Con el «Viva San Fermín, gora San Fermín» se iniciaron las fiestas de 2012

Para los pamploneses supone un momento de intensa emoción . Desde pequeños hemos vivido estos momentos y, a pesar del paso de los años, el corazón continúa encogiéndose con las palabras del concejal correspondiente. Este año le ha tocado el turno al nacionalista Iñaki Cabasés, de Nafarroa Bai. Existe una costumbre no escrita de que los distintos partidos políticos se van turnando a la hora de tener el honor de encender el cohete que dan inicio a los Sanfermines.

Nada más sonar el chupinazo, la fiesta se ha extendido por el resto de la ciudad. Personas de todas las nacionalidades, de los cinco continentes, se dispersan por las calles del Casco Antiguo. Muchos beben, otros van a comer a los distintos bares y restaurantes y la mayoría se dedican a bailar al ritmo de la banda municipal de Gaiteros y Txistularis y de las diferentes peñas que a partir del mediodía salen a la calle. Y por el camino, debajo de los balcones esperan con ansiedad a que los vecinos arrojen desde los balcones cubos de agua para refrescar el ambiente.

Además, estas “duchas” improvisadas también sirven para limpiar, al menos en parte la ropa. Porque ya es tradicional que antes del lanzamiento del cohete inicial, los jóvenes se duchen en cava, vino y calimocho, por lo que la ropa blanca impoluta de primera hora de la mañana se convierte en una rara mezcla de colores rosáceos.

Pero una de las tradiciones más arraigadas en los últimos años y más lamentables para los pamploneses es la costumbre de los extranjeros de lanzarse desde la fuente de la plaza de la Navarrería para ser recogidos por la gente que espera en el suelo. La mayoría están más que bebidos y no son conscientes del peligro. Todos los años hay alguno que termina en el hospital, incluso con peligrosísimas consecuencias. A pesar de los llamamientos desde el Ayuntamiento para que no se haga esta práctica, los extranjeros continúan con su costumbre.

El resto, simplemente se dedica a vivir la fiesta, a bailar, a beber, también a comer y a aguantar hasta que el cuerpo aguante. Porque es el comienzo de las fiestas, el momento que se coge con más ganas.

Este año se da la circunstancia de que el Chupinazo coincide con fin de semana, por lo que la cantidad de gente que se encuentra en la capital navarra se multiplica por cinco o por seis, pasando ampliamente del millón de personas en una ciudad que apenas llega a los 200.000 habitantes el resto del año.

Pero a pesar de la aglomeración, las ganas de disfrutar y de pasarlo bien supera a cualquier agobio. Incluso, este redactor ha sido manteado en un par de ocasiones por los jóvenes al comprobar por la acreditación que se trataba de un periodista. Eso sí, han tenido la delicadeza de cuidar de la cámara de fotos que portaba.

La fiesta, la juerga y las ganas de pasárselo bien continuarán a lo largo de toda la tarde. El momento principal de la tarde será en el Riau Riau , pero la fiesta va más allá y se extiende por todas las calles de la ciudad.