Análisis
Decidirá la Justicia europea
En España se ha producido el mismo empate de siempre entre un Gobierno a la venta, débil, marrullero, dispuesto a cualquier contorsión por mantenerse en el poder; y un independentismo pordiosero y negligente
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Iniciar sesiónJunqueras lo ha fiado todo, desde el principio, al fallo de la Justicia europea sobre el juicio y la sentencia del Tribunal Supremo. En España ha exprimido la debilidad de Pedro Sánchez pero siempre ha creído que su verdadero partido se jugaba en Europa. ... Tanto el exvicepresidente de la Generalitat como el resto de los condenados creen que no cometieron ningún delito, que «las leyes no pueden estar por encima de la voluntad de un pueblo», que en el juicio no se respetaron sus garantías procesales y que la sentencia fue injusta. Con argumentos que abundan más en sus conceptos generales y en lo que suele llamarse «la razón moral», acompañados de algunos reproches tecnicistas por lo menos discutibles, los indultados viven en la firme convicción de que la Justicia europea dejará sin efecto la sentencia del Supremo. Esta ha sido y es su principal confianza para que Junqueras esté en condiciones de set el próximo candidato de Esquerra a la presidencia de la Generalitat o -si Aragonès insiste en continuar- al Congreso.
La reforma del delito de malversación estaba más pensada para salvar de la cárcel y las onerosas multas a sus amigos y correligionarios que quedan por juzgar en relación al golpe de 2017, y aunque en algún momento acarició la idea de que pudiera servir también para cancelar su inhabilitación -a lo que Sánchez no se habría opuesto-, la consecuencia de dejar la redacción de la ley en manos de Jaume Asens no sólo ha sido esta colosal chapuza sino que además Esquerra se ha quedado sin excusa, porque le ha sido concedido cuanto pedía e incluso con todo a favor han acabado haciendo el ridículo. Ni el voluntarismo, ni el más trapichero de los chantajes, sirve de nada sin una cierta competencia, aunque sea la más mínima.
Desde el Supremo el pesimismo es total. La Justicia europea «nos va a destrozar la sentencia», vaticinan sus magistrados consultados, bajo el pensamiento de que a ello habrá contribuido más que ningún otro aspecto la actitud del Gobierno con los indultos y las reformas legales, tendientes a dar la razón y contentillo a los independentistas. Tanto en el Supremo como desde el Consejo General del Poder Judicial se es de la opinión que los jueces europeos que van a revisar la sentencia «ni siquiera van a leerla» y que en cambio «están atentos cada mañana a los resúmenes de prensa que les preparan, y no estarán por la labor de echar por tierra el camino recorrido por el gobierno de un Estado miembro», y que por lo tanto en su resolución «buscarán más apoyar las medidas de Sánchez que contradecirlas». Lo sabremos durante la primavera.
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Lo que de momento hemos podido constatar es que en España se ha producido el mismo empate de siempre entre un Gobierno a la venta, débil, marrullero, dispuesto a cualquier contorsión por mantenerse en el poder; y un independentismo pordiosero y negligente, que nunca pierde ninguna oportunidad de demostrar su corto alcance intelectual y su pulsión antipolítica. Un empate tosco, involuntario, basado en el choque de nulidades y mezquindades mutuas más que en la voluntad de entendimiento, pero al que no se le puede negar la virtud de haber deshinchado al independentismo hasta mínimos históricos, y de haberlo desorientado hasta el punto de haberle robado -muy suavemente- la iniciativa política.
También como siempre en estos asuntos -y a pesar del pesimismo judicial esto hasta ahora ha hundido cualquier esperanza secesionista-, será Europa quien decida. De todos modos, la importancia del fallo será más simbólica que condicionante de una nueva política. Que la supuesta voluntad de la turba sea más importante que la Justicia es una falacia totalitaria. Sólo la realidad puede pesar más que la Justicia: y la realidad es que el independentismo está roto en mil pedazos y que el próximo presidente de la Generalitat no será ni Pere Aragonès ni Oriol Junqueras, ni siquiera Puigdemont regresando a España perfectamente libre, sino Salvador Illa.
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