6 de julio, día de las contradicciones de la amistad eterna en Pamplona

Todos los pamploneses, los de 80 años y los de 2, los adolescentes de 15 y los padres de familia de 50, se engalanan de blanco y rojo . Sean votantes del Partido Popular o lo sean de Bildu, sean los empresarios más exitosos de la ciudad o sean empleados con llegar algún día a ser mileuristas. No hay pamplonés que no vista con los colores que marcarán los próximos 9 días.

Y también es el día de la amistad eterna. Te encuentres con quien te encuentres por la calle, aunque sea el mayor de tus enemigos… saludos efusivos, abrazos… y amistad eterna. Amistad, por supuesto, que se termina el día 14. Es algo así como el “efecto Navidad”. O quizá es que el día 25 de diciembre se viva el “efecto San Fermín”.

Pamplona se transforma por completo en el día de hoy, a las 12 en punto del mediodía. Ni un minuto antes ni un minuto después. Y todo por un grito, lo más simple del mundo, lo más insulso que se pueda escuchar. Viva San Fermín, Gora San Fermín. Seis palabras que apenas dicen nada pero que lo cambian todo. [ Galería de imágenes históricas del chupinazo ]

Los pañuelos, hasta ese momento, bien atados a las muñecas o en el bolsillo se anudan al cuello. Ni un minuto antes (trae mala suerte) ni un minuto después. Si no hay pañuelico, no hay fiesta.

Y comienzan 204 horas de fiesta, de alegría. Sabes con quién empiezas las fiestas, pero no sabes con quién las terminarás. Porque es muy fácil separarse y perderse de los amigos. La población de Pamplona se multiplica por tres o por cinco, según el día de la semana. Pero también es muy fácil agregarse a cualquier grupo y disfrutar como si os conocierais de toda la vida, aunque no os hayáis visto en la vida.

En días como el de hoy es cuando llegan los recuerdos de la infancia o la adolescencia. Esos días con 17 años en que te despedías de tus padres como cuando los quintos iban a la mili.

- Mamá, volveré el día 14. No me busquéis.

El regreso se adelantaba a esa noche o a la mañana siguiente como muy tarde. Si no, ¿quién nos iba a lavar la ropa? Regresábamos con la ropa ya de otro color. Negra de la suciedad del suelo, roja por el vino o una mezcla de tonos que mejor no saber su procedencia. Y las madres introducían toda esa masa de mugre en la lavadora con la esperanza casi mística de que, al menos la mayoría de la suciedad, se fuese con el agua y detergente. Las madres, esas grandes santas que nos cuidan sin pedir explicaciones y nos miman como nadie en este mundo.

Pamplona se convierte en otra Pamplona, luminosa, alegre, divertida, festiva, bicolor.

Hoy es el día del contraste y de la amistad eterna .

¡Felices fiestas!

¡Viva San Fermín, Gora San Fermín!