Los suicidios coparon el 44% de las autopsias realizadas en 2022 en Madrid

La primera memoria anual del organismo en la que se reflejan la práctica totalidad de los servicios ya integrados en el famoso 'dónut' de Valdebebas (antes se realizaban necropsias también en algunos tanatorios de localidades de la región, además de en el antiguo Instituto Anatómico Forense de Ciudad Universitaria) recoge cifras apabullantes.

Las autopsias son solo una parte de este trabajo diario, la más conocida, y supusieron en 2022 un total de 2.760 practicadas. Esto significa, según el informe, al que ha tenido acceso ABC, una media de 230 al mes. Y, de ellas, al cierre de ese ejercicio, 1.797 fueron muertes naturales; 835, de etiología violenta, y 138 en las que, ese 31 de diciembre, no se conocía aún su causa (porque estaban a la espera de otros exámenes que tardan meses, como los toxicológicos, por ejemplo). Pero no hay cuerpo sin vida que entre en el recinto de Valdebebas y no se esclarezca por qué y cómo falleció esa persona.

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La etiología de las muertes violentas son de tres tipos: homicida (apenas un 4,11%, casi 34,31 casos); accidental, que son la mayoría, desde siniestros de tráfico a laborales y también por sobredosis o ingesta de drogas e incluso caídas casuales (51%, 425,85); o por suicidio (44,3%, 369,9). «Estos porcentajes suelen mantenerse invariables de un año a otro», especifica el doctor Andreu. En 2021 hubo 2.198 autopsias, que son 562 menos que en 2022, pero el director del IML aclara: «Han variado porque este año hemos integrado en Valdebebas de todas las de la Comunidad de Madrid».

En este organismo no solo se trabaja con muertos; además, se tienen muy en cuenta a sus familiares, fundamentalmente, a través de dos equipos. «El apoyo psicológico lo damos todos los días del año para quienes acuden a Valdebebas a reclamar un cadáver o a hacer la tramitación correspondiente, a demanda siempre de ellos. Muchas veces, el primer contacto que tienen con la administración de justicia es con esos psicólogos del IML. Además, tenemos un equipo de trabajadores sociales que asesoran a las familias y recaban datos, por ejemplo, de antecedentes médicos», detalla Andreu.

En lo que respecta a las muertes por sustancias psicoactivas, explica: «Cuando tenemos lo que llamamos una reacción adversa a drogas de abuso y se produce un fallecimiento, reportamos el informe a la Agencia Antidroga. En 2022, tenemos testados 51 casos. La cifra aquí se mantiene también invariable».

Esos óbitos son normalmente englobados dentro de la tipología accidental, aunque en otros casos (menores), se pueden enmarcar dentro de un suicidio o de un homicidio.

Y algo que muy pocos saben sobre cuando los análisis reflejan una tendencia preocupante: «Cuando detectamos una nueva sustancia sintética o que nos sorprende la casuística que está produciendo, emitimos una alerta sanitaria». Al fin y al cabo, por los forenses pasan todas estas muertes a examen y son quienes se percatan de estas realidades tan graves.

Andreu lleva dos décadas al frente, primero, del Instituto Anatómico Forense de Madrid, y ahora del IML, desde su puesta en marcha en pleno inicio de la pandemia del Covid-19, en 2020. Tiene muy claro cuáles han sido los momentos más críticos a los que se han tenido que enfrentar él y su equipo: «Primero, los atentados del 11-M de 2004 y el accidente de Spanair de 2008. Pusieron a prueba la capacidad de la medicina forense en Madrid para hacer frente a situaciones de este tipo que nunca habíamos sufrido. Se resolvieron muy bien desde el punto de vista técnico, y de hecho nos felicitaron a nivel mundial. Eso cambia todo, hasta personalmente necesitas fortaleza psicológica, porque mueve todos los cimientos de una persona. Supusieron un punto y aparte en nuestra actividad», sentencia.

Por otra parte, la crisis del coronavirus «puso a prueba todo el sistema sanitario», en general: «Nosotros sufrimos todos los problemas que tuvo la medicina asistencial. Un colapso de los medios de los que disponíamos; contagios de personal nuestro; la necesidad de material de protección... Puso a prueba las capacidades de todos los médicos en general».

Andreu aclara que no son «de otra pasta», que los forenses son personas como otras cualesquiera, con sus familias, parejas, hijos y sensibilidades. No ese arqueotipo de persona fría: «Lo que hacemos es despersonalizar mucho, no llevarnos el trabajo a casa. Lo vemos desde el punto de vista científico y técnico, no solamente en cuanto a cadáveres, sino también en lo que se refiere a víctimas vivas en situaciones muy dramáticas. Empatizamos con ellas. El médico forense es una persona muy vitalista y nos sorprenden tanto las situaciones dramáticas como a cualquier otra persona. Cuando veo a un niño en una mesa de autopsias, se me ponen los vellos de punta. Nos afecta todo como a un ciudadano de a pie, pero nos abstraemos cuando tenemos que estudiar estos casos, porque así lo exige la administración de justicia».

El Instituto de Medicina Legal de la Comunidad de Madrid se ha convertido en un referente internacional, asegura su director: «Entre nuestro personal se encuentran profesionales que son demandados por instituciones de otros países para colaborar y nuestras instalaciones están al mejor nivel en la materia». Los días 28 y 29 de septiembre, acogerá el 11º Congreso Europeo de Antropología Forense, que reunirá a más de un centenar de profesionales de esta ciencia y 50 ponencias especializadas.

El edificio de Valdebebas (obra de Alejandro Zaera), en lo que iba a ser el Campus de la Justicia, fue levantado en época de Esperanza Aguirre al frente del Gobierno regional (2003-2012). Tiene una superficie construida de 13.500 metros cuadrados y una útil de más de 8.700, repartidos en cuatro plantas sobre rasante y dos sótanos. Así, con respecto al Anatómico Forense de Ciudad Universitaria, ha ampliado en un 273% la superficie de este servicio (eran 3.627 metros cuadrados).

El IML cuenta, entre otras dependencias, con 16 mesas de autopsias; 209 cámaras frigoríficas (93 de refrigeración, 27 de congelación, y el resto en dos habitaciones frigoríficas); 10 laboratorios; aulas de formación; salas de rayos X; salón de actos; 61 despachos de trabajo y salas de descanso y polivalente de los forenses.

Su misión es auxiliar a los juzgados, tribunales, fiscalías y oficinas del Registro Civil mediante la práctica de pruebas periciales médicas, tanto tanatológicas como clínicas y de laboratorio; así como realizar actividades de docencia e investigación relacionadas con la medicina forense.

Ofrece cuatro servicios: Patología, Clínica Médico Forense, Especialidades Forenses y Laboratorio Forense. Para todos ellos cuenta con un gran equipo de casi 400 profesionales formado por médicos forenses (152), psicólogos (79), trabajadores sociales (72), técnicos especialistas de autopsias (15) y de laboratorio (4), fotógrafos (3) y personal administrativo y judicial.

Volviendo a su aspecto más destacado, esta entidad, dependiente de la Consejería de Presidencia, Justicia y Administración Local–que dirige Miguel Ángel Martín–, practicó el mayor número de autopsias por muertes naturales en el mes de julio (203), mientras que diciembre fue el que registró más violentas (80). Así lo recoge la memoria de 2022.

Las autopsias suelen realizarse el día siguiente al fallecimiento de la persona, salvo aquellas complejas que se pueden demorar más. «El 95% se practican en la misma jornada, para poner los cuerpos a disposición de las familias», indica a este periódico el doctor Andreu, que remacha: «Luego, estamos a expensas de los resultados de los análisis, que esos sí se posponen algo más porque el procesamiento de las muestras requiere más tiempo».

En cuanto al Servicio de Especialidades Forenses, recibió un total de 6.501 solicitudes de informe pericial. Destaca la sección de Psiquiatría, destino del 78,5% de ellas. «Las personas con menor arraigo social y cultural tienen un sustrato psicopatológico y es complicado acceder a ellas. Muchas veces no tienen un sustento ni un techo, y padecen un trastorno psiquiátrico. Es algo que vemos habitualmente, desde siempre. Pero no todo enfermo psiquiátrico acaba rompiendo la norma, cometiendo un delito; aunque los que nos llegan a nosotros pueden ser muy llamativos, sin control sanitario ni del tratamiento que debieran seguir, sin apoyo familiar ni de ningún tipo», explica Eduardo Andreu acerca de este servicio.

«La medicina forense ha cambiado al convertirse en una actividad a tiempo completo. Además, se ha ido especializando, de tal manera que, desde hace dos años, hay una rama vía MIR que es Medicina Legal; no capacita para ejercer como funcionarios del cuerpo de médicos forenses, pero sí que se ha ido especializando [la formación]. Y ahora disponemos de una tecnología que antes no existía», afirma.