Ante el reto de reaprender a caminar

Cerviño se apoyó para ello en la rehabilitación, en la ciencia y en tecnologías como las que le brindó la «startup» guipuzcoana Gogoa Mobility Robots , que dispone de una serie de exoesqueletos destinados a ayudar a personas con problemas de movilidad.

Su director ejecutivo, Carlos Fernández , afirma que sus exoesqueletos están pensados «desde un principio para la rehabilitación», lo que los diferencia de los de otras firmas «que tienen su origen más en el campo militar y que luego se han ido adaptando». «Ponerlo no lleva más de cinco minutos y se puede adaptar para pacientes con una altura de 1,5 o 2 metros y entre 50 o 100 kilogramos de peso», añade el CEO, quien subraya el hecho de que esta tecnología incluye partes motorizadas en el tobillo que hacen que la acción de caminar sea «más natural» .

Además, Fernández pone de relieve que los exoesqueletos «tienen cierta inteligencia», lo que les permite dar «asistencia» a quienes los llevan. A modo de ejemplo expone el caso de un paciente hemipléjico -parálisis que afecta a un brazo y una pierna del mismo lado del cuerpo- a causa de un ictus. «En ese caso, el exoesqueleto no te ayudaría en la parte buena, sino que te seguiría en tu movimiento. Pero en las articulaciones que se encuentren mal te ayudará en lo que necesites. Esto es importante desde el punto de vista de la rehabilitación», alega.

De lo que se trata, insiste Carlos Fernández, es que el cerebro de pacientes como Cerviño o personas que hayan sufrido un ictus «vuelva a aprender a andar», de forma que se restablezcan sus conexiones neuronales.

Cerviño supo de estas máquinas hace aproximadamente tres años. Fue entonces cuando se puso en contacto con Gogoa para conocer sus posibilidades y si podía adquirir alguno de sus exoesqueletos. «Estuvimos probándolo una tarde 40 minutos -explica-. Las sensaciones fueron tremendas ».

Afirma el exagente de Policía que antes del fatal accidente llevaba una vida «sana» y hacía «muchísimo deporte». «Pero de repente te pasa esto y a tu cabeza se le va olvidando hasta cómo caminar », apunta. De hecho, la primera vez que se puso el exoesqueleto no sabía como dar el primer paso.

Primero vio que su tobillo comenzaba a moverse. Después, liberó el peso de una de las piernas y lo cargó sobre la otra. Incluso sintió cansancio en la zona abdominal al acabar. «No son las sensaciones normales, pero noté algo, un hormigueo -relata-. Se te vuelve la cabeza un poco loca».

Desde entonces, Cerviño, quien pone en valor el apoyo incondicional de su familia para poder acceder a este tipo de rehabilitaciones, realiza cada año sesiones intensivas durante tres meses. Afirma que, más allá del ánimo que le genera la posibilidad de recuperar parte de su movilidad, esto le ayuda a mantenerse activo y más sano no solo físicamente, sino también a nivel psicológico.

«No sabemos a dónde vamos a llegar con los exoesqueletos, pero la ilusión de ver que tus piernas vuelven a caminar es indescriptible -asevera-. Entiendo que esto se tiene que terminar de desarrollar , y mi esperanza que algún día se incluyan estos tratamientos en la Seguridad Social a nivel estatal con técnicas de células madre y rehabilitación. Porque yo me he tenido que buscar la vida».

El propio Degant Cerviño trabajó hace algunos años de la mano del ya fallecido Jesús Vaquero, ya fallecido, quien fuera doctor en el hospital Puerta de Hierro de Madrid, que le implantó células madre en la médula espinal para regenerar el tejido nervioso. Un proyecto que, afirma, le está ayudando «día a día». «Todo son beneficios que deberían ser accesibles para la gente que sufre accidentes, como yo. Siempre ayuda a sentirte mejor», sentencia.