán o el palacete del PNV, sólo hace subir inútilmente el precio de una factura que, si continúa así, no va a poder pagar», advierten los empresarios catalanes.