Sánchez presume de proteger a la mayoría social y carga contra la oposición por defender intereses ocultos

Toda su intervención ha estado repleta de pullas y críticas a la oposición «conservadora de derecha y ultraderecha» por no apoyar sus medidas. Y ha acusado a esa parte del Parlamento de preferir estar al lado de una «minoría privilegiada», que podría identificarse con las grandes empresas energéticas y entidades financieras. Sin cortarse un milímetro, ha cargado contra Ana Botín e Ignacio Galán. «Si protestan es que vamos en la buena dirección», ha asegurado, en un intento por marcar distancia con los «poderosos».

En esta especie de rendición de cuentas a la medida de Sánchez ha habido una ausencia absoluta de autocrítica. Ni una palabra sobre las divisiones continuas de la coalición, sobre el batacazo en Andalucía ni sobre una sentencia de los ERE que envía a prisión a uno de los expresidentes regionales del PSOE. La realidad es que tampoco ha habido una sola pregunta posterior de los medios, entre los que han podido preguntar, porque a ABC, por ejemplo, no le han dado la palabra.

Sánchez, en tono suave y comedido, ha defendido su gestión como salvación de esas clases medias y trabajadores, para las que ha dicho que trabaja prácticamente día y noche, frente a una oposición «de derecha y ultraderecha» que solo sabe votar en contra, que no cumple la Constitución y que encima sirve a unos intereses ocultos, sobre los que ha invitado a todos los españoles a pensar cuáles son y por qué actúan así.

En su balance de autobombo, el presidente del Gobierno ha aprovechado para anunciar algunas medidas que se aprobarán próximamente. En septiembre, según ha señalado, hará dos propuestas a la Comisión Europea: la primera es una reforma del mercado eléctrico para desacoplar la evolución del precio del gas del precio de la electricidad, y la segunda se centrará en una nueva intervención del mercado energético para poner un tope a las emisiones de CO2.

Sin entrar en ningún detalles, pese a que se le han pedido, Sánchez ha adelantado que en el Consejo de Ministros del próximo lunes el Gobierno aprobará un paquete de medidas urgentes para la eficiencia y el ahorro energético y un real decreto ley en materia de incendios forestales.

Sánchez, descorbatado, ha destacado su estilismo y ha asegurado que ha pedido a ministros y responsables públicos, y también ha recomendado al sector privado que cuando no sea necesario no utilicen la corbata «para hacer frente al ahorro energético».

 Dentro de su balance, ha destacado que de los 14.494 compromisos en la legislatura, 13 son nuevos. A 30 de junio, el Gobierno ha cumplido, según sus cuentas, el 53,5 por ciento de ellos. «Queremos llegar al 61 por ciento en el próximo semestre». En concreto ha destacado los 14 acuerdos fruto del diálogo social.

«España avanza con paso firme en gestión de los fondos europeos, y gracias a eso, España ha recibido hoy mismo el segundo pago de los fondos por 12.000 millones de euros más». A su juicio demuestra el cumplimiento de los compromisos del Gobierno y supone una gran oportunidad para proteger la recuperación económica. «España cuenta con bases sólidas para mirar al futuro con garantías y confianza», ha asegurado Sánchez.

Ya en las respuestas a la prensa, ha aprovechado para volver a atacar al Partido Popular y ha asegurado que ha cambiado de cara, pero no de actitud, y si antes estaba instalado en el bloqueo, ahora también lo está en el catastrofismo.

Además, ha insistido en que las elecciones generales se celebrarán en diciembre de 2023, porque él «cumple la Constitución» no como otros, ha vuelto a insistir en varias ocasiones en alusión al PP, por no acceder a renovar el Consejo General del Poder Judicial con los criterios de La Moncloa. Y también ha dejado claro que no tiene previsto hacer cambios en su Gobierno, ya que está «muy a gusto» con todos sus miembros.

 Justo al final se ha referido, por una pregunta de la prensa, a la relación con la Generalitat de Cataluña, y al escucharle daría la impresión de que si el porcentaje de los catalanes que no quieren la independencia ha subido (hasta el 52 por ciento) ha sido gracias a él y a su apuesta por el diálogo con la «contraparte» catalana.