tercera operación irbis
Robles reanuda en secreto las extracciones de afganos
A primeros de diciembre llegaron a Madrid dos familias, ninguno de cuyos miembros trabajó para España
Tuvieron que salir por la frontera de Irán después de que Pakistán se haya negado a que se utilizara la suya
El Supremo reclama el traslado urgente de ocho afganos desde Pakistán
Madrid
El Ministerio de Defensa continúa con las repatriaciones de afganos, entre las que se incluyen a muchos que ni han trabajado para España, ni está comprobada su identidad de forma fehaciente, ni son familia de los que sí prestaron sus servicios a nuestro país. ... Las fuentes consultadas por ABC atribuyen a la titular del Departamento, Margarita Robles, la orden directa recibida por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad) de cumplir esta misión, que se ha llevado a cabo con enorme discreción.
El último contingente llegó el 4 de diciembre pasado al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas a bordo de un avión comercial procedente de Teherán, la capital iraní. El grupo, de decenas de personas de dos familias, estaba formado por hombres y mujeres «con un aspecto físico y una vestimenta propia de las montañas afganas», según relataron testigos presenciales de Cruz Roja y de los agentes de las Fuerzas de Seguridad que los recibieron. Las fuentes consultadas explican que Pakistán ya no admite la entrada de afganos para este tipo de operaciones, por lo que ha habido que variar la ruta para sacarlos de su país. Ahora se hace a través de la frontera de Irán, lo que ha obligado a variar las vías para poder llevar a cabo las extracciones.
Desde Pakistán también han llegado ciudadanos afganos después de esa fecha, pero por circunstancias un poco especiales. Se trata de siete personas que aterrizaron en Madrid el 18 de enero y eran los hermanastros de un colaborador de la Asociación Española para la Cooperación y el Desarrollo (Aecid) que pudo salir de Afganistán en 2021 junto con su familia y entrar en territorio paquistaní. En enero de 2022 este hombre llegó a España con su mujer y sus cuatro hijos, de 6 a 13 años, pero sus padres y hermanastros, además de la madre estos últimos, tuvieron que quedarse allí.
Dos años después, la Embajada de España en Pakistán les concedió el visado especial para venir a nuestro país y pedir asilo político. Según fuentes de la Aecid, agencia adscrita al Ministerio de Exteriores, estas personas volaron desde Islamabad y ellas mismas se pagaron los pasajes de su bolsillo.
Las fuentes consultadas por ABC muestran su extrañeza por el hecho de que el Ministerio de Defensa haya dejado de informar a la Aecid –y por supuesto a la opinión pública– de la llegada de estos contingentes, al contrario de lo que sucedía hasta hace algún tiempo. Es cierto que esa agencia sólo se ocupa de los que habían trabajado para ella, pero el departamento de Margarita Robles siempre les había tenido al tanto de los viajes que organizaba. «Suponemos que habrán estado llegando personas con algún interés político y quien sea no quiere que quede registrada su llegada», justifican esos medios.
Fuentes de la seguridad del Estado consultadas por ABC llaman la atención sobre un hecho preocupante: la falta de garantías sobre la verdadera identidad de muchas de las personas que entran en España en esos cupos de 'familia', que pueden llegar a ser de hasta 20 personas. Es más; hay dudas de que algunos de los que dicen que han trabajado para España lo hayan hecho en realidad, o en todo caso se trata de individuos que tuvieron un contacto muy superficial con nuestras misiones allí.
Esa falta de control, según algunas fuentes, preocupa porque entre los que llegan puede introducirse algún elemento yihadista violento, con experiencia en conflictos armados. El problema no es solo para España, porque cuando entran en nuestro país se les abre la vía para poder moverse con libertad por todo el espacio Schengen, por lo que esos elementos potencialmente peligrosos, o sin estar documentados de una forma tan rigurosa como cabría esperar, podrían ser una amenaza para todos los países que lo forman.
De hecho, hay muchos cambios de residencia de los afganos que han llegado a España hasta ahora. Aunque no hay datos oficiales, en torno a la mitad de ellos han salido ya de nuestro país, buena parte en dirección a Alemania, aunque los hay que incluso han preferido volver a Afganistán. Se tiene incluso información de familias que han regresado a su país de origen para asistir a actos sociales o familiares, regresando posteriormente a territorio nacional; algo que sorprende mucho porque supuestamente salieron huyendo del régimen talibán.
Señores de la guerra
España ha gastado grandes cantidades de dinero no ya en la atención de los afganos cuando han llegado a territorio nacional, sino en las operaciones para sacarlos de su país, antes por la frontera de Pakistán y ahora por la de Irán. El Gobierno tiene que pagar una cantidad importante de fondos, sin duda de origen reservado, a cada señor de la guerra que controla un territorio por el que tiene que pasar un contingente para llegar a la frontera. A veces se hacen los pagos a través de cuentas en entidades bancarias de terceros países y en otras se utiliza el tradicional método 'hawala' de compensación de fondos que no deja rastro contable y es empleado de forma habitual por organizaciones terroristas.
Aunque los importes son, lógicamente, materia reservada, según las fuentes consultadas por ABC las operaciones han costado más de 100.000 euros de media. Hay que destacar además que este tipo de intervenciones siempre llevan un riesgo aparejado para los que intervienen en ellas.
El Ministerio de Defensa ha realizado la extracción de los afganos en operaciones planificadas por el Mando de Operaciones, que a su vez ha contado con el apoyo de personal del Ejército de Tierra y del Aire, y al parecer también con el del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (Cifas).
Las dos primeras operaciones, en las que se utilizaron aviones del Ejército del Aire, las concluyó la ministra con la imposición de un elevado número de cruces blancas, y uno más reducido de rojas, máxima condecoración que la actualidad se le puede otorgar a un militar, al reconocerle que ha entrado en combate, según El Confidencial Digital.
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